Técnicas de apoyo psicológico y social en situaciones de crisis. SANT0208. Sonia Núñez Fernández
como base del conocimiento que un Técnico en Transporte Sanitario debe tener para desarrollar un correcto apoyo psicológico y social en situaciones de crisis. Sin embargo, además de esta visión general, es necesario profundizar en el proceso de enfermar para comprender las especiales situaciones por las que pasan los pacientes y usuarios del servicio en el que el técnico participa.
El proceso de enfermar, como todo proceso, comprende diferentes etapas. No se encuentra igual una persona que comienza a sentir malestar que aquella a la que acaban de diagnosticar de una enfermedad grave, ni la que ya convive con un tratamiento.
Por otra parte, emocionalmente los pacientes varían mucho entre sí, no dependiendo solo del momento en el que se encuentre el usuario, sino también influido sustancialmente por la personalidad y el contexto social que le rodea.
El apoyo social es definido por la presencia o ausencia relativa de recursos de apoyo psicológico provenientes de otras personas significativas. En otras palabras, la disponibilidad de ayuda proveniente de otras personas.
Se encuentra ampliamente documentado que quienes cuentan con una red social amplia y son conscientes de este apoyo social tienen un menor índice de abandono de los tratamientos prescritos, sufren menos trastornos psicológicos y mantienen las ganas de vivir y luchar durante más tiempo.
En contraposición, ante una percepción de falta de apoyo social pueden aparecer experiencias, como la ansiedad, la desvalorización y el desarraigo durante la enfermedad, que influyen negativamente en la recuperación de la persona.
Es necesario puntualizar, llegados a este punto, que estos efectos no son los extremos de un continuo, es decir, no se trata de que sufra ansiedad solo quien no cuente con apoyo social, sino que cuantos más sintamos presente la red social menos desarraigados e infravalorados nos sentimos, y con menos ansiedad. Aunque todas estas sensaciones y experiencias pueden vivirse en una misma persona en momentos diferentes.
5.1 Ansiedad
La Real Academia de la Lengua Española define la ansiedad de la siguiente forma:
1 Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo.
2 Med. Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos.
La ansiedad tiene dos caras: por una parte, es una reacción natural del organismo ante una situación estresante que nos ayuda a afrontarla; por otra, puede incrementar el malestar de la persona si se mantiene en el tiempo.
Es natural que ante una situación nueva y un tanto desagradable se sienta una ansiedad inicial. Esta puede ayudar al paciente a buscar un médico, a aceptar el tratamiento, cambiar malos hábitos, etc. Puede ser muy positiva si el enfermo afronta con optimismo la situación quizás no vuelva a experimentarla.
Sin embargo, si la ansiedad va en aumento, lejos de contribuir a una mejora de la persona, se convierte en algo difícil de tolerar, y deberá ser abordado por profesionales sanitarios.
5.2 Desarraigo
El desarraigo aparece cuando se cortan los vínculos afectivos de alguien.
Las personas enfermas tienen que enfrentarse a diferentes impedimentos: hospitalizaciones, numerosas citas médicas, reposo, tratamientos que precisan de mucho tiempo (como la diálisis de pacientes con insuficiencia renal), cambios en su dieta, etc. Es común y casi inevitable que sufran un cambio en su rutina.
Por ejemplo, si un enfermo debe darse de baja laboral en su puesto de trabajo durante un tiempo prolongado, a causa de su enfermedad, la relación constante con sus compañeros cambiará. Si nos vemos impedidos físicamente es posible que tengamos que abandonar nuestro deporte favorito o la asociación en la que colaborábamos. Todas estas son algunas de las posibilidades por las que el enfermo puede sentirse desarraigado.
5.3 Desvalorización
Por otra parte, la persona enferma puede convertirse en dependiente de otra, debido a su enfermedad. Este hecho puede influir gravemente en la autopercepción de esta, ya que de ser productiva y con muchas responsabilidades pase a considerarse una “carga”. A pesar de que los cuidadores pongan todo su esfuerzo en mejorar la vida del enfermo, quizá este último se sienta desvalorizado, es decir, como si se le hubiese arrebatado su prestigio, su lugar.
Hoy en día existen multitud de enfermedades que se siguen considerando tabú, puesto que “etiquetan” no solo un trastorno sino a quien lo sufre. No es lo mismo afirmar en nuestra sociedad que se sufre cáncer a sida. Todavía ante la segunda mucha gente reacciona culpabilizando al enfermo y/o rechazándolo. Incluso muchas enfermedades mentales no son entendidas y suponen a quienes la padecen no solo un hándicap como paciente, sino socialmente. Probablemente se sienta desvalorizado.
6. Principales mecanismos de adaptación psicológicos ante la vivencia de la enfermedad
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define lo siguiente:
La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
Gracias a esta definición entendemos la importancia del contexto social y el bienestar psicológico de todas las personas, incluidas las que padecen una enfermedad física.
Cada persona experimenta la salud y la enfermedad de manera diferente y el cómo lo hace condiciona el significado que da a tales experiencias.
En general, las personas enfermas actúan de una forma especial frente a su estado, esto se denomina conducta de enfermedad. La conducta de enfermedad implica cómo el enfermo define e interpreta sus síntomas, adopta acciones y hace uso del sistema sanitario. Existe una gran variabilidad en la forma en la que las personas reaccionan frente a la enfermedad.
Algunas de las reacciones psicológicas que se manifiestan ante la enfermedad son:
Superación de la enfermedad, serenidad, deseo de curarse y colaboración.
Resignación y replanteamiento de la vida si se trata de una enfermedad crónica.
Reacción de ansiedad.
Entrega a la enfermedad: desde un punto de vista masoquista (querer vivir el dolor intensamente) o hipocondríaco (buscar más síntomas o enfermedades de las reales).
Negación de la realidad parcial o totalmente.
Inculpación: especialmente en aquellas enfermedades relacionadas con hábitos perjudiciales para la salud, como el tabaquismo.
Optimismo: en el que se ve la enfermedad como un reto a superar.
Racionalización: se busca el por qué de la enfermedad.
Algunas personas se vuelcan en su religión.
La enfermedad tiene dos caras, como las que la cultura asiática otorga a la palabra “crisis”. En Japón se traduce como “peligro” y como “oportunidad”. Dependiendo de la personalidad, la situación particular y las redes sociales de cada paciente, este puede interpretar su situación como un obstáculo que desestabiliza su vida o como una oportunidad para enmendar sus conductas no saludables, así como para cambiar sus prioridades. Muchas personas hablan de que su vida es mucho más feliz y cobra un mayor sentido tras sufrir una enfermedad, puesto que la familia comienza a estar por encima del trabajo, conoce cuáles son los verdaderos amigos, descubre su capacidad para superar sus propios límites, etc.
Por todo ello, el Técnico de transporte sanitario no debe dar por sentado que un enfermo es una persona triste, porque puede ser muy positiva o viceversa. Es muy importante que el profesional observe tanto la comunicación oral como la no verbal adaptándose a cada usuario y sus familiares