Lady Hattie y la Bestia. Sarah MacLean
era la primera de sus reglas. Los Bastardos pertenecían solo a la colonia.
—Buen trabajo, Brixton —dijo Diablo, lanzando una moneda al chico, que la atrapó al momento con una sonrisa y se fue antes de que pudiera añadir nada—. Parece que no tendrás que ir a buscarla después de todo, Bestia.
El gruñido de Whit escondió la sensación de incredulidad que lo recorrió. Y la cautela. Y el deseo de perseguirla. No, no tendría que encontrarla.
Ella lo había hecho primero.
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