La democracia en Chile. Joaquín Fermandois

La democracia en Chile - Joaquín Fermandois


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parte de los dirigentes políticos sigue usando la doctrina de la soberanía popular como un mero instrumento ideológico de manipulación del pueblo. Lo hacen a pesar de que los cambios, que ya se han producido en la conciencia popular, indican que existe una presión irresistible hacia un régimen democrático en el cual el pueblo participe ampliamente y genere, en verdad, las autoridades políticas del Estado. Existen claros signos de que el pueblo quiere ejercer efectivamente su soberanía. (Eduardo Hamuy, 1967)52

      El espíritu crítico del chileno, tanto en el ámbito privado como en la vida pública, brota del fondo de su ser nacional. Sabe que los gobiernos son sus mandatarios y no sus amos: que son transitorios y no definitivos; que tiene el derecho soberano a criticarlo y a verter sobre ello su humorismo. Y no ignora, tampoco, los derechos que le confieren las leyes o que, sencillamente, derivan del derecho natural y de su condición humana. El chileno no es amigo espontáneo del oficialismo. Antes bien, lo mira con recelo y desconfianza. Busca informarse sobre lo que le interesa en las fuentes de su propia elección. Le desagrada la uniformidad en el pensamiento y ama lo “polémico y lo contradictorio”. (Alfredo Silva Carvallo, 1967)53

      La República, construida sobre el peso de la noche, o sea, sobre la ignorancia del pueblo, aspiraba al orden y temía a los excesos de la libertad. Así se salvó efectivamente de la anarquía y la montonera sin ley de otros países de la América Española y comenzó a organizar sus cuadros intelectuales y técnicos a ritmo lento —el ritmo de Andrés Bello—, a un ritmo lentísimo, temerosa de que cualquiera innovación radical pudiera abrir las esclusas del desorden. Se consolida así aquella que los liberales avanzados llamaron con sarcasmo la República Modelo. (Luis Oyarzún, 1967)54

      Chile is one of the few surviving democracies in Latin America. This fact has important implications for the incoming Administration and is central to any assessment of the success of our policies in Latin America, which are designed to promote and assist stable, democratic governments. The fact that Chile has maintained democratic stability under President [Eduardo] Frei is an achievement when one takes into account developments in recent months in Peru and Brazil. Chile has a noisy democracy which is not wholly effective but its maintenance of institutional order is not a minor achievement. (Edward Korry, 1969)55

      “Yo he perdido completamente la fe en la libertad y, entonces, ¿para qué, por qué combatir? Pensar que, con el muro de Berlín a la vista, con el aplastamiento de Checoslovaquia en perspectiva y a pesar del discurso de Fidel Castro, la mayoría ha votado por el comunismo, constituye un tal certificado de estupidez nacional que la palabra patria ya no tiene sentido, es otro mundo, otra atmósfera. La hora más terrible es la del despertar y volver a convencerse de que somos un país comunista, que habrá que someterse, resignarse y adaptarse al más aborrecido de los regímenes, a una especie de cárcel”. (Hernán Díaz Arrieta, “Alone”, 1970)56

      [E]l aparato estatal burgués con su secuela de corrupción y vicios enquistados en una burocracia desmesurada, un aparato policial orientado a la represión del pueblo, un Parlamento conservador y obstruccionista, y un sistema judicial clasista, ni enfrentando esta realidad con nuestras viejas formas partidistas. (Carlos Altamirano, 1971)57

      La democracia chilena es una conquista de todo el pueblo. No es obra ni regalo de las clases explotadoras y será defendida por quienes, con sacrificios acumulados de generaciones, la han impuesto. Con tranquilidad de conciencia y midiendo mi responsabilidad ante las generaciones presentes y futuras, sostengo que nunca antes ha habido en Chile un gobierno más democrático que el que me honro en presidir, que haya hecho más por defender la independencia económica y política del país, por la liberación social de los trabajadores. El Gobierno ha sido respetuoso de las leyes y se ha empeñado en realizar transformaciones en nuestras estructuras económicas y sociales. El parlamento se ha constituido en un bastión contra las transformaciones y ha hecho todo lo que ha estado en su mano para perturbar el funcionamiento de las finanzas y de las instituciones, esterilizando cualquier iniciativa creadora… Pretenden ignorar que el Estado de derecho sólo se realiza plenamente en la medida que se superen las desigualdades de una sociedad capitalista. (Salvador Allende, 1973)58

      Hay algo en nuestra alma, en nuestro inconsciente colectivo que nos urge a rechazar, como extraño al cuerpo social, todo aquello que signifique subyugar la persona o la nación a poderes extraños a ella misma. Expresémoslo en forma positiva: en el alma de Chile se da, como componente esencial, el aprecio y costumbre de la libertad, individual y nacional, como el bien supremo; superior, incluso, al de la vida misma. (Cardenal Raúl Silva Henriquez, 1974)59

      Las elecciones en Chile —el hecho de tener que elegir a cualquiera autoridad, para cualquier propósito—, son de por sí una fiesta nacional. Una sociedad abierta, con extraordinaria libertad de movimiento, de pensamiento y de acción, florece en cuanto tiene ocasión de manifestarse. Se ha dicho que tres alemanes forman un “verein” (asociación) y, parodiando esta expresión, podríamos decir que cuando se reúnen tres chilenos hay votación. (Horacio H. Godoy, 1975)60

      Nuestro deber es dar forma a una democracia que sea autoritaria, protegida, integradora, tecnificada y de auténtica participación social, características que se comprenden mejor cuando el individuo se despoja de su egolatría, ambición y egoísmo. Una democracia es autoritaria cuando debe disponer de autoridad fuerte y vigorosa, y hacer imperar un orden jurídico que asegure los derechos de las personas, con una adecuada protección de los tribunales de justicia independientes y de imperio para hacer cumplir sus resoluciones. (Augusto Pinochet, 1977)61

      La democracia como forma de gobierno no es un fin en sí misma. Es sólo un medio para alcanzar la libertad, la seguridad y el progreso de modo armonioso y simultáneo. La forma de gobierno es siempre sólo un instrumento para lograr una deseable forma de vida. (Jaime Guzmán, 1979)62

      En contraste con otros países latinoamericanos, en Chile se desarrolló, temprano en el siglo XIX, un nivel relativamente elevado de política competitiva y pacífica antes de que se desarrollaran instituciones parecidas en muchos países de Europa. El Congreso chileno fue, desde un comienzo, un centro importante de autoridad pública, y entre 1830 y 1970 virtualmente todos los presidentes y parlamentarios fueron elegidos para sus cargos según las prácticas electorales de la época, las que, por cierto, cambiaron. Las breves crisis de 1851, 1859, 1891, 1924-5 y 1931-2 no alteraron el que se puede ver, a la larga, como un desarrollo esencialmente lineal hacia un mayor nivel de competitividad y participación. (Arturo Valenzuela y Samuel Valenzuela, 1983)63

      En el fondo, el dilema que el general Pinochet presenta es: Yo o el caos. La democracia no es el caos. Este país no vivió en el caos. Los que verdaderamente conducen al caos son los que con un acto de coerción moral y física plantean una disyuntiva inoperante que resultaría fatal. (Eduardo Frei, 1980)64

      Estos hipertrofiaron su poder, llegando incluso a sobreponerse al Presidente y al Congreso, ya que ni la Constitución ni las Leyes definieron cuáles eran los límites de esos grupos. Tampoco se reglamentó su disciplina interna, de manera que, cada vez que ciertos grupos alcanzaban el poder, brindaban un espectáculo de inestabilidad, frivolidad y pequeñez peor que el que, en esos aspectos, había dado hasta 1925 el parlamentarismo. Igualmente se omitió regular la responsabilidad de estos partidos, y así fuimos testigos de los acuerdos más censurables y lesivos para el país, acuerdos que ellos adoptaron sin que nadie estuviese en condiciones de pedirles o exigirles cuenta de tales procedimientos. Por último, no se reglamentó su financiamiento, con lo cual se hicieron posibles las más oscuras corrupciones. De este modo, paulatina e inexorablemente se volvió al estancamiento nacional que se había vivido en la época parlamentaria. El país había sido esclavo y víctima de su Congreso hasta 1925. Ahora era esclavo y víctima del régimen de partidos políticos, que originaba nuevas oligarquías que empezaron a disputar y a repartirse el poder con el antiguo sector dominante. (Augusto Pinochet, 1981)65

      La Democracia que se inicia hacia 1920 no es Liberal: el Liberalismo era un instinto aristocrático —el “frondismo”, como lo llama Alberto Edwards— acentuado en los más cultivados por el Liberalismo de las doctrinas francesas. Max Weber hablaría de una “democracia plebiscitaria”, pero en Hispanoamérica es más realista hablar de “Democracia caudillesca”. Edwards le citaba al General Sáez la frase de Napoleón, “en la guerra los hombres


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