Juegos motrices cooperativos. Jaume Bantulá Janot

Juegos motrices cooperativos - Jaume Bantulá Janot


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el papel que ejerce el juego como transmisor y constructor de conductas sociales.

      La tipología de juegos que aquí se presenta deja de lado la competición. El interés no reside en ganar o perder, sino en una participación que requiere que los jugadores combinen y reúnan sus diferentes niveles de habilidades y destrezas motrices para conseguir un objetivo común. Es ahí donde radica el reto; es a través de la incorporación e integración activa de todas las personas que se demuestra el grado de competencia alcanzada por el grupo. Son competentes quienes se muestran capaces de incluir y no de excluir, quienes comprenden que eliminar a alguien conlleva el rechazo y la desvalorización del otro.

      Desde el punto de vista didáctico conviene destacar que es necesario que el profesorado no diseñe juegos con una codificación cerrada y férrea. Es importante, si se quiere potenciar la autonomía, dar los utensilios necesarios a los protagonistas. Se debe preguntar cómo se puede mejorar un juego, hacerlo más divertido, cómo garantizar que nadie se sienta discriminado, etc., todo ello dentro de un clima de libertad que permita, una vez realizadas las propuestas, escoger y tomar decisiones consensuadas democráticamente.

      Es interesante que al finalizar un juego, o bien aprovechando una pausa de éste, se busquen fórmulas comunes que garanticen su éxito, según el criterio mayoritario, ensayando diferentes reglas que puedan sugerirse ante cualquier problema que se presente. Con ello, sin duda alguna, aumentará el grado de aceptación de un juego determinado entre los jugadores; sin embargo, no se puede olvidar que el tiempo dedicado a éste tiene que ser muy superior al empleado para la discusión y la reflexión.

      Durante el juego, el profesorado tiene que ser capaz de crear un clima agradable y distendido, de saber transmitir entusiasmo participando al mismo nivel que los jugadores, y de hacer a la vez de guía y animador. Debe estimular durante el juego la construcción de una relación social positiva, favoreciendo la estimación recíproca, la empatía –es decir, la capacidad para situarse en el lugar del otro–, la confianza, la implicación, la comunicación, etc.

      S i se tienen en cuenta todas estas observaciones, entonces, con toda seguridad, desde el juego se puede incidir en los aprendizajes de diversos contenidos y en la adquisición de determinados objetivos como pueden ser los que se exponen en las tablas siguientes para facilitar la labor docente.

CONTENIDOS
HECHOS, CONCEPTOS Y SISTEMAS CONCEPTUALES
1. Juego cooperativo. Noción de cooperación. 2. Regulación del juego: normas y reglas en los juegos cooperativos. 3. Interpretación del juego cooperativo como un fenómeno lúdico a través del cual se transmiten determinados valores socioculturales. 4. Recursos para las actividades lúdicas y recreativas.
PROCEDIMIENTOS 1. Utilización de reglas para la organización de situaciones colectivas de juego. 2. Realización de diversos juegos cooperativos. 3. Uso de la cooperación como estrategia básica del juego. 4. Experimentación del juego cooperativo como objeto de placer y recreación.
VALORES, ACTITUDES Y NORMAS 1. Actitud de respeto a las normas y reglas del juego comúnmente elaboradas y aceptadas. 2. Aceptación de los diferentes niveles de destreza y habilidad, en uno mismo y en los demás, durante la práctica del juego. 3. Valoración del juego cooperativo como un recurso para la práctica de la actividad física.

OBJETIVOS DIDÁCTICOS
1. Conocer diversos juegos cooperativos para disponer de recursos durante las sesiones de educación física y en otros momentos de ocio y de tiempo libre. 2. Experimentar actividades a través de las cuales se tengan que superar retos para alcanzar objetivos comunes. 3. Explorar las posibilidades de relación, expresión y comunicación interpersonal. 4. Aceptar las propias limitaciones y las de los demás, siendo conscientes de que los diferentes grados de habilidad y destreza de cada uno no tienen que significar ningún tipo de discriminación. 5. Adaptarse a las reglas del juego formuladas por el colectivo. 6. Interesarse por mantener relaciones solidarias basadas en el respeto y la tolerancia. 7. Adquirir la capacidad y el hábito de cooperar en actividades de grupo. 8. Alcanzar, a través de la realización de juegos cooperativos, cierto grado de autonomía individual y de grupo. 9. Participar en la elaboración de estrategias cooperativas. 10. Ser consciente de la importancia del juego cooperativo como medio relacional. 11. Aceptar la diversidad de acción y opinión a través de la actividad física.

      3. LOS JUEGOS COOPERATIVOS SELECCIONADOS

      La recopilación que se ofrece a continuación ha sido cuidadosamente elegida de entre todos aquellos juegos que la experiencia docente asegura que pueden ser llevados a la práctica con acierto. Van destinados tanto a numerosos grupos de niños y niñas de varios centros educativos, como a profesionales de la enseñanza, que a través de escuelas de verano, cursos y postgrados han profundizado en su formación permanente, así como también a estudiantes universitarios futuros aspirantes a ejercer la docencia.

      El deseo de quien escribe estas líneas es conseguir ensimismar al lector, no ya para que se decida a probar aquellos juegos que estime más oportunos, sino para que se atreva a crear, junto con sus compañeros y compañeras de juego, nuevas propuestas que engrandezcan su capacidad de cooperación y la conviertan en una forma de entender la vida, de vivir.

      Los juegos se presentan en forma de ficha. Cada una de ellas contiene la suficiente información para permitir que el/la animador/a lleve a cabo con garantías de éxito su puesta en escena; pero es aconsejable que éste participe de forma activa en su desarrollo, para descubrir toda la rica gama de matices y posibilidades que cada juego encierra en sí mismo, y que difícilmente se ponen al descubierto si no es a través de la participación e implicación lúdica.

      E l hecho de mencionar las edades a las que van dirigidos los juegos constituye, ante todo, una referencia orientativa, porque es obvio que existen una serie de variables –como son, por ejemplo, las características del alumnado y del profesorado, el proyecto educativo y curricular de centro, los criterios organizativos y metodológicos, el planteamiento de una formación y educación cooperativa, etc.– que influyen notoriamente a la hora de plantear un determinado juego a una edad concreta. Sin embargo, salvando las distancias, las edades reseñadas son aquellas en las que los juegos pueden adaptarse mejor a las necesidades y peculiaridades del alumnado. Ello no significa que un juego pueda tener éxito y un gran valor educativo fuera de las edades consideradas. La experimentación, como muy bien conocen los docentes, constituye una herramienta fundamental en materia educativa. A veces, simplificar o introducir una simple variante, sin modificar en esencia la estructura del juego, permite que éste se acople sin problemas a otros niveles.

      La duración del juego ha sido establecida sin tener en cuenta el tiempo que se tarda en explicarlo y en aprender su dinámica, ya que se considera que éste es conocido por el grupo, de manera que la duración señalada en las fichas representa el tiempo real de juego. Del mismo modo, se ha optado por acortar los minutos dedicados a cada juego, pretendiendo huir del peligro que encierra el transformar una actividad lúdica en un bostezo colectivo.

      La inmensa mayoría de los juegos expuestos no necesitan ningún material, a excepción, quizás, de la tela del paracaídas. Los demás materiales que requieren los juegos son fáciles de encontrar por escaso que sea el equipamiento del centro. No siempre es necesario disponer de variados y abundantes materiales –¡sean éstos siempre bienvenidos!– para que una actividad pueda resultar placentera y divertida. Esta muestra de juegos es una buena prueba de ello.

      El espacio del juego, para los juegos cooperativos escogidos, tampoco es un condicionante. Cualquier espacio, ya sea interior o exterior, es un buen terreno para explorar la senda de la cooperación. Sin duda alguna, existen lugares más apropiados que otros –mejor una zona verde que un patio de cemento, una sala de motricidad que tener que apartar las mesas de un aula–, pero la cooperación no tiene grandes pretensiones, se conforma con


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