Terapia craneosacra I. John E. Upledger

Terapia craneosacra I - John E. Upledger


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que se ha inducido. Esta técnica se repite con tanta frecuencia como sea necesario para obtener el resultado que se quiera. La liberación del diafragma pélvico a menudo mejorará de inmediato la amplitud y equilibrio del movimiento craneal, a medida que se movilice el complejo craneosacro.

       Ilustración 5.5.

      Posición de las manos para la liberación de los diafragmas pélvicos.

      ENTRADA TORÁCICA

      Otra área de restricción transversa potencial que con frecuencia causa reducción del movimiento de la fascia longitudinal y la movilidad del sistema craneosacro es la región de la unión cervicotorácica y/o el estrecho o entrada torácica. Nos referimos a este complejo como «entrada» porque los vasos sanguíneos y linfáticos que lo atraviesan devuelven a la cavidad torácica líquidos procedentes de la cabeza. Si el retorno del líquido de la bóveda del cráneo a la cavidad torácica se ve inhibido, aunque sea ligeramente, por una hipertonía hística anormal de la entrada torácica, el movimiento craneal se ve deteriorado en correspondencia con la congestión de líquido en la bóveda.

      Las estructuras óseas que forman el estrecho superior del tórax son las vértebras de la unión cervicotorácica, las costillas superiores, las clavículas, el acromion de las escápulas y el manubrio del esternón.

      Las fascias del cuello se extienden sin interrupción con las fascias del tórax. Las fascias subcutáneas del cuello contienen las fibras de los músculos platisma. Están separadas de las fascias cervicales profundas por una hendidura distinguible que les confiere movilidad. Las fascias cervicales superficiales prosiguen sobre las clavículas con las fascias superficiales de las regiones pectoral y deltoidea anteriormente. En sentido posterior, se extienden sin interrupción con la tela del dorso del cuello, dura y fibrosa. La tela se adhiere a la fascia profunda en esta región. Las fascias cervicales profundas establecen conexiones entre la cabeza y el tórax. También contribuyen mucho a formar la sustancia de las fascias de las extremidades superiores.

      En el estrecho superior del tórax, el curso oblicuo de los músculos esternocleidomastoideo y trapecio y sus fascias hace que tengan gran influencia sobre la movilidad funcional de las estructuras óseas del estrecho superior, así como sobre el flujo de líquidos y la movilidad fascial. Los músculos infrahioideos y sus fascias también presentan un gran potencial para interferir con la movilidad normal de estas regiones (ILUSTRACIÓN 5.6).

      Las hojas de revestimiento de las fascias cervicales de las regiones infrahioideas ofrecen ejemplos perfectos del concepto de hojas de fascia que se dividen en láminas para formar recesos que revisten los músculos y otras estructuras. En esta región, las fascias se extienden sin interrupción cruzando la línea media. Forman recesos que revisten los músculos esternocleidomastoideo y trapecio. Estas fascias se fusionan luego entre los músculos formando hojas únicas. También se extienden sin interrupción con la fascia de revestimiento de los músculos pectoral y deltoides. Se insertan en la línea nucal superior, la apófisis espinosa de la VII vértebra cervical, el ligamento nucal, el músculo hioides, el acromion, las clavículas y el manubrio del esternón. Como estas láminas forman las fascias de revestimiento de numerosos músculos (y, sin embargo, son porciones verdaderas de una única hoja de fascia), la contracción o hipertonía de cualquiera o varios de estos músculos afectan las fascias de tal modo que se produce un desequilibrio, una restricción o hipertonía del estrecho superior del tórax. Las venas yugulares externa y anterior se hallan hundidas en las hojas superficiales de estas fascias de revestimiento. Por tanto, un aumento de la tensión fascial debida a hipertonía muscular puede incrementar la resistencia al retorno venoso de la cabeza.

       Ilustración 5.6.

      Músculos del cuello que se insertan por arriba en el estrecho superior del tórax.

      Lámina prevertebral es el nombre otorgado a las porciones anteriores de las fascias vertebrales que recubren la columna vertebral y todos sus músculos. Estas fascias se extienden sin interrupción del cráneo al coxis. También se extienden sin interrupción con las fascias de los músculos elevador de la escápula y esplenio. Se extienden sobre los músculos escalenos y sin interrupción con las fascias de las paredes del tórax. Fibras profundas de las láminas prevertebrales forman bilateralmente cúpulas fibrosas cónicas que trazan un arco por encima de los vértices de las membranas suprapleurales. Estas membranas se insertan con firmeza en las apófisis transversas de la VII vértebra cervical y en los bordes mediales de las primeras costillas. Emergen con las vainas carotídeas y se extienden sin interrupción con las fascias endotorácicas. Forman las vainas axilares que recubren las arterias y venas subclavias (cuando su nombres pasan a ser el de arteria y vena axilares) y los plexos de los nervios braquiales al adentrarse en la región axilar.

      La complejidad de la anatomía del estrecho superior del tórax puede resultar confuso para los que no sean anatomistas. Baste decir que es inmenso el potencial de reducción del flujo de líquidos, de restricción de la movilidad fascial, de disfunción somática ósea y de restricción del movimiento en el estrecho superior del tórax. Su restricción puede interferir en gran medida con la libertad de movimiento del sistema craneosacro mediante varios mecanismos. Debe conferírsele toda la libertad de movimiento posible para lograr una máxima eficacia del sistema craneosacro.

      La técnica empleada para movilizar la entrada torácica incluye técnicas parecidas a las usadas para los diafragmas respiratorio y pélvicos. Estas técnicas de liberación fascial van mejor (aunque no necesariamente) precedidas por una manipulación «thrust» terapéutica cervicotorácica general para mejorar la movilidad ósea de esta región.

      La manipulación «thrust» terapéutica cervicotorácica general no tiene por finalidad ninguna restricción ósea específica, sino movilizar las articulaciones intervertebrales así como las costillas superiores. Con el tirón se estiran las fascias y, mediante cierto mecanismo, probablemente neuronal, se reduce el tono general de los músculos cervicales (APÉNDICE D).

      Primero de todo, se debe proceder a la lateroflexión de la unión cervicotorácica del paciente sobre el fulcro aportado por la mano. Consigue una amplitud extrema del movimiento de lateroflexión (usar una fuerza moderada durante este procedimiento). No iniciar intencionadamente la flexión o extensión del cuello en este punto (ILUSTRACIÓN 5.7).

      Cuando la lateroflexión haya llegado a la amplitud extrema de movimiento, se pide al paciente que respire hondo y aguante la respiración todo lo posible. Durante la espiración, aumentará ligeramente la lateroflexión. Tras practicar este ejercicio respiratorio unas cuantas veces hasta que no se consigan más movimientos de lateroflexión durante la exhalación, se gira la cabeza en dirección opuesta manteniendo la flexión lateral. Se sigue usando sólo una fuerza de suave a moderada (ILUSTRACIÓN 5.8).

       Ilustración 5.7.

      Introducción de la lateroflexión de la porción inferior del cuello sobre las vértebras dorsales superiores.

      Cuando la rotación se haya llevado hasta el extremo, se repite el procedimiento respiratorio descrito para la lateroflexión con el fin de ver si aumenta la rotación. Cuando se haya conseguido el movimiento rotatorio máximo, se practica una manipulación terapéutica suave pero muy rápida del cuello para que adopte un poco más de rotación. Por lo general, se oirán múltiples chasquidos mientras se movilizan las articulaciones del estrecho superior del tórax. Se repite el procedimiento en dirección contraria. (Nunca se usarán más de 500 ó 900 gramos de fuerza.) Se pueden hacer otras correcciones específicas si fuera lo


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