Educar para ser. Francisco Riquelme Mellado
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Contenido
Capítulo uno. Un reto para el docente
Capítulo dos. Personalización del aprendizaje
Capítulo tres. Pedagogía sistémica: de la asignatura a las personas
Capítulo cuatro. Coaching y educación del ser. En busca de una fundamentación
Capítulo cinco. Dos miradas neuroeducativas y sus nexos
Capítulo seis. Neuroeducación para ser, no para hacer
Capítulo siete. Una oportunidad para la transformación
Capítulo ocho. La educación como actualización de lo esencial
Capítulo nueve. Inteligencia emocional en el aula
Capítulo diez. Humanismo y entorno digital
Capítulo once. Aprender a pensar para aprender a ser
Capítulo doce. Edudibujar para ser
Capítulo trece. Una visión del aprendizaje cooperativo. Educación del ser con otros
Capítulo catorce. Educar el ser es incluir
Capítulo quince. El valor de educar en valores
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Prólogo
Juan José Vergara es experto en innovación educativa y metodologías activas,
profesor titular de Intervención Sociocomunitaria, maestro y pedagogo.
La pedagogía de la escucha
Para mí ha sido un gran placer leer el texto de este libro coral. Sin duda, hacen falta argumentos que inviten a pisar el freno del hacer por hacer y propongan dibujar miradas como la que encontrarás en los capítulos que siguen a este humilde prólogo.
Hace bastantes años dibujaba una metáfora que me recuerda el discurso que atraviesa este libro. En ella hablaba de la “pedagogía del espejo” como provocación. Esta no era otra que invitar a reflexionar sobre la actitud del docente: ¿a quién mira el docente cuando diseña sus clases? En definitiva, trataba de construir una pedagogía de la escucha como la herramienta capaz de transformar las prácticas educativas en herramientas para el cambio.
Enrique Sánchez introduce un capítulo de esta obra con una preciosa cita de Proust que resume el latido del libro: “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”. Sin duda se trata de construir una pedagogía de la escucha. También, de la necesidad de no conformarse con las miradas marcadas por la inercia y ser capaz de cambiar, borrar, reconstruir y valorar nuevamente lo útil en el mundo que construimos. No es de extrañar que Salvador Rodríguez cite a Zygmunt Bauman en el inicio de su capítulo cuando dice que “olvidar […] las costumbres añejas puede ser más importante para el éxito futuro que memorizar jugadas pasadas”.
Escuchar es una tarea difícil, mucho más si nos referimos a la labor docente. Y cuando me refiero a ella no lo hago exclusivamente desde el plano teórico. Quienes me conocen saben que cada día entro en mis clases para compartir con decenas de aprendices una aventura: aprender. Hacerlo cada día me llena de satisfacción y me empodera. Sin duda me equivoco decenas de veces. Son estas de las que más aprendo.
Si algo he aprendido en estas décadas de docencia —y de equivocaciones—, es que el gran desafío al que me he tenido que enfrentar es ser capaz de escuchar todo aquello que se mostraba delante de mis ojos. La escucha es la asignatura pendiente de la innovación. Solo ella puede convertir el cambio en algo transformador para nuestros alumnos, nuestras prácticas profesionales, nuestros centros educativos y también para nuestra comunidad. En definitiva: es la escucha la habilidad que necesitamos entrenar para ejercer la innovación como una herramienta valiosa para transformar la educación. De ello trata el libro que tienes delante.
Permíteme que te hable de las cuatro dianas que exigen la escucha como herramienta transformadora de la escuela para el siglo XXI.
Los aprendices
Aprender hoy no es acumular contenidos. Esta afirmación no es novedosa y eso es una buena noticia. Hoy día todo el mundo tiene claro que es así y todos saben que hacerla realidad exige una batería de herramientas metodológicas novedosas a las que se están dedicando con ahínco decenas de docentes comprometidos con la innovación. Sin embargo, estas solo serán eficaces si son capaces de cambiar la mirada de aprendices y de docentes. Es este cambio de mirada a lo que debemos dedicar los esfuerzos en la acción educativa.
La innovación no puede centrarse exclusivamente en los métodos, las herramientas o los discursos imperantes en educación; y mucho menos en la tecnología de forma exclusiva. Debemos volver la mirada a los alumnos, sus necesidades de aprendizaje y las que protagoniza el mundo herido al que pertenecen. Son estas las que pueden dibujar una pedagogía ética. Es la única mirada aceptable en este mundo en colapso. Es la que responde a las necesidades personales, sociales y comunitarias de nuestros aprendices. Un estudiante hoy necesita saber que tu trabajo como docente se compromete con sus necesidades de aprender, y no únicamente con un currículo oficial: estático, inamovible y lejano en términos de necesidades de aprendizaje contextualizado con la vida de tus alumnos.
Los docentes
Ser docente hoy es un acto de reflexión. Desposeídos de la toga que ahogaba el cuello de quienes sabían que no albergaban la totalidad del conocimiento posible, hoy ser docente es un compromiso con la provocación.
Dibujar el perfil nuevo del docente invita a cuestionar decenas de tópicos que han protagonizado la imagen del profesor a lo largo de las décadas. Sin embargo, si algo puede definir el nuevo perfil del docente es su capacidad de provocar.
El docente es un provocador. Este es uno de los actos más interesantes que puedes ejercer día a día en