Propuestas didácticas para el aprendizaje en tecnología e informática. Myriam Cecilia Leguizamón González
Implica la realización de las acciones tecnológicas que median entre la construcción de conocimiento tecnológico y la materialización de los productos tecnológicos: la problematización, la conceptualización, el diseño, la planeación, la fabricación y la evaluación.
Es susceptible de estudiarse, desarrollarse, potenciarse y modificarse a través de los actos humanos educativos (Mayer, 1998; Feuerstein) y de aprendizaje. De ahí que sea estructurado y estructurante, capaz de modificarse mediante la acción externa, educativa, y la acción interna (intro, intra y restrospectiva) de la propia persona.
Implica la manipulación constante de y sobre artefactos-datos- información que el medio ofrece y/o establece, dando como resultado redes complejas de conocimiento que se almacenan en la memoria de largo plazo y que pueden ser recuperadas y empleadas nuevamente por el pensamiento, con el fin de resolver problemas, interactuar con el ambiente, cambiar de conducta y producir nuevas conexiones.
Es recurrente, concurrente, proyectivo (Mayer) y contextualizado. Es decir, puede reconstruir el pasado, bien puede ser como recuerdo, como reconocimiento o como reconstrucción (Bruning & al., 2005) con el fin de revisar y mejorar lo realizado, en ese sentido el pensamiento es evaluación, metacognición y permite mejorar nuestra intervención en el mundo. Es concurrente pues surge y permanece mientras el hombre actúa, en ese sentido el pensamiento es ejecución; y es proyectivo porque nos lanza al futuro, permite adelantarnos a nuestro tiempo, pensar en lo posible y caminar hacia él, en este sentido el pensamiento es diseño, proyecto y planeación; finalmente es contextualizado porque siempre requiere de un contexto que determine y establezca el sentido de la actividad cognitiva, le otorgue intencionalidad.
Es objeto de estudio, propósito educativo y producto individual y cultural. Es producto en tanto el pensamiento es resultante de la actividad neurocognitiva que lo configura y reconfigura cada vez que opera sobre la realidad, con el fin de ampliar y mejorar nuestra comprensión del mundo, nuestra participación y actuación en el mismo y develar las relaciones que se presentan entre nosotros y el ambiente; de ahí que sea un producto individual, pero cultural en tanto es dependiente de dicho mundo-contexto, geográfico, temporal e histórico en que interactuamos con los medios naturales, sociales y artificiales.
Establece el nivel de formación tecnológica alcanzado por las personas y las comunidades: uso, adopción, adaptación, generación, administración y evaluación tecnológica.
Tiene por objeto o se ocupa de, por un lado, los problemas, necesidades y/o deseos que surgen de la relación técnica entre el ser humano y sus contextos de actuación natural, artificial, personal y epistémico; y por el otro, el conocimiento tecnológico en sí mismo, es decir, estudiar, comprender y transformar la naturaleza y evolución de la tecnología, el uso y apropiación de la tecnología, las formas de solucionar problemas de la tecnología y con tecnología y las interdependencias que se da en la relación tecnología y sociedad.
Define las actividades pedagógicas de orden tecnológico y didáctico: fabricar, investigar-experimentar, experimentar-investigar, diseñar, re-diseñar, analizar, identificar problemas, resolver problemas, trabajar por proyectos.
Está contenido en y por los contextos histórico, temporal,
sociocultural, geográfico y personal.
Y, finalmente, siempre tiene el propósito o está dirigido a la generación de conocimiento tecnológico y su materialización en productos tecnológicos (artefactos, procesos, sistemas y servicios) que solucionan problemas, resuelven necesidades o satisfacen deseos con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas, contribuir al desarrollo humano y favorecen el desarrollo social y económico de las regiones sociales.
Si bien, la educación actual no establece al pensamiento tecnológico como propósito educativo, y a veces suele confundirse con pensamiento computacional, es necesario que la escuela lo incluya en los currículos mundiales como propósito esencial de las asignaturas escolares, especialmente aquellas referidas a la educación en tecnología, ya que si el pensamiento tecnológico mejora nuestra participación en el mundo y contribuye a la resolución de sus problemas, enseñarlo de modo intencional permite que las personas puedan intervenir, participar y autogestionar de manera sustentable el uso de la tecnología y la ciencia en sus contextos de intervención social y producción económica.
Si las escuelas del mundo, en especial las escuelas de los países emergentes, abordan el pensamiento tecnológico como objeto de formación, muchas de las futuras generaciones podrán:
Comprender las profundas relaciones que subyacen la realidad tecnológica, científica y su relación con la naturaleza y el mundo social, el modo en que pensamos dichas relaciones, y sobre todo podemos cuestionar el modo simplista, utilitarista e instrumental en qué pensamos la ciencia y la tecnología como productos deseables.
Alcanzar una cultura ética de la tecnología, capaz de disertar sobre los modos en que la usamos, la adoptamos, la adaptamos, la generamos y la administramos, así como el para qué la pensamos, si para fines destructivos o para, como lo señala Büch (1999), alcanzar una equidad con la vida natural que nos asegure la supervivencia sin la destrucción de la naturaleza y sus otras especies.
• Determinar cuáles son los productos deseables de esta actividad tecnológica, nos permite, por un lado, realizar acciones educativas efectivas y eficientes para el desarrollo humano, el mejoramiento de la calidad de vida, y por el otro, emplearlo de manera intencional, eficiente y eficazmente para la satisfacción de las auténticas necesidades sociales de los pueblos.
La figura 1 muestra los elementos del pensamiento tecnológico y la manera interdependiente y recíproca en que interactúan.
Como se observa, el pensamiento tecnológico está compuesto por siete componentes: las dimensiones educables del ser humano (cognitiva, pragmática, deontológica, social y comunicativa), los objetos de pensamiento-conocimiento (problemas, necesidades y deseos, así como los saberes específicos de la tecnología y sus relaciones con otros campos del conocimiento), las acciones tecnológicas (problematizar, conceptualizar, diseñar, planear, fabricar, evaluar), los niveles de formación tecnológica (uso, adopción, adaptación, generación, administración y evaluación de la tecnología), los productos tecnológicos (artefactos, procesos, sistemas, servicios y conocimiento tecnológico) y los componentes éticos de la tecnología (Merchán, 2013); todos estos insertos en el componente contexto histórico socio cultural, político y económico. Componentes que interactúan en el marco de una realidad socio-histórico-cultural determinada que la potencia o la restringe, y cuyas interacciones determinan para la escuela, las acciones didácticas necesarias para favorecer el desarrollo del pensamiento tecnológico desde el quehacer de las Actividades Tecnológicas Escolares.
Figura 1. Interacciones entre el componente del pensamiento tecnológico.
Fuente: en Merchán (2013). Pensamiento tecnológico.
Quince años de investigación. Presentación en el Primer Congreso Internacional y V Nacional de experiencias curriculares y de aula en tecnología e informática. Universidad Católica de Manizales.
La figura 2 presenta el modelo didáctico para el estudio y desarrollo del pensamiento tecnológico.
La figura 2 presenta una postura sistémico-compleja que revisa las interacciones interdependientes y crecientes que se dan entre los componentes de la tecnología propuestos por la Guía 30 (representados en amarillo) (MEN, 2008),