Recuerdos de una vida. Loida Morales Ruiz

Recuerdos de una vida - Loida Morales Ruiz


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mi hermanito está fuera de sí, papi se lo lleva con un amigo y el tito bueno calle arriba. Todos se marchan, nos quedamos mami, mi hermanita y yo solas, todo está roto y sucio, hecho un desastre. Mami llora mucho, me quedo mirándola muy asustada, está sentada con la cara entre las manos, llorando y temblando. Mi hermanita me coge del brazo y tira de mí diciendo:

      —Ven, Lola, ven, no mires.

      Voy con ella, llora y yo también, tengo miedo, la puerta está abierta y podrían venir otra vez a formarla, ahora estamos solas con mami. No sé qué ha pasado, era una fiesta. Mi papi no tarda en volver con mi hermanito, aún llorando, pero más tranquilo. Mami ya comenzó a recoger y limpiar. Papi la ayuda.

      Capítulo 4

      Tengo algo más de siete años, llevamos viviendo en el piso que mami encontró unos meses ya, Mis hermanos y yo estamos en el salón viendo en la tele los dibujos de la Abeja Maya. Mi hermanita y yo escuchamos cómo mami nos pide el escobón y el recogedor, ella está en el patio comunitario arreglando sus macetas, se le habrá roto alguna o derramado la tierra. Mi hermana y yo nos levantamos del sofá, ella coge el escobón y yo el recogedor, nos dirigimos hacia donde está mamá para dárselo. Está agachada en cuclillas, quitándole las malas hierbas a una maceta que hay justo al lado de la puerta de entrada. Mi hermanita le dice a mami:

      —Toma, mamá.

      Mami levanta la mirada para vernos y nos pregunta:

      —¿Para qué traéis eso?

      Le contestamos que nos lo ha pedido ella.

      - ¿Yo? Anda, guardar eso en su sitio yo, no os he pedido nada.

      —Pero si nos lo has pedido tú, mamá.

      —Anda, anda, no digáis tonterías. ¿Para que quiero yo eso ahora, si no hay que barrer nada?

      Entramos las dos en casa. Mi hermanita me preguntó:

      —¿A que tú lo has escuchado, Lola?

      —Sí, lo escuché.

      Es por la tarde y estoy sentada en el suelo de la entradita del piso, jugando con una Barriguitas muy bonita, tiene la ropa celeste y un biberón que, cuando lo vuelcas, la leche se esconde. Me lo regaló la hermana de mami, la pequeña de todos. Llega el hombre del Círculo de Lectores, mami algunas veces le compra cosas. Hoy trae un cubo con muchas piezas, dice que es un Tente para que juguemos. Mami le da dinero al hombre. Cuando se va a marchar, el hombre me dice que tengo cositas para jugar. Me quedo con mi muñeca y con el Tente, tengo un poco de miedo aquí, en la entradita, donde hay un cuadro de mi hermanito, pintado, no una foto, y cuando lo miro me da miedo porque parece que me sigue con la mirada. Está colgado en el arco que separa la entradita del pasillo, me da miedo intento no mirarlo y paso lo más rápido que puedo siempre.

      Es mediodía, volvemos a casa mis hermanos y yo del colegio, nos quedamos en el patio comunitario hasta que llegue mami, que está en casa de la abuelita. La abuela está enferma y mami va a hacerle las cosas y a ayudarla. Mi hermanito tiene las llaves del piso, pero preferimos jugar aquí fuera mientras llega mami. Yo tengo ganas de hacer pipí y le pido a mi hermanito que me abra la puerta para ir al baño. Me la abre y me dice que no tarde, que vuelva fuera. Cuando entro, giro hacia el pasillo, el baño está al fondo. Veo a mi muñeco peloncete sentado en el suelo, al fondo, apoyado en la puerta del baño, que ya sí tiene puerta, con las piernas abiertas, los brazos a los lados caídos y la cabeza hacia un lado. Me quedo parada en seco, mirándolo asustada, el muñeco alza la cabeza, me mira, sonríe, se levanta como un bebé y sale corriendo hacia el salón. Me asusto muchísimo, me quedo callada y salgo del piso corriendo, no hago pipí, del susto se me han quitado las ganas de golpe.

      Cuando llega mami, entramos, yo no digo nada, al fondo a la izquierda se encuentra nuestra habitación, el muñeco está allí, donde todos los muñecos, pero cambiados de sitio, como siempre ocurre. Ahora sí hago pipí, mami está con nosotros.

      Capítulo 5

      Han pasado unos días, no quiero el muñeco, me da mucho miedo y mami se lo ha dado a la abuelita. Estamos en casa, mami hace las camas y nosotros ordenamos los muñecos, bien puestos. Tenemos dos gatos, uno es siamés y la otra es blanca, son bonitos y muy buenos.

      Volvemos del cole, mi abuelita sigue mala y mami aun va a ayudarla. Como de costumbre, la esperamos fuera, en el patio. Mi hermanito chilla, diciendo que dos pisos por encima del nuestro, está mamá, el cuerpo en una ventana y la cabeza en la de al lado. Yo me asusto y miro, pero no veo nada, las ventanas están tapadas por dentro con cartones. Mi hermana tampoco ve nada. La policía está ubicada junto a nuestro edificio y acude al escuchar los gritos de mi hermano, se lo llevan para tranquilizarlo, nos conocen y no hay problema con que mi hermano vaya con ellos hasta que llegue mami. Mami llega y le decimos lo que ha pasado, ella habla con la policía, que le explica lo ocurrido.

      Es por la tarde, mi tía, la pequeña, ha venido a visitarnos, todos estamos en el salón sentados en el sofá, estamos viendo una película. De un salto, mi tía se incorpora hacia delante mirando al pasillo con los ojos muy abiertos. Nos observa uno por uno hasta llegar a mi madre:

      —Se ha colado la niña de la vecina.

      Mi mami le responde:

      —¿Cómo se va a colar, si la puerta está cerrada?

      —Acabo de verla de salir hacia la calle.

      Mi tía se levanta para ir a mirar por todo el piso.

      —¿Ves como no hay nadie? La puerta está cerrada.

      —Yo he visto a una niña como tu María de grande, rubia y delgada.

      —Anda, anda, eso ha sido un reflejo tuyo o de la tele.

      Mi tía no quiso quedarse más, se fue diciendo que no volvería. Antes de marcharse, nos dio un beso a todos.

      Esa misma noche, fin de semana porque papi está con nosotros, mami le pidió a mi hermana que le trajera las zapatillas, que estaban debajo de su cama. Mi hermanita fue y volvió sin ellas asustada, diciendo que cuando se agachó para cogerlas algo le siseaba. Mami me lo pidió a mí, porque mi hermana tenía miedo, y me pasó lo mismo, así que mi madre optó por ir ella. Volvió al salón sin las zapatillas, diciéndole a papi que había algo ahí, que era verdad lo que decíamos. Papi se levantó, fue a mirar con mami, entonces él también lo oyó, se alejó de la cama, se agachó sin acercarse y miró. Dio un grito diciéndole a mami que le trajera el escobón, un palo o algo, que había una serpiente debajo de la cama. Papi la mató. A menudo veíamos ratas pasar por los patios y la calle, algunas tan grandes como gatos, cucarachas también, pero, ¿serpientes?, qué susto.

      Es mediodía, mami está en casa y el tito malo también, está tapando un agujero que hay entre el marco de la puerta del salón y el de la habitación de papi y mami, le está echando cristales rotos y lo tapa con cemento y arena. Mami nos explica que es donde se escondía la serpiente, que hay otra dentro y que el tito le echa eso para que se muera. Mamá dice que esta mañana estaba hablando con un amigo en el patio, ella se metió la mano en el bolsillo de su bata y sacó una cría que había matado ella misma por la mañana, que estaba enroscada en mi sillita de mimbre. Se la enseñó al hombre y este se la quitó de las manos de un manotazo. El hombre le contó a mamá que a esas serpientes las llaman las culebrillas ciegas.

      Es de noche, muy tarde, no sé qué hora es, estamos todos acostados y dormidos. Mi hermano nos despierta gritando, muy asustado, diciendo que Pinocho se encuentra al lado de su cama, bajo la ventana, junto a una hoguera. No quiere dormir allí, tiene miedo, papi y mami se lo llevan a su cama para que duerma con ellos.

      Por la mañana, ordenamos como cada día nuestro cuarto con mami y nos vamos al colegio. Por más que ordenemos los muñecos, siempre los encontramos cambiados de sitio, mami dice que no es ella la que los cambia.

      Cuando volvemos, descubrimos que se ha quemado el piso de una vecina, no la conozco, mami está hablando con algunos vecinos. Va al piso que se ha quemado, yo voy con ella. Está todo negro, no quedan muebles, hay


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