Técnicas de apoyo psicológico y social en situaciones de crisis. SANT0108. Sonia Núñez Fernández
cree malestar.
Según Lazarus y Folkman el afrontamiento se refiere a pensamientos y conductas especificas que una persona utiliza para manejar las demandas internas y externas de situaciones percibidas como generadores de tensión. Por ejemplo, ante un examen se consideraría afrontamiento todas la acciones e ideas que ayudasen al estudiante a superar la tensión que le supone la prueba evaluativa.
Estos autores distinguen dos tipos de afrontamiento:
Afrontamiento dirigido al problema: ante la amenaza de un problema y en el intento de evitar o disminuir su impacto, se realiza una acción directa. Para ello, se debe definir el problema, buscar información, evaluar los recursos de los que se dispone, aprender nuevas habilidades o poner en práctica las ya conocidas, etc.
Afrontamiento dirigido a la emoción: se refiere a los esfuerzos para reducir las emociones negativas, surgidas en respuesta a una amenaza, cambiando la forma en que se atiende o se interpreta dicha amenaza. Entre los distintos tipos de afrontamiento dirigido a la emoción se encuentran la negación, minimización, distanciamiento, evitación, etc.
Los mecanismos de defensa de la personalidad pueden ser vistos como modos de afrontamiento dirigidos a la emoción. Estos serán adaptativos si ayudan a la persona a asimilar una realidad especialmente dolorosa o si facilitan un posterior afrontamiento dirigido al problema.
Los mecanismos de defensa se consideran especialmente importantes cuando no se puede modificar la situación que es o se siente como amenazante, para asimilar una situación desbordante y facilita a las personas convivir con el problema que se le plantea.
Tipos de mecanismos de defensa
Los principales tipos de mecanismos de defensa de la personalidad son nueve:
Compensación
Represión
Identificación
Racionalización
Negociación
Proyección
Aislamiento
Regresión
Desplazamiento
A continuación se detallan.
Compensación
Este mecanismo consiste en silenciar un sentimiento de inseguridad exagerando un rasgo real o deseable. Se intenta compensar un aspecto que no nos gusta remarcando o potenciando otro que consideramos positivo.
Represión
Probablemente es el mecanismo más frecuente con que se bloquean las sensaciones y recuerdos, es una forma de olvido. Mediante este mecanismo todo lo que le molesta al sujeto a nivel consciente se reprime, es decir, se sacan de la conciencia las ideas y recuerdos que provocan ansiedad. Es como si se olvidara aunque la información sigue existiendo. Imagínese que dos niños quieren una chuchería, uno un caramelo y el otro un regaliz, puede que uno reprima su deseo eligiendo lo mismo que su compañero.
Identificación
Es el fenómeno contrario de la represión. La persona establece aquí una relación entre ella misma y otro personaje o grupo (normalmente con más fama que ella) de forma que se siente partícipe de la gloria de aquel evitando sentirse incompetente. Uno de los ejemplos más claros de la identificación es el “fenómeno fans”, en el que alguien se identifica con su actor o músico preferido imitando su vestuario y gestos. Con ello intenta mejorar la percepción que tienen de ellos mismos.
Racionalización
Este mecanismo de defensa es una forma sutil de negación. Se comprende que se está amenazado, pero se evita el problema analizándolo y racionalizándolo. Es el caso de una persona que se da a sí misma explicaciones que no son verdaderas, llegando incluso a convencerse de que lo son, evitando aquello que le crea ansiedad. La racionalización ocurre por ejemplo cuando alguien le pide un favor y ante la desgana de realizarlo se autoconvence de que en realidad no es tan importante que lo haga.
Negación
Este es uno de los mecanismos de defensa más comunes. Consiste en no reconocer una realidad dolorosa o amenazadora. Uno de los ejemplos más claros es cuando una persona pierde a un familiar muy querido, como un hijo, y se niega a aceptar que haya muerto.
Proyección
En este caso se reconoce en otros aquellas características propias que no deseamos ver. Por ejemplo, cuando se justifica la tardanza diciendo que se ha llegado tarde porque los demás también son impuntuales.
Aislamiento
Lo que se intenta mediante este mecanismo de defensa es huir de las situaciones de tensión. Ante una situación conflictiva se huye emocionalmente, es decir, se separa la situación de los sentimientos que provoca.
Regresión
La regresión se da cuando ante un acontecimiento traumático la persona reacciona con un comportamiento propio de una etapa evolutiva anterior. Sucede en ocasiones que un niño que ya controlaba esfínteres, vuelva a necesitar el uso de pañales tras vivir una situación familiar difícil, como una separación.
Desplazamiento
En este caso la persona expresa su preocupación o ansiedad por una vía distinta a la original, de la que procede el problema. Imagine el caso de alguien que encontrándose mal en el trabajo comienza a sentir grandes problemas de estomago, sería posible que visitara a numerosos médicos y siguiese con el mismo empleo. El malestar está saliendo a la luz, sin embargo, le evita enfrentarse a un problema mayor, reconocer que está mal en su trabajo y hablar con su jefe, o incluso abandonarlo.
5. Experiencias más comunes asociadas al proceso de enfermar
En anteriores epígrafes de este capítulo se han expuesto conceptos básicos relacionados con la personalidad, la evolución del ser humano y las necesidades de este, como base del conocimiento que un Técnico en Transporte Sanitario debe tener para desarrollar un correcto apoyo psicológico y social en situaciones de crisis. Sin embargo, además de esta visión general, es necesario profundizar en el proceso de enfermar para comprender las especiales situaciones por las que pasan los pacientes y usuarios del servicio en el que el técnico participa.
El proceso de enfermar, como todo proceso, comprende diferentes etapas. No se encuentra igual una persona que comienza a sentir malestar que aquella a la que acaban de diagnosticar de una enfermedad grave, ni la que ya convive con un tratamiento.
Por otra parte, emocionalmente los pacientes varían mucho entre sí, no dependiendo solo del momento en el que se encuentre el usuario, sino también influido sustancialmente por la personalidad y el contexto social que le rodea.
El apoyo social es definido por la presencia o ausencia relativa de recursos de apoyo psicológico provenientes de otras personas significativas. En otras palabras, la disponibilidad de ayuda proveniente de otras personas.
Se encuentra ampliamente documentado que quienes cuentan con una red social amplia y son conscientes de este apoyo social tienen un menor índice de abandono de los tratamientos prescritos, sufren menos trastornos psicológicos y mantienen las ganas de vivir y luchar durante más tiempo.
En contraposición, ante una percepción de falta de apoyo social pueden aparecer experiencias, como la ansiedad, la desvalorización y el desarraigo durante la enfermedad, que influyen negativamente en la recuperación de la persona.
Es necesario puntualizar, llegados a este punto, que estos efectos no son los extremos de un continuo, es decir, no se trata de que sufra ansiedad solo quien no cuente con apoyo social, sino que cuantos más sintamos presente la red social menos desarraigados e infravalorados nos sentimos, y con menos ansiedad. Aunque todas estas sensaciones y experiencias pueden vivirse en una misma persona en momentos diferentes.
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