Fundamentos teóricos e históricos de la dirección y la actuación escénicas. Rolando Hernández Jaime

Fundamentos teóricos e históricos de la dirección y la actuación escénicas - Rolando Hernández Jaime


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del teatro

      1.1.1 El teatro, un arte colectivo

      Uno de los elementos esenciales del teatro dramático, y del teatro en general, es su carácter colectivo, pues en él intervienen muchos creadores que, a su vez, representan diferentes artes, técnicas y maneras de hacer. De la unión del multifacético conjunto de elementos artísticos y no artísticos que intervienen en su producción y de la alianza integradora y colectiva de la actividad de los diferentes especialistas artífices de esos elementos, surge el auténtico arte teatral.

      La individualidad creadora y la esencia de su arte se conserva íntegra en cada uno de los artistas y especialistas que participan en el proceso de puesta en escena de la obra dramática, pero el resultado final debe ser una profunda integración de sus individualidades al colectivo, que debe funcionar como un sistema. La única forma posible para que esa multiplicidad de recursos y personalidades que producen el teatro logre la imprescindible unidad que a toda obra de arte le es inherente, es la conformación de un colectivo humano que funcione como un organismo o sistema integral, en el que los objetivos funcionales coincidan en todos sus integrantes.

      Por tanto, el teatro es el arte en que no solo se reflejan de manera más directa los problemas sociales y humanos, sino también aquel para cuyo feliz funcionamiento es imprescindible —como en la sociedad— la colectivización de su vida interna.

      1.1.2 El teatro, arte de síntesis

      El principio de la síntesis está íntimamente relacionado con el anterior (la colectividad), pues también tiene que ver con ese amplio conjunto de elementos que integran el arte teatral. En primer lugar, tenemos que en el teatro se funden todas las demás manifestaciones artísticas:

       La literatura, mediante el texto dramatúrgico.

       La música, en su forma pura y directa o mediante la inserción, en el desarrollo de la acción dramática, de muchos de sus elementos técnicos y de sus múltiples formas de realización.

       La danza, también en su forma pura y directa o con el empleo de muchos de los recursos expresivos del cuerpo que ella utiliza y de sus recursos coreográficos.

       Las artes plásticas, en la escenografía, la utilería, el mobiliario, el diseño de vestuario y de iluminación, y en otros muchos momentos del espectáculo.

       El cine, hijo mayor del teatro, también de múltiples maneras se inserta en el espectáculo teatral, cuando sus imágenes en movimiento apoyan la acción dramática.

      Todas las artes, con su infinidad de variantes y formas de concretarse, se integran y sintetizan en el teatro, pues cada una pasa a constituirse en parte integrante del fenómeno teatral.

      En segundo lugar, otro conjunto de componentes que se sintetizan en el teatro son los propios y exclusivos de su original naturaleza como arte:

       El empleo de la acción y sus múltiples formas de manifestarse en el obrar humano.

       La naturaleza del actor en su doble condición: como sujeto, instrumento o recurso para la creación teatral (de la cual constituye la esencia misma) y como objeto de la creación artística (que surge de él y se concreta en su propio cuerpo).

       El reflejo de la condición dramática del ser humano a través de los recursos de la dramaturgia y de la puesta en escena.

      Uno de los rasgos esenciales del teatro lo constituye esta síntesis de los diferentes componentes que en él se integran, por cuanto, además del trabajo del actor, del reflejo de la acción y de los recursos del drama, que son distintivos y propios de la actividad teatral, todos los demás elementos, artísticos y no artísticos, de los que se vale el teatro no solo tienen vida propia e independiente, sino que son expresiones muy fuertes de las formas en que se manifiesta la creatividad humana. Pero todos los matices que caracterizan esas otras formas que se funden en el teatro, pierden su individualidad e independencia para pasar a ser elementos integrantes de esta expresión artística.

      A la síntesis teatral, en el sentido de unión indisoluble de las disímiles técnicas y aspectos de la vida y el arte que en ella confluyen, se une otro factor de esa condensación: todos los elementos que aparecen en el teatro deben reflejarse solo en sus características esenciales, libres de todos los detalles superfluos que en sus expresiones originales puedan tener en la vida cotidiana; o sea que se integran a este nuevo arte de forma sintetizada.

      Una de las razones que obligan a esta síntesis en el teatro es el manejo del tiempo, ya que, independientemente de la extensión de las historias, los fenómenos y las acciones que en él se exponen, estos deben ser resumidos en un corto plazo, lo que obliga a condensar lo tratado, a sintetizarlo, a reflejar en escena únicamente sus expresiones principales y básicas. Esta condensación del tiempo y la acción, obliga a la condensación de todos los recursos técnicos y formales que deben emplearse en la materialización y concreción del hecho teatral.

      La síntesis del arte teatral solo es posible a partir de la acción integradora de los diferentes artistas y técnicos que en su realización intervienen. En ello radica, esencialmente, la obligada necesidad de que el teatro sea un arte de creación eminentemente colectiva, como expliqué en el principio anterior. Solo en la cohesión y colectividad del equipo que lo produce, está la garantía del éxito de esta manifestación artística.

      La síntesis artística y funcional en el teatro se produce, por tanto, en todos sus planos: visual, auditivo, espacial, literario y sígnico. En la comunión de todos ellos está una de las características esenciales de esta manifestación del arte.

      A partir de la síntesis, en la obra resultante se produce la unión armónica de los principios y conceptos creadores de los realizadores de la puesta en escena. De esta unión dialéctica de síntesis entre creadores y creación surge la poesía de la escena.

      1.1.3 El actor, portador de lo específicamente teatral

      En el colectivo que se integra para producir un espectáculo teatral se destaca el actor, y esto es así por múltiples razones. Principalmente, porque el actor es quien realiza en la escena, como el ser humano en la vida real, las acciones que son parte de ella; así que el actor es importante no por sí mismo, sino porque es el vehículo a través del cual se concreta la acción dramática.

      En el trabajo del actor se resumen todos los aspectos esenciales que caracterizan el teatro, pues el actor es el único creador que puede asumir en sí la mayor parte de las funciones de esta expresión artística. Él puede escribir la obra que va a representar, puede autodirigirse —si es capaz de hacerlo—, puede diseñar y realizar su escenografía, su vestuario y demás dispositivos que utilizará en su actuación; por la importante razón de que todos estos componentes se realizan para complementar su actividad.

      Lo anterior no contradice ninguno de los dos principios ya enunciados, pero es muy poco frecuente encontrar un talento suficiente como para abarcar esas múltiples y complejas funciones con la efectividad que ellas exigen; además, ya para la presentación del espectáculo completo, el actor va a necesitar del trabajo de otros técnicos y colaboradores.

      Pero el actor es portador de lo específicamente teatral, no solo por estas condiciones, sino también y, sobre todo, por algo más importante y definitorio —que mencioné al inicio de este apartado y ahora reitero y amplío—, por ser él quien ejecuta lo más trascendental en el arte dramático: la acción escénica, factor básico del teatro. Si el actor es significativo en este arte, es precisamente porque corresponde exclusivamente a él la realización directa de la acción, a la que se subordina su propio trabajo y el de todo el aparataje teatral que se pone en función de su actividad.

      En conclusión, es el actor, con toda justeza, quien concreta en sí mismo lo esencial del teatro. Ello no implica, en ningún momento, que los demás creadores teatrales carezcan de importancia ni que su creación pueda ser relegada a un segundo plano. La labor de todos, como ya quedó dicho en los principios anteriores, es igualmente significativa, lo que ocurre es que en la estructura teatral históricamente determinada, de las siete partes del iceberg, al actor le ha correspondido jugar el papel de su


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