La Libertad en el encierro. Carlos Gustavo Álvarez

La Libertad en el encierro - Carlos Gustavo Álvarez


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de Acuario, muchos auguraban tan esperanzador. Entonces tendremos que volver a cubrirnos de una buena Fe, de una Esperanza posible, de una tenacidad heroica, que, mientras cuidamos nuestras vidas como irrepetibles objetos de lujo, nos acerquen al nacimiento de un Nuevo Mundo, no tan frágil y voluble como el que hemos tenido la dicha de trasegar.

      Carlos Gustavo Álvarez, diciembre 28 de 2020

      ImageLa Libertad en el encierro Memorias del Covid 19

      Comencé a escribir este diario cuando agonizaba el tercer día de un simulacro de aislamiento implementado en Bogotá para prevenir la expansión y el contagio del Coronavirus o Covid 19. Era el domingo 23 de marzo de 2020.

      Había vuelto de recorrer casi cinco kilómetros de una ciudad soleada, al mismo tiempo vaa y abúlica, la metrópoli de un mundo que parea nuevo e intocado. Caminé para visitar a mi mamá, una viejita bendecida y vital a sus 95 años, incluida en el grupo vulnerable ante el virus, al que también pertenecía yo, con mis 63 años.

      Al comenzar el día, radiante y sumido en un silencio de pájaros, el periódico que recibí y que desinfecté con una mezcla de Clorox y de agua, reseñaba el galope del que el primer ministro de Francia haa llamado el enemigo invisible”. ESTADÍSTICA.

      En Colombia las cosas no iban mejor. ESTADÍSTICA. Pero de los 41 contagiados nuevos de ese día, ninguno pertenecía a Bogotá. La ciudad llevaba la delantera, pero el confinamiento, tomado con la esperanza recurrente a la que era fácil y necesario aferrarse parea enviar señales positivas.

      Era necesario tenerlas. Aunque el simulacro estaba previsto para cuatro días que terminarían en lunes festivo SANTO 23 de marzo, el sino del único y salvador bloqueo del virus era el encierro. La alcaldesa Claudia pez, erigida manifiestamente como una persona decidida y puesta a la altura de la circunstancia, haa anunciado que seguiría hasta el martes 24 de marzo y esa misma noche, empataría con la primeriza cuarentena decretada por el presidente de la república Iván Duque hasta el 13 de abril y que seguramente continuaría por otros 20 días, pues estos coincidían con los períodos de sevicia del virus.

      Estábamos confinados. Pero no estábamos solos. Hacíamos parte de un ejército de mil millones de personas a quienes la vida, el mundo que conocíamos, nos había cambiado de la noche a la mañana. El encierro en los lugares de habitación era nuestra única esperanza. La visita a mi madre correspondía a una excepción de amor y de comprensible preocupación por quien, pese a su admirable autonomía de vivir sola y sin dependencias en su edad casi centenaria, necesitaba unos recursos de apoyo mínimo para el largo confinamiento que se avecinaba.

      Carlos Gustavo Álvarez Año 202Uno

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      ImageLa peste del insomnio

      El 13 de enero, las tres sedes de Homeopatía Mercy en Bogotá, y la de Medellín, abrieron las puertas a una romería de afanosos compradores. Era previsible la avalancha.

      Un receso laboral las mantuvo cerradas por 15 días, y había impaciencia por conseguir los demandados productos de esta visionaria empresa, creada hace 52 años por los doctores Fabio Gaviria y Carlos Fierro.

      Se enunciaban pedidos por el Influmax para la gripe, la Miel de Lobelia, el Rescate, el jarabe Melissa Off 3.X, las esencias florales y los colirios. Pero las voces se escuchaban unísonas y convergían alrededor de MaxDream, la antigua Salvia Pasiflora, quintaesencia que desde hace más de 30 años remedia el insomnio crónico.

      ¿Duerme usted bien, apreciada lectora, estimado lector?

      ¿Concilia el sueño rápidamente y tiene la mágica experiencia de abrir los ojos al otro día luego de, por lo menos, seis horas de sueño continuo? ¿Puede hacer eso, pero con la ayuda de pastillas, gotas, infusiones o asomos de plantas, que le ahorran la pesadilla de pasar la noche en vela, de tener un sueño frágil como alas de mariposa que quiebra el más mínimo ruido, de despertarse a las 3 de la mañana?

      ImagePronto se celebrará el Día Mundial del Sueño, el tercer viernes de marzo, y volverá a plantearse con estadísticas de espanto lo que la Organización Mundial de la Salud considera ya como una epidemia que puede derivar en trastornos neurológicos y cardiovasculares. Y que, en sus estados más avanzados, para no decir agónicos, se convierte en ansiedad y depresión, y que es, sin duda, una abducción del ánimo y las ganas de vivir.

      Los llamados “trastornos del sueño” comprenden muchas manifestaciones: síndrome de las piernas inquietas, peligrosas apneas, narcolepsia, alteraciones del ritmo circadiano y de la conducta durante el sueño REM, hipersomnia idiopática y parasomnias, y el que es, de lejos, el campeón de las congojas del descanso: el insomnio.

      Con este último se agosta uno de los tres pilares de la salud, que acompaña a la dieta equilibrada y el ejercicio regular. Y la peste del insomnio, que alguna vez Rebeca llevó a Macondo, hoy está extendida por el mundo, afectando, ya casi, a media humanidad.

      ¿Por qué no dormimos bien? La larga e interminable lista de causas comprende el estrés, comidas inconvenientes, la extensión del escritorio a la cama, angustias económicas y existenciales, presencia en las habitaciones de una tecnología invasiva, la poca atención que prestamos a la calidad de aliados como almohadas y camas, la edad… y sigue un largo e insomne etcétera.

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