Monsil. Jeong-saeng Kwon

Monsil - Jeong-saeng Kwon


Скачать книгу

      Primera edición en MINIMALIA, octubre de 2007

      Director de la colección: Alejandro Zenker

      Cuidado editorial: Elizabeth González

      Coordinadora de producción: Beatriz Hernández

      Coordinadora de edición digital: Beatriz Hernández

      Formación digital: Rosa Virginia Cruz

      Viñeta de portada: Mauricio Morán

      Esta obra se publica con el apoyo del Instituto de Traducción de Literatura Coreana (klti).

      Sister Mongsil

      Copyright©1984, Kwon Jeong-saeng

      Publicado originalmente en Corea por Changbi Publishers, Inc.

      Derechos reservados para la edición en español por:

      © 2007, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V. Calle 2, número 21, San Pedro de los Pinos. México, D.F. Teléfonos y fax (conmutador): +52 (55) 5515-1657

      Correo electrónico: [email protected]

      Página electrónica: www.solareditores.com

      ISBN:978-607-7640-94-3

      Índice

       Prefacio

       Inicio

       1. La madre abandona al padre

       2. Coja

       3. Separada de su madre

       4. La madrastra, la señora Bukchon

       5. El anciano del Valle Rocoso de las Urracas

       6. La vida

       7. La tristeza de la madrastra

       8. La hermana Nan-nam

       9. Un raro soldado comunista

       10. Buenas y malas personas

       11. Dos madres en un mismo sueño

       12. Visita al Valle de los Avellanos

       13. Nan-nam y Young-sun

       14. Una nueva separación materna

       15. Un bebé negro

       16. Regresa el padre

       17. Monsil mendiga

       18. Young-deuk, Young-sun

       19. Todos son mis hermanos

       20. En busca del hospital de beneficencia

       21. La muerte del padre

       22. Todos se fueron

       23. El empinado camino del cerro

       24. Monsil, una historia inconclusa

       Prefacio

      Una breve semblanza de la historia de Monsil

      A veces veo que los niños mayores hacen pelear a los menores en las callejuelas o patios de recreo. Detrás de los pequeños, los grandes los malquistan y los azuzan hasta lograr que se peleen.

      Resultan más odiosos quienes provocan las peleas que quienes se golpean. Llamamos “ladrones” a las personas que roban cosas o dinero y hablamos mal de ellas.

      Los niños se burlan de Monsil, la protagonista, porque cojea a causa de una herida en la pierna. Monsil nunca buscó lastimarse ni quedar coja, pero sufre al ver que es objeto de la burla de los demás.

      De la misma manera, las personas que se apropian de lo ajeno no lo hacen por el gusto de ser ladrones, sino porque atraviesan por una situación difícil o por alguna otra causa de fuerza mayor. Al igual que los niños mayores que hacen pelear a los pequeños, alguien los indujo a robar.

      El resto de las personas ignora tales causas y por eso afirman que los ladrones son malos y los castigan.

      Monsil, la protagonista de esta historia, dice las cosas de manera un tanto diferente de lo que entendemos como bueno o malo. No maldice y sí perdona a su madre que ha abandonado a su padre para casarse con otro hombre. De igual manera, reprocha los comentarios malsanos de quienes se escandalizan de la madre que tira a la basura a su bebé negro.

      Monsil piensa que hay una gran causa detrás de una pequeña desgracia.

      Aunque Monsil no ha recibido ninguna educación escolar, llega a entender lo verdadero y lo falso al aprender de los vecinos adultos. Aunque ésta es una pequeña historia, espero que a todos nos resulte ejemplar.

      Monsil es una obra que escribí con dificultad. Espero que lo que hasta aquí les he contado despierte su interés y lo lean hasta el final.

      Kwon Jeong-saeng

      Abril de 1984

       Inicio

      Después de la derrota militar de Japón, obtuvimos al fin la independencia. Se inició entonces un periodo de olvido que buscó alejar la tristeza que dejaron los 36 años de vida colonial y, por algún tiempo, vivimos en un mundo de euforia y lleno de emoción.

      Los que vivían en el extranjero, como en Manchuria y Japón, retornaban en fila hacia el solar natal, pero el seno de la patria que los esperaba era demasiado pobre y frío. Regresaban con las manos vacías, no tenían medios para sobrevivir en la nación recién liberada —que sólo lo era de palabra— y pobre. La expresión “compatriota recién llegado” se usaba


Скачать книгу