Círculo vicioso. Juan Manuel Saavedra

Círculo vicioso - Juan Manuel Saavedra


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se torna espinoso.

      Alli es cuando veo tu verdadera tez.

      A la luz de las luciérnagas,

      que orbitan curiosas a nuestro alrededor

      toco tu mejilla

      y la siento fría

      y lejana.

      Miro a nuestro alrededor

      donde ya no hay jardín

      ni tierra,

      solo vacío

      y me pregunto si nuestros sentimientos

      también serán lejanos

      y si este intenso dolor que siento

      y que se extiende a través de mí

      es el pago por mi amor.

      Solo a las personas buenas

      nos pasan cosas malas

      y ahora que realmente te veo

      nunca estuve más cerca

      de tener la razón.

      Mil años

      Aquí yazco,

      acostada en la oscuridad.

      En mis manos tengo el celular

      y cuento los segundos a que llegue tu mensaje

      de buenas noches.

      Estoy esperando a que me despidas

      con un beso volador.

      Estoy aguantando el sueño

      solo por la esperanza de leerte.

      Pero tu mensaje no llega.

      Hace mil años que te fuiste,

      cansado de mis inseguridades y falacias.

      Dejaste de escribir,

      yo dejé de respirar.

      Dejaste de amarme,

      yo dejé de vivir.

      Y sin embargo aquí estoy,

      luego de mil años en el futuro,

      esperando tu mensaje,

      pero no vendrás.

      No importa, seguiré esperando.

      No importa cuánto me tome.

      Vuelve a mí.

      Algún día.

      Te estaré esperando.

      Coma

      Mi alma está en coma,

      sola y desbocada.

      Y te llama a gritos desde un estado vegetativo indemne.

      Mi alma aúlla a la luna en las noches más austeras,

      pues ha escapado de mi cascarón vacío.

      Y ahora vive libre en la naturaleza,

      esperando a que vuelvas

      y me hables.

      Pues te escucho.

      Y que con tu voz luminiscente

      cures el mismo dolor que me provocas.

      Pues me aquejas, pero te espero

      y aquí yazgo

      en coma,

      aguardando

      tu voz,

      tu toque,

      tu aliento

      y la vida que insuflas en mi corazón.

      Humildad

      Con tu amor

      me hiciste una persona

      normal.

      Por breves segundos

      fui quien siempre quise ser

      sin necesidad de máscaras

      ni personajes.

      Fui puramente yo

      y tuve un significado.

      Vos y yo somos de los que se evaporan...

      Recuerdos

      En todos lados veo recuerdos míos

      y yos pasados empujándome al caminar.

      Me veo entrando en cada fachada

      y sufriendo y riendo

      y los conozco a todos

      quienes pasan a mi lado.

      Y los quiero.

      Y los odio.

      Mi corazón se muere

      y reconstruye.

      Mi memoria tiene períodos en blanco

      y las lágrimas empujan contra los ojos

      porque sufro por un mal invisible

      o quizá millones

      que conocí y olvido

      o que todavía me quedan por conocer.

      Sin título

      Si supieras lo mucho que te quiero,

      si entendieras lo mucho que te deseo,

      si comprendieras que verte me asfixia el corazón

      y la añoranza me roba la razón.

      Mi gran deseo es poder besarte

      y nunca más soltarte.

      Y poder volver a acomodarte

      en el bastión de mis brazos,

      que ahora yace en ruinas

      y volver atrás el tiempo.

      Pero no me quieres

      y me obligo a no quererte.

      Si tan solo existiera una forma

      de que continuemos juntos el camino que empezamos...

      Pero lo abandonamos.

      Pero me abandonaste.

      Y ya no nos amamos.

      Y ya no me amaste.

      Y hoy solo me dueles

      y me tortura alejarme de ti.

      Él era

      Él era.

      Él era perfecto.

      Todo de él me fascinaba.

      Era hermoso,

      dulce,

      tierno.

      Me perdía en sus ojitos locos

      que iban de un lado para el otro,

      porque se sonrojaba

      con meros besos a la mejilla.

      Me perdía cuando me miraba

      y me besaba,

      y apoyaba sus piernas sobre las mías.

      Me perdía en sus abrazos,

      en su calor,

      en su aliento.

      Él era perfecto.

      Él era todo.

      Él era tan solo un cascarón vacío,

      que por fuera parecía pintado por dioses

      y por dentro se descascaraba

      y


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