Poesías angelicales. Eric Barone
tendía mi mano para anotar el número sobre mi agenda, cuando lo oí exclamar irónicamente...
“¡No! Inútil escribir sobre su agenda. Recordará fácilmente mi teléfono. A la hora exacta, marqué el número cero y dejé sonar tres mil trescientas treinta y tres veces exactamente. Le contestaré cuando llegue a esta cifra.”
...CLAC... La comunicación estaba cortada. Qué raro personaje éste... ¿Cómo se llamaba? Ah, sí, Magister LIROLUVILUI. Por suerte que escribí su nombre en un papel. ¿Es real o es un nuevo sueño? En todo caso tenía razón, en vez de volver a acostarme mejor sería que tomara un café y que fuera a verificar que pasaba con ese baúl. Me sucedió la más extraordinaria cadena de contratiempos de toda mi vida... como si todo el mundo deseara que este baúl siguiera inaccesible y que volviera a acostarme. Llamó mi suegra para decirme que quería venir a almorzar. ¡Qué mala suerte! El colador de café no funcionaba más y, aunque hubiera funcionado, ayer había olvidado el café en el almacén, a veinte kilómetros.
El té ya había sido consumido... por nuestro gato. No es que sea un gato inglés, pero como le encanta jugar con todo lo que olvidamos sobre las mesas, los tres últimos saquitos se transformaron en ratones imaginarios que él persiguió por toda la casa.
La llave del altillo no aparecía; el último escalón casi se derrumbó cuando me apoyé en él; el destornillador era demasiado grueso, y sólo el martillo fue mi único recurso para vencer la adversidad de la puerta del desván.
Busqué, derrumbé toneladas de polvo, saludé a miles de arañas molestadas en su intimidad.
Tres ratones dejaron de festejar; un murciélago con una cara de vieja bruja sin escoba, intentó despeinarme y obligarme a huir gritando... pero ¡he resistido! Además un viejo maniquí que mi tatarabuela, costurera, empleaba para coser jubones y corsés sobre sus clientas de la burguesía local, y un viejo esqueleto que mi abuelo, médico al fin, jamás se resignó a sacar de su consultorio. (En verdad, él también tenía la reputación de curar más con sus manos que con la medicina.)
Finalmente llegué al viejo baúl, con mi amor propio dolorido. Lo abrí. Recibí una avalancha de viejos libros de medicina mezclados con libros de astrología, ocultismo, y de símbolos. Por curiosidad agarré uno de ellos y miré la fecha de edición: “1873, Napoli”, época de mi tatarabuelo. Entonces, constaté que él no era solamente granjero... puede que sí granjero- filósofo, o un viejo alquimista disfrazado como hombre de pueblo.
Arranqué el cajón que me indicó Magister LIROLUVILUI.
Con las palpitaciones que uno puede imaginar (un poco por miedo a las arañas y mucho por la curiosidad), introduje la mano en el fondo del hueco, siguiendo las ranuras sobre las cuales se deslizaba el cajón, y... encontré el clavo, muy liso, muy sólido, que me había anunciado. Intenté sacarlo con la mano, pero aquí también tenía razón. Más rápidamente que el campeón olímpico con su llama, subí con la pinza extraviada en el garaje.
Sostuve el clavo, tiré con fuerza... y un mecanismo echó a andar: oí una serie de “clics”. La pared del fondo del baúl se deslizó abruptamente. Una puerta, cuyas ranuras estaban disimuladas por una fina capa de cuero, se abrió rechinando.Descubrí un casillero en el que un manuscrito parecía dormir, con su sabiduría esperando que un humano lo despertara.
Con mano temblorosa, tomé el manuscrito cuya tapa era de cuero. Un sello, finamente grabado en oro surgió en relieve.
Así Magister LIROLUVILUI exista o no, esto sí, no era un sueño. Bajé a mi despacho y empecé a hojear el libro... Cito algunos pasajes que más me impactaron:
“El futuro también tiene una historia, las Crónicas de Magister LIROLUVILUI son la historia del futuro del hombre.” Algo llamó vivamente mi atención: me di cuenta de que tenía en manos un pergamino, un viejo documento de 108 años, que me hablaba de un futuro que también era el mío, ¡el nuestro!
Ya me pregunto con gran curiosidad qué van a contener las próximas Crónicas. Evidentemente, la que tengo es la primera.
¿Quién encontrará las siguientes?
“Dentro de 108 años el hombre estará en el umbral de Acuario. Entonces el Magister develará a la especie humana lo que debe saber para transmutarse a sí misma. “Los que sean capaces de descubrir quién es él, ya serán hombres de Acuario”.
Por vanidad, yo ya me sentía “alguien de Acuario...” pero una puntada irónica en mi cabeza me obliga a reflexionar: ¿Puedo pretender saber quién es Magister LIROLUVILUI tan sólo por haber recibido un llamado telefónico a continuación de un llamado telepático?
“El hombre de Acuario deberá reivindicar los 33 derechos que la especie humana viola desde hace siglos.
(...)
Deberá curar no tan solo su cuerpo físico porque es el único visible y sí tendrá que unificar medicina, psicología y esoterismo dado que son tres cabezas de una misma ciencia que debe ser mirada con nuestros tres ojos.
(...)
Él deberá cesar sus luchas religiosas y volver al corazón mágico de las mismas. Corazón disimulado bajo montañas de política, poder y venalidad. Las iglesias de todas las religiones deben reencontrar la fuente de su creación... Ellas han sido creadas para luchar contra el mal, ¡que lo hagan! sin generar una nueva inquisición sino, desarrollando la ciencia de la magia de Acuario, es decir la esencia de las religiones: la fe.
(...)
Él deberá ampliar su conciencia a la totalidad de la tierra, porque no es justo que un solo hombre del mundo de Acuario se sienta feliz mientras un sólo pueblo del mismo planeta continúe sufriendo.
(...)
El hombre de Acuario ya no tendrá más un cerebro adormecido, encarcelado en un cuerpo atrofiado. El deberá despertar todos sus poderes, todas sus capacidades, todos sus medios. Y así hará, como el horrible gusano de seda que, entrando en su capullo de inconsciencia, se transmuta en maravillosa mariposa. El hombre debe dejar de arrastrarse y comenzar a elevarse.”
Entonces, totalmente atolondrado por estas revelaciones comprendo que sólo pasaremos a la era de Acuario a costa de una reforma total de nosotros mismos, de nuestra vida, y seguramente hasta del más mínimo detalle constituyente de nuestro bienestar y malestar.
Sigo leyendo y descubro que este libro de Magister LIROLUVILUI contiene treinta y tres “actos del espíritu sobre el espíritu”. Traducido en lenguaje moderno diríamos “visualizaciones”. Me pregunto para qué tantos misterios por sólo algunas visualizaciones, pero rápidamente descubro que tienen muchas rarezas.
Estas visualizaciones tocan nuestros problemas más fundamentales tanto en lo ordinario y cotidiano como en lo trascendente. La salud, la psicología, la vida social, lo espiritual. Hasta la moderna parapsicología está implicada. Hasta ahora, jamás he encontrado un manuscrito que pueda pretender ser tan holístico como este.
Al analizar detalladamente estas visualizaciones, me doy cuenta, que evocan a animales fantásticos: caballos de 6 patas, cuadrúpedos con tres cabezas, peces de fuego. Ellas emplean lugares extraordinarios: un planeta ajedrez, un laberinto en una montaña, una gruta en el Himalaya. Y sobre todo un lenguaje desconocido en nuestra tierra: HEIDIOBUDIVIOULOT, MABEIMA- BEVEMEJE- VEV, QEQEWEELEZ.
Sospecho que este documento, más extraterrestre que humano, contiene una fuerza que jamás comprenderemos totalmente. Casi insondable.
Empiezo a practicar las técnicas indicadas, recordando que mi
padre también tenía poderes. Mi madre nos impedía subir al primer piso o hacer ruidos a ciertas horas. Mi padre