Prosas y poemas a mi estilo. Horacio García

Prosas y poemas a mi estilo - Horacio García


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a ellos y el tiempo juntos adquiere calidad, no hay reclamos ni reproches, se torna más interesante, porque en realidad no dependo de su visita, que siempre recibo con mucha alegría, ni vivo pendiente de lo que hacen o de sus cosas, solo por si me necesitan, pero ellos saben que cuentan conmigo, porque tengo vida propia y estoy orgulloso de eso. En definitiva, franja etaria, generación evolucionada, adultos mayores, no sé, yo solo sé que soy Horacio, que tengo 61 años bien transitados, que cada día me levanto con ganas de reinventarme, que agradezco y celebro la vida, que me gusta mi trabajo, que disfruto mi hobby de escribir, que me encanta que otros me lean, haber aprendido a dejar salir sentimientos, haber perdido los miedos y la vergüenza del qué dirán, conocer la herramienta maravillosa que es internet y la gran comunicación que me permite, la enorme cantidad de vínculos que me dejan crecer y por supuesto disfrutar mis afectos. Quizás en algún punto te sientas identificado, a lo mejor actuás o pensás parecido a mí, en lo personal me encanta y sé que compartimos cosas, que podemos ser amigos y, la verdad, lo importante es que existimos, mientras tanto, ustedes, muchachos, pónganle el nombre que quieran...

       Fantasía y deseo

      Soy un extraño en tu cuarto, una silueta entre sombras, que te observa sin nombrarte, quien te provoca suspiros, quien estremece tu alma, el que busca tus secretos, tu anhelos, quien acaricia tu pelo, con paciencia, con desvelo, pero en silencio profundo, para que siga tu sueño. Soy el que besa tus miedos y altera tus fantasías, para que vean la luz y se junten con las mías.

      Soy el que invade tu mundo, en sigilo, sin permiso, presente sin que lo notes, quien se refleja en tus ojos, que iluminan cada noche, quien arde solo de verte y te desea en penumbras, tan sensual, tan mujer, tan femenina, quizás como el horizonte, más me acerco, más lejana, sintiéndote yo tan mía.

      Soy un ladrón temeroso, no quiero ser descubierto, me quedo viendo tu cuerpo, como un lobo contenido, quien acrecienta su hambre, su latir y sus sentidos.

      Puede el deseo matarme, hervir la sangre en mis venas, arder mi piel y mi aliento, que te besa sin rozarte, te acaricia sin tocarte, que se estremece y se pierde más allá de tus mareas.

      Furtivo acecho en la noche, solo por verte dormida, ansiando estar a tu lado, que me abraces, me acaricies, sentir las pieles unidas, rozar tu cuerpo sería el éxtasis, el clímax, poesía, tu calor, nuestro mayor goce, pero frenar mi pasión solo es morir de agonía.

      Te hago el amor en mi mente, entre sábanas de seda, tu cuerpo, mi refugio, mi utopía, mi quimera, tus formas me desesperan, son un camino prohibido, que recorro sin demora, explorando a cada paso, con mis labios encendidos, tu rincones, tus límites, tu frontera.

      Pretendo no dejar huella, irme sin que me veas, pero siento que lo hiciste, porque tu cuerpo se mueve, en una suave cadencia, tus colores se acentúan, de pronto te ponés tensa, dejás danzar a tu alma, frenesí de tus caderas, para luego descansar en una muy dulce calma.

      Sensaciones encontradas, pasiones desenfrenadas, espacios de mil colores, placeres desconocidos, y tu boca que me quema, me llama, me incita y me consume en su flama.

      Pero todo se termina, debo salir de tu mente, así como me creaste, me dejás en la mañana, cruel ser una fantasía en tiempos de la partida, quizás, aunque no lo creas, despierta, vos me recuerdes y quizás hasta me extrañes y vas a esperar la noche, para dormirte con prisa, para soñar con esmero, rescatarme del olvido, para invitarme a tus ansias, para volvernos a amar, para ofrecerme tus ganas.

      Simplemente, nos encontramos en sueños, a la misma hora, hasta mañana.

      ¿Qué es un don?, creo que la mayoría lo identificamos como algo que tiene valor, muchas veces se utiliza agregado al nombre como una señal de respeto, justamente de alguien a quien consideramos importante. Una palabra que encierra magia en sí misma, cuando decimos tiene un don, es porque destacamos algo en una persona, eso que hace y llama la atención, por su excelencia o por su extrañeza, pero que sin duda es especial. Me produce un interrogante, solo un reducido número fue dotado de dones, o quizás lo importante radica en que pudieron darse cuenta de que los tenían. Hola, recién te veo, yo aquí, con mis reflexiones en voz alta, sentado a la compu, contame cómo estás, yo, pese a todo, siempre esperanzado, la familia bien, también yo, espero que vos y los tuyos lo estén, como de costumbre despierto temprano, justo vi que estabas conectado, aprovecho a retomar un poco estas charlas íntimas, sabés, me gusta filosofar juntos, quizás en cierta manera me ayuda a entender cosas, a crecer, estaba pensando en voz alta, decime, ¿alguna vez te planteaste si tenías un don, o la vida y el caminar de todos los días hicieron que nunca te lo preguntaras?, o quizás lo ocultaste por temor, sí, muy dentro de vos, cerrado con siete llaves y, si es así, ¿por qué no querés que se vea?, por timidez, por inseguridad o porque en cierta forma el temor a lo nuevo, a los desafíos, a tomar decisiones es más fuerte. Corre por mi cuenta, pero yo pienso que todos fueron dotados con dones y quizá no usarlos es ser egoísta, sí, con los demás y consigo mismo. Claro, primero hay que aprender a amarse, sentir que uno es valioso, descartar de plano todo concepto de baja estima y también muchos falsos consejos, no es mi forma de ser, descalificar a quienes opinan, pero cuidado que muchas veces lo hacen desde su propia inseguridad, de su frustración personal y son los primeros en decirte que no hagas tal cosa, que tengas cuidado, que eso no sirve o es una tontería. Amarte significa que podés amar a los demás, estar vivo, que sos importante, único y valioso y siempre el dueño de tus decisiones, claro, eso es libertad y trae obligaciones y requiere valentía, audacia, salir de la zona de confort, dejar prejuicios, apegos y en definitiva, responsabilidad y crecimiento. A veces nuestros afectos, el entorno más cercano, no digo a propósito, pero tiende a no valorarnos, a creer que no somos capaces de superarnos, cumplir sueños o metas y quizás por celos o miedo a perdernos. Pero estoy seguro de que dentro de vos está eso que siempre quisiste, eso que te hace feliz y con lo que sentís que desaparece el tiempo cuando lo hacés, que estás liviano, que no te pesa, ¿por qué no lo dejás salir?, ¿qué tal si lo intentás?, atrevete, a lo mejor es un cambio que necesitás en tu vida para evolucionar y también, por qué no, una herramienta para que otros evolucionen. Acordate, cuando tengas una pausa, cuando pienses un ratito en silencio y analices lo que hablamos, todos tienen dones, ninguno igual al otro, pero seguro que el que tenés también te hace especial y no tengo dudas de que debe ser hermoso, si lo averiguás, lo dejás salir, contámelo, a mí me pondrá feliz, contáselo al mundo, no tengo dudas de que seguro va a ser mejor. Me debés el café, te mando un abrazo y el cariño de siempre, sabés que me encanta que charlemos, tu amigo virtual.

      Todos conocemos historias, ¿quién alguna vez no vio situaciones, vidas, amores prohibidos?, esta es una más...

      Claudio la admiraba en silencio, él la veía inalcanzable, prohibida, quizás fue eso, la quimera de lo imposible, lo que alentaba sus sueños. María trabajaba con él hacía varios años, una mujer como tantas, ambos empleados de una gran cadena de comercios, ella casada, dos hijos, supervisora del área de perfumes y cosméticos, él vendedor de electro, también en pareja hacía un tiempo, transcurrían la jornada de trabajo a pocos metros y cada día, cada instante, él la veía. Ella, perfecta en su uniforme, siempre su cabello arreglado, el maquillaje impecable, de camisa y pollera ajustadas, que acentuaban sus formas y que él comparaba con esas estatuas antiguas de diosas griegas, su caminar grácil y femenino, su sonrisa permanente, su voz cristalina, agradable, su trato amable, no hacían más que alimentar sus sensaciones y volvía más intenso su oculto deseo. Solo compartían alguna palabra a la hora del almuerzo, pero generalmente con otros empleados, nunca un diálogo de a dos, pero sus ojos solían cruzarse, casi en forma casual, un segundo, donde las miradas se tornaban intensas, se diría que el tiempo paraba y que se decían mil cosas sin hablar, ambos sabían que no estaba bien, que tenían sus vidas, pero seguían sin poder evitar esas miradas cómplices. María trataba de no pensar, hacía su trabajo y volvía a su casa cada día, a retomar la rutina con su familia, los quehaceres, sus hijos, su esposo, una vida normal, él a la salida compartía un rato con sus amigos y después regresaba al hogar con su mujer. y así transcurría el tiempo, cada uno esperando el momento de cruzar sus miradas, infieles, pecadores, merecedores de la hoguera y el escarnio público o amantes, devotos de la pasión, el placer y el deseo. María cada noche con su almohada tenía discusiones,


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