No tengas miedo... Actúa. Mª Amparo Gimeno Tamarit
en su hija hacia que al apagar la luz de su cuarto, viera en ella a su mujer, y diera rienda suelta a sus recuerdos, se reconfortaba viendo a su hija como se convertía en una hermosa señora y cada vez era más parecida a su madre.
Tal vez por ser su única hija, temía que no fuera feliz. A medida que lo iba conociendo, cada vez menos le gustaba Javier.
Y él no era tonto, no había que explicarle nada.
—Es que tu padre no me quiere— le decía —pero soy yo el que no quiero nada de él— insistía haciéndole daño donde a ella más le dolía.
Javier estaba celoso hasta del padre de María porque era un hombre que se había hecho a sí mismo y que vivía holgadamente de su trabajo. Seguro que no era trigo limpio, pensaba él.
En su siguiente carta salieron a relucir las temidas relaciones sexuales, ella no estaba dispuesta ni a hablar del tema, él por el contrario parecía obsesionado, hasta el momento había respetado su decisión pero ahora se le hacía cuesta arriba, por la distancia, por su naturaleza.
“Estoy por completo dispuesto a entregarme a ti. Casi nunca pienso en el sexo, son las mujeres las que me incitan. Por supuesto pienso en casarme contigo y tener hijos. Quiero y te ordeno que me digas lo que sientes por mí”.
María contestaba con interés todas sus cartas y siempre le contaba lo que hacía cada día y cuanto le quería.
Ella se abrió a Julia y le contó las ganas que tenían los dos de ser por completo el uno del otro. Julia le dijo— chica si mi chico y yo, ya hace tiempo que lo hacemos— María se quedó “ojiplática”, nueva palabra para la Real Academia.
—Ah, ¿y nunca pensabas contármelo? Mala amiga— acertó a decirle medio enfadada y medio en broma.
—Hagas lo que hagas, no lo dudes. Hazlo. Ya tendrás tiempo de arrepentirte o no, pero como mínimo lo habrás vivido— sabias palabras de una amiga a otra.
—¿Verdad que es guapo?— seguía María.
—La belleza está en nuestros ojos, ellos te enseñan a ver lo que tu después decides si es o no hermoso.
—Caray como estas hoy Julia— y se despidieron.
A Julia aquella última carta no le hizo la menor gracia…”las mujeres me incitan... te ordeno...”.
Todo aquello no le sonaba normal de una persona que te quiere y está cuerda.
Hablar de matrimonio por carta estaba bien, pero otra cosa es hablar en serio. Ambos son jóvenes, tienen que aprender a ganarse el pan, aprender a vivir, aprender a convivir.
Ellos piensan que ya lo saben todo, pero que equivocados están. Ahora son jóvenes, les encanta vivir y hacerlo sin miedos.
Qué locura. Por un momento María lo pensó en serio y lo seguiría pensando. A ella también le apetecía vivir con él, alejarse un poco del dominio de su padre pero seguirle de cerca. Tal vez pudiesen encontrar una casa cerca de él.
Pero como se lo iba a decir si todavía les faltaba más de medio año para que volviera.
Siguiente carta:
“Querida y amada María… aparte de que me quieras como a nada en el mundo, me alegro de que sientas celos.
Cuando estemos juntos quemaremos estos recuerdos y dejándolos en ceniza. Tu última carta me ha llenado tanto de ti que nunca morirás para mí porque estas llena de vida y yo quiero esa vida para mí.
Quiero estar a tu lado, mejilla contra mejilla, corazón con corazón. Eres una mujer maravillosa y debes superar por mi esas debilidades y yo te hare la mujer más feliz del mundo.
Nunca he sentido la necesidad de estar cerca de algo que es mío, de un corazón, de unos sentimientos, de tu alma, de tus pensamientos… hasta ahora.
Quiero que la rosa que he cortado del jardín inmenso de la tierra tenga los pétalos fuertes para que pueda aguantar cuando lleguen mi lluvia, mi viento, que sean fuertes para cobijarme en ellos y de terciopelo para que me acaricien tiernamente”.
La cabeza de María es una hoguera a punto de estallar. No entiende nada. Sabe que Javier la quiere, pero tan pronto está lleno de maldiciones y odios, como todo le parece bien.
Gracias a Dios esto ya se acaba y podremos saber que va a pasar con ellos. Me quema un poco.
Me gustaría poder decirle a María ten cuidado. Relee las cartas, desde la primera se está mostrando como es pero tú no lo ves.
Te romperá el corazón como poco, simplemente por no hacer lo que a él le gustaría.
A éstas cartas les siguieron otras muchas. Cortas, largas, amorosas, odiosas. Así un año entero.
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