De Adviento a Pentecostés. Patrik Regan

De Adviento a Pentecostés - Patrik Regan


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25,34-36, en la que el rey invita a los que están a su derecha a venir y tomar posesión del reino preparado para ellos. La petición concuerda perfectamente con el contenido escatológico de las lecturas del primer domingo.

      La oración colecta del segundo domingo del Misal Romano de 1962 era otra de las oraciones Excita:

      Despierta, Señor, nuestros corazones para que preparemos los caminos de tu Unigénito…

      Se ha situado el jueves de la segunda semana. Y en su lugar hay otra oración tomada del Gelasiano Vetus (GeV 1153):

      Dios todopoderoso, rico en misericordia,

      no permitas que,

      cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo,

      lo impidan los afanes terrenales,

      para que, aprendiendo la sabiduría celestial,

      podamos participar plenamente de su vida.

      Aquí también se percibe un tono escatológico. La petición de no estar impedidos por los afanes terrenales in occursum festinantes o «cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo», como las vírgenes prudentes de Mateo 25,6 cuando se les anuncia a medianoche que ha llegado el esposo que esperan y salen a su encuentro. Por tanto, las oraciones colectas de los dos primeros domingos hacen referencia a la parusía del Señor.

      Oh Dios,

      que contemplas cómo tu pueblo

      espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor,

      concédenos llegar a la alegría

      de tan gran acontecimiento de salvación

      y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante.

      La mención de «la alegría de tan gran acontecimiento de salvación» y el «júbilo desbordante» hacen eco del tradicional introito del tercer domingo, Gaudete in Domino semper (Alegraos siempre en el Señor). El relato bíblico del cual se toma esta exhortación, Filipenses 4,4-5, se lee en el ciclo C. La primera lectura en ese año, Zacarías 3,14-18a, pide varias veces a la hija Sión que se regocije ante la presencia del rey de Israel, el Señor, en medio de ella. En el ciclo B, las dos lecturas anteriores al evangelio, Isaías 61,1-2a.10-11 y 1 Tesalonicenses 5,16-24, contienen muchas referencias a la alegría, como la primera lectura del ciclo A, Isaías 35,1-6a.10. Expresiones de gozo y alegría, regocijo y júbilo, unen el introito, las oraciones y las lecturas del tercer domingo en los tres ciclos.

      El cuarto domingo del Misal Romano de 1962 se encuentra la tercera oración colecta Excita, que clama al Señor: «Despierta tu poder y ven a socorrernos con tu fuerza». El Misal de Pablo VI la cambia al jueves de la primera semana, reemplazándola con la habitual oración de conclusión del Angelus:

      Derrama, Señor, tu gracia en nuestros corazones,

      para que, quienes hemos conocido, por el anuncio del ángel,

      la encarnación de Cristo, tu Hijo,

      lleguemos, por su pasión y su cruz,

      a la gloria de la resurrección.

      En el Hadrianum, esta es la poscomunión de la fiesta de la anunciación del 25 de marzo (GrH 142), pero funciona perfectamente como oración colecta del cuarto domingo debido a su mención a la encarnación, que está en el centro de todas las lecturas de este domingo y, como veremos más adelante, se menciona en la oración sobre las ofrendas. Sin embargo, pasa rápidamente de la encarnación a los acontecimientos pascuales y concluye con la petición de que se nos conceda parte en la gloria de la resurrección, que, por supuesto, está reservada para el futuro escatológico. La oración colecta, por tanto, une admirablemente las dos venidas de Cristo y en la petición final conecta el último domingo del tiempo de Adviento con los dos primeros en los que oramos para estar al lado de Cristo en su reino y ser admitidos a su compañía en el cielo.

      Esta sección no estaría completa sin decir alguna palabra sobre las otras dos oraciones presidenciales: la oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión. El primer domingo, la oración sobre las ofrendas se toma del Veronense (Ve 575). Pide que

      lo que nos concedes celebrar con devoción durante nuestra vida mortal

      sea para nosotros premio de tu redención eterna.

      En el evangelio del ciclo C, Jesús afirma que «tu redención está cerca» (Lc 21,28). La oración después de la comunión del primer domingo del Misal Romano de 1962 figura ahora el 18 de diciembre. Se ha reemplazado por una combinación de dos textos del Veronense (Ve 1053 y Ve 175), en la que se pide:

      Fructifique en nosotros, Señor, la celebración de estos sacramentos,

      con los que tú nos enseñas, ya en este mundo que pasa,

      a descubrir el valor de los bienes del cielo

      y a poner en ellos nuestro corazón.

      Ambas oraciones encajan muy bien con el carácter escatológico del primer domingo y probablemente por esta razón se eligieron para reemplazar la secreta y la poscomunión del Misal Romano de 1962.

      En el segundo y tercer domingo, la oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión son las mismas en ambos misales.

      Las del cuarto domingo, inclinados hacia la próxima celebración del nacimiento de Cristo, son diferentes. La oración sobre las ofrendas procede del sacramentario de Bérgamo (B 84). Haciéndose eco del evangelio del ciclo A cuando se anuncia a María que la criatura que hay en su vientre «viene del Espíritu Santo» (Mt 1,18) y el ciclo B cuando el ángel Gabriel le asegura que «el Espíritu Santo vendrá sobre ti» (Lc 1,35), reza:

      El mismo Espíritu,

      que colmó con su poder las entrañas de santa María,

      santifique, Señor, estos dones

      que hemos colocado sobre tu altar.

      Tras la oración después de la comunión de cada domingo de los tiempos de Adviento, Navidad y Pascua, el Misal actual indica que «se puede usar la fórmula de bendición solemne». Estas fórmulas se encuentran después del Ordinario de la Misa. Se realizan tras la invitación del diácono o del sacerdote a inclinarse para recibir la bendición y constan de tres partes a las que, después de cada una, los fieles responden: «Amén». La primera y la tercera parte de la bendición solemne para Adviento se refieren a las dos venidas de Cristo. La primera parte pide:

      Dios todopoderoso y rico en misericordia,

      por su Hijo Jesucristo,

      cuya venida en carne creéis

      y cuyo retorno glorioso esperáis,

      en la celebración de los misterios del Adviento,

      os ilumine y os llene de sus bendiciones.

      La tercera parte añade:

      Y así, los que ahora os alegráis

      por el próximo nacimiento de nuestro redentor,

      cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria

      recibáis el premio de la vida eterna.

      4.2.


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