Escultura Barroca Española. Las historias de la escultura Barroca Española. Vicente Méndez Hermán

Escultura Barroca Española. Las historias de la escultura Barroca Española - Vicente Méndez Hermán


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artísticas acabaría por hacer de ellas unos elementos de identificación e integración simbólicas que sirvieron de aglutinante para numerosos colectivos, comunidades y variopintas fórmulas de asociacionismo o agrupación social, desde las células más primarias —llámese collación, casa de vecinos, calle, parroquia o barrio— hasta las más complejas, en el supuesto de un pueblo, una ciudad o una demarcación regional. Todavía hoy sigue vigente en muchos lugares esta situación, lo cual implica que sigan esculpiéndose obras con las técnicas tradicionales de ayer, pero inteligentemente reinventadas por mor de las exigencias culturales y el sustrato socio-antropológico de hoy mismo.

      El universo barroco es simplemente ilimitado y se amplía de manera natural, en cuanto fenómeno vivo, orgánicamente considerado en nuestro caso gracias a la escultura. Hablamos de barroco en el sentido de un estilo artístico, pero no debemos olvidar que también existió una sociedad barroca, que se relacionaba y persiste en relacionarse con sus obras escultóricas de una manera muy particular, como hoy mismo pudiera hacerlo nuestra era neobarroca, situada ya más allá de la posmodernidad. Por supuesto que tampoco podemos dejar de reconocer en el respaldo popular a la escultura barroca, sin distingo de clases sociales, niveles adquisitivos, jerarquías o situaciones y en la entrega incondicional del público a sus heterodoxias, otras claves categóricas de su éxito, generando un efecto unificador en lo estético y lo cultural que no deberíamos reparar en calificar de inequívocamente globalizador, sin que ello suponga contradecir el sentido de lo poliédrico que, justo es decir, también impulsa a libres y casi infinitas interpretaciones de las constantes vitales barrocas, sin dejar de generar relecturas subjetivas del mismo, con personalidad propia y capacidad de perpetuarse en el tiempo más allá de los controvertidos Siglos de Oro, incidiendo con irrefrenable ímpetu en pleno siglo XXI.

      Quienes confluyan en el universo barroco ampliado por la escultura española, no solamente protagonizarán una fascinante inmersión en la comprensión y la vida de las imágenes, sino que tomarán conciencia de la complejidad de una sociedad y de sus testimonios artísticos, que fueron capaces de transformar la noción de las cosas y convertirse, por sí mismos, en el epicentro de una particular visión del mundo. Esta vino reflejándose en una pluralidad de soportes y manifestaciones que, hoy en día, y a casi tres lustros discurridos del siglo XXI, nos demuestran que ese universo barroco ampliado no solamente sigue estando vivo, sino que goza, y hay que decir que por fortuna, de un perfectísimo estado de salud. Y aquí está este libro para demostrarlo, para demostrárnoslo…

      Juan Antonio Sánchez López

      Universidad de Málaga

      Introducción.

       Las historias de la escultura barroca española.

       Nuevos protagonistas

       y nuevos relatos

      Antonio Rafael Fernández Paradas

      No es una, sino muchas las historias de la escultura barroca española. Tradicionalmente bajo el apelativo “escultura barroca española” o “historia de la escultura barroca española”, se han escrito los grandes relatos historiográficos nacionales que tienen que ver con estos menesteres. Grandes investigadores, se echaron sobre sus espaldas la responsabilidad de contar una única y gran historia de la escultura barroca española. Eran tiempos en los que no se practicaba eso del trabajo “cooperativo”. Cuales grandes enciclopedias, daban, en la medida de lo posible, buena cuenta de todas aquellas historias que tenían que ver con el panorama escultórico barroco español. Sistematizaron escultores, esculturas, biografías y bibliografías, ofreciendo herramientas didácticas que nos permitieron a generaciones de investigadores, aproximarnos a tan singular historia.

      Nuestro tiempo, no es el de aquellos, nuestras maneras y nuestros modos, obligatoriamente tienen que ser diferentes a los ulteriores. Somos herederos de todos y cada uno de esos estudios que han marcado nuestras vidas, y todos son la base de lo que aquí les queremos contar, que no es otra cosa, que una historia de la escultura barroca española, nueva, moderna y actualizada, o mejor dicho, queremos relatarles las “historias” de la escultura barroca española.

      Durante demasiado tiempo esto de la historia de la escultura barroca española, ha sido prácticamente la historia de la escultura barroca “castellana”, la “granadina”, la “sevillana”, y por último la “murciana”, lugares que han sabido conjugar a la perfección la importancia de sus producciones a la par de convertirlas en epicentros alrededor de los cuales giraba la vida escultórica de un reino al completo.

      Con la propiedad, y la distancia que nos da el tiempo, por ejemplo, desde la publicación de la obra de Martín González en 1983, la historiografía de la escultura barroca española ha crecido lo suficiente para que todas las comunidades autónomas profundicen, construyan y revisen sus propios relatos historiográficos. Nosotros pretendemos que todas y cada una de las comunidades y ciudades autónomas que conforman el mapa político del actual Reino de España tengan su propio espacio y que nos cuenten la historia de su escultura barroca, de sus escultores, sus iconografías o sus propias cosmovisiones del mundo. La conjunción de estos factores pretenden aportar una visión amplia, enriquecedora y lo más profunda posible del espectro escultórico español.

      En el sentido estricto del término, nuestro libro es un poco más grande que los libros que se centran específicamente en el barroco, por algo que puede ser muy simple o muy complejo de entender. Lo que llamamos escultura del barroco, o escultura barroca española, es una construcción académica, debidamente fundamentada, que nos permite ordenar el universo escultórico y guardarlo en cajones. La realidad es que los estilos se solapan, y que hacia 1635, podemos encontrar multitud de piezas que reflejan un arte propio de 40 años atrás, y que son netamente manieristas. A estas piezas por cronología le correspondería el apelativo de “barrocas”, pero sus formas nos llevan al “manierismo”. Igualmente, podemos encontrar focos de producción, en los que la cuestión del barroco, por ejemplo, si nos centramos en escuela escultórica antequerana, sus piezas son netamente “clásicas”, y será difícil encontrar en el siglo XVII, piezas netamente “barrocas”, en el concepto sevillano del término, esto es, con paños aireados, multiplicidad de puntos de vista, interrelación con el espectador, etc. Por cronología, les corresponde el apelativo de barrocas. No es el objetivo de este libro poner concordia a tal discordia terminológica, sino construir las “historias” de la escultura barroca española, y para que estas se comprendan, es necesario conocer todo lo que pasó, antes, durante y después del barroco. De ahí el título genérico de estos tres volúmenes, de los Siglos de Oro…

      Queríamos superar la noción de escuela y la distribución de los antiguos reinos peninsulares. Esto es así, porque en todo momento hemos deseado que cada comunidad tenga su propio relato, y que estos no dependan de las grandes narraciones históricas. Si por ejemplo pensamos en la gran escuela barroca castellana, no queríamos que las historias particulares de Asturias, País Vasco, o Extremadura, se contaran desde el punto de vista de la escuela vallisoletana, queríamos saber cómo evoluciona particularmente el arte de cada uno de los sitios.

      Nuestro objetivo ha sido que en este volumen estén representadas las 16 Comunidades Autónomas (Andalucía, se desarrolla en el volumen II), y las dos ciudades autónomas, con sus particularidades, influencias, e interrelaciones, pero que cada una tuviera su espacio y su propia personalidad.

      A nosotros, ese trabajo sobrehumano, en el que una sola persona realizaba un libro de proporciones titánicas, por su extensión y su cobertura, se nos antoja, en la actualidad algo idílico. Por nuestra parte, hijos de nuestra época, le debemos este libro a una nutridísima nómina de autores diseminados por todos los confines del Reino. Ellos son el alma máter de este trabajo, nos han prestado su sabiduría y conocimientos para que este libro sea lo que es hoy, la última gran historia de la escultura barroca española. A ellos, nuestros autores, le dimos varias y simples instrucciones, no queríamos repetir los grandes relatos, y las historias de los principales escultores del panorama nacional, que también aparecen, ya que lo que nos interesaba era las prolongaciones de las escuelas y los focos de producción, por medio de las figuras de segunda, tercera y cuarta fila. Queríamos una historia de la escultura barroca española, renovada y


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