Resiliencia contra el desaliento. Francisco Javier Reyes Ruiz
Resiliencia contra el desaliento.
Investigación en educación ambiental
se terminó de editar en octubre de 2019
en las oficinas de la Editorial Universitaria,
José Bonifacio Andrada 2679, Col. Lomas de Guevara, 44657 Zapopan, Jalisco.
Conversión gestionada por:
Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it ® 2019.
+52 (55) 52 54 38 52
En la formación de este libro se utilizaron las familias tipográficas Minion Pro, diseñada por Robert Slimbach, y Ronnia, diseñada por Veronika Burian y José Scaglione.
Índice
Elba Castro Rosales
Francisco Javier Reyes Ruiz
Contribuciones del juego a la construcción de una pedagogía de la educación ambiental
Ana Laura Aranda Chávez
Francisco Javier Reyes Ruiz
La comunicación en los procesos de educación ambiental
Raquel Aparicio
Elba Castro Rosales
Representaciones sociales del medio ambiente, educación ambiental y sustentabilidad
Juan Manuel Pons Gutiérrez
Teresita del Niño Jesús Maldonado Salazar
Las competencias para la sustentabilidad en estudiantes de bachillerato: estudio de caso
Ruth Padilla Muñoz
Rocío Guerrero Santana
Brenda Luna Chávez
Perspectiva ambiental en la Universidad Intercultural de San Luis Potosí: un acercamiento crítico
Héctor González Picazo
Mercadotecnia social en beneficio de la comunidad y conservación de la biodiversidad
Marissa Anzueto
Itala Yépez
Autores
Presentación
Elba Castro Rosales
Francisco Javier Reyes Ruiz
Arribamos al siglo xxi con evidentes sacudidas planetarias. Al cambio climático se asocian escenarios de cataclismos ecológicos, acompañados de profundas crisis financieras por el agotamiento del modelo económico, migraciones que golpean a sectores cada vez más amplios y empobrecidos por la “mano invisible del mercado”, entre otros componentes de la policrisis que hoy se vive. Frente a esta realidad se aprecia una sociedad que presenta limitaciones políticas y de formación ciudadana para generar transformaciones sustantivas y resolver el acelerado y profundo deterioro ambiental.
El crítico panorama que hoy se enfrenta exige desarrollar una formación ambiental que ayude a que los principios de la sustentabilidad se expresen en las personas, en las localidades y en la sociedad global. Este requerimiento complejo con frecuencia se ha reducido a la demanda de conocimientos hiperespecializados sobre el medio ambiente a fin de manejarlo o administrarlo “mejor”. Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (ocde) (Torrent, 2004), el campo ambiental laboral está en crecimiento y, además, presenta un panorama diverso de acuerdo con el tipo de empleos que se requieren y se requerirán. Algunos estudios (Torrent, 2000; Ramos, 2002; Valero, 2012) precisan que este incremento se dará más en las áreas técnicas tales como consultoría y evaluación de impacto ambiental (21%), sistemas de gestión de la calidad y medio ambiente (21%), tecnología ambiental industrial (20%), gestión del medio natural (10%), gestión ambiental en la administración (8%), formación y educación ambiental (5%), investigación (3%) y otros (3%). No extraña que el mercado laboral haga crecer sus expectativas para superar esta crisis mediante la administración y la generación y aplicación de la tecnología, es decir, con una visión remedial. El problema de atisbar la crisis bajo una perspectiva reduccionista, como la que presentan estas tendencias, es que las “soluciones” desestiman la acción ciudadana requerida, al confundir el ejercicio profesional y su compromiso social con el mercado de servicios y su desarrollo. Bajo esta visión especializada ligada al campo profesional-laboral, difícilmente se da el aprendizaje que permite renovar la relación de la sociedad con la naturaleza en los diferentes contextos planetarios.
Lo anterior evidencia que por más visible que sea la degradación ambiental en cualquiera de sus manifestaciones, se requiere de intervenciones de una educación ambiental (ea) que propicie en las profesiones, y en el resto de la sociedad, un rechazo ético a la normalidad impuesta por el proyecto civilizatorio que domina. Así lo dice el Consejo Mexicano de Estudios de Posgrado (2015).1 La pedagogía del desastre tampoco ha generado aprendizajes suficientes, por el contrario, las desgracias han sido integradas a la sociedad del espectáculo, por lo que es más fácil observar que en medio de ellas, la gente se guarece en el individualismo y/o en la rapiña colectiva.
La formación requerida, particularmente en la educación superior, para construir la resiliencia social demanda un proceso pedagógico en el que se desarrollen, entre otras, las siguientes premisas: i) superar la incapacidad de diálogo existente entre las diversas disciplinas, asunto que comienza por inducir en éstas la formulación de preguntas sobre su papel histórico en la degradación ambiental. Tal actitud autocrítica predispone una apertura ética y comunicativa con el resto de las disciplinas para trabajar conjuntamente. Sin embargo, de una manera paradójica, el proceso de construcción interdisciplinar requerirá del dominio de un área del conocimiento para generar respuestas complejas; ii) convertir a los científicos en actores sociales involucrados en la interpretación y solución de los problemas. El reto es estrechar el vínculo entre sujeto y objeto de conocimiento, lazo que se genera al plantearse preguntas éticas dado que ese “objeto” está vivo y es con el que hemos desarrollado una relación de dominio antes que cualquier otra; iii) aprender a dialogar con otros conocimientos no científicos, esto es, reinventar los procesos de investigación en todas sus etapas, especialmente en los