Las cosechas son ajenas. Juan Manuel Villulla
las localidades y zonas aledañas donde residen gracias a la existencia de mercados laborales reducidos y muy personalizados.
Por último, los vínculos salariales y las relaciones de poder que suponen, también crean cotidianamente en los obreros impulsos a la resistencia (Scott, 2004). Estas modalidades de cuestionamiento o insubordinación no necesariamente son deliberadas, conscientes, colectivas ni organizadas. Pueden ser —y la abrumadora mayoría de las veces así son— meramente individuales, espontáneas, silenciosas y sin ningún tipo de perspectiva política detrás ni delante de ellas. Es decir, no se reducen a las manifestaciones convencionales y más elaboradas que les otorgan los partidos o las organizaciones sindicales. De modo que el capítulo 10 explora la evolución del tipo, la eficacia y las motivaciones de algunas de estas modalidades de contestación que se dieron los obreros agrícolas para oponerse a sus patrones, en el marco de su desafección respecto a la actividad sindical formal. Por ejemplo, los juicios laborales, el abandono del puesto en medio del trabajo, la rotura deliberada de herramientas, o intentos de nucleamiento independientes, entre otros. Al mismo tiempo, analizamos sus potencialidades y su significado en relación a su identidad autónoma —en definitiva, de clase— en las situaciones de aislamiento y fragmentación que experimentan.
Cómo se realizó la investigación
La historia que relatan estas páginas fue muy rica en procesos de transformación que abarcaron distintas dimensiones de la cotidianidad y la subjetividad obrero-rural, poblados de multiplicidad de luchas, negociaciones y acuerdos en instancias poco resonantes. Por eso mismo, se trató de un devenir con escasos acontecimientos o quiebres importantes, sin grandes conflictos y con casi ninguna actividad sindical. Es decir, con pocos motivos para la profusión de fuentes documentales como las que caracterizan la investigación historiográfica de otros sectores de trabajadores. Por eso, en la medida en que tratamos de integrar distintos niveles de análisis —el político, el socio-económico, y el de los procesos más subterráneos que hicieron a la cotidianidad de los asalariados—, también se complementaron metodológicamente distintos abordajes cuantitativos y cualitativos, en base a distintas fuentes estadísticas, documentales y orales.
Entre las técnicas cualitativas, el corazón de esta investigación estuvo en la recopilación y análisis de 54 entrevistas a obreros y ex obreros agrícolas bajo la forma de “historias de vida”; 5 más a obreros en calidad de líderes sindicales y políticos; 24 a contratistas y/o productores en su carácter de patrones; 4 a asalariados familiares; 3 a maestros, directores de escuela y médicos rurales; y finalmente, 5 a ingenieros, extensionistas y técnicos, generalmente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) o de la Federación Argentina de Contratistas de Maquinaria Agrícola (FACMA). Eso sumó 95 entrevistas que dieron cuerpo al valioso acervo testimonial del estudio, nutrido en parte gracias a la técnica de la “bola de nieve” —cuando una entrevista recomienda la siguiente— y finalizado de acuerdo al “criterio de saturación” o “redundancia”, es decir, cuando a pesar de los esfuerzos por obtener nueva información, sólo se obtenían detalles irrelevantes sobre las mismas líneas discursivas (Bertaux, 1989; Wainerman y Sautu, 1998).
Aplicamos un cuestionario semi-estructurado muy flexible, que mantuviera la comparabilidad de los casos sin condicionar demasiado la fluidez natural de las conversaciones y la emergencia de particularidades con cada trabajador. En general grabamos digitalmente las conversaciones, aunque también apelamos a las anotaciones manuales durante o después de las charlas si contribuía a hacer más espontáneo el intercambio, y en función de lo mismo, realizamos entrevistas de tipo grupal que facilitaron la emergencia de nuevos elementos. El cuestionario se centró en la reconstrucción de la evolución de su cotidianidad en el trabajo y fuera de él, en su historia personal, en las relaciones entre los compañeros y frente a los patrones, en las transformaciones experimentadas en el proceso productivo, y en sus valoraciones políticas y sindicales a nivel local y nacional. En relación a las singularidades de su actividad político-sindical, también desarrollamos un cuestionario distinto para recabar los testimonios de dirigentes y ex dirigentes gremiales de la UATRE de la delegación Zona Norte de la provincia de Buenos Aires, de la delegación Santa Fe sur, y de las seccionales de Pergamino, Bahía Blanca y Marcos Juárez de la misma organización. Todos los testimonios fueron transcriptos, catalogados y procesados con la ayuda del programa de análisis de datos cualitativos MAX-QDA.
Esta extensa muestra fue intencional, intensiva y de casos críticos (Patton, 2002), tanto para recortar el universo de asalariados agrícolas como para acotar el territorio del estudio, centrado en la zona histórica y predominantemente agrícola de la región pampeana del norte bonaerense, el sur santafesino y al sudeste cordobés. Aquí se trabajó en tres niveles: un ámbito de estudio asimilable a una muestra crítica compuesta por dos partidos arquetípicos en el corazón maicero y sojero de la pampa húmeda (Pergamino, en la provincia de Buenos Aires; y Caseros, en Santa Fe); seis partidos de control dentro de la misma área (Salto y Mercedes, en Buenos Aires; San Jerónimo, en Santa Fe; y Marcos Juárez e Inriville en Córdoba); y cinco partidos más fuera de la zona predominantemente agrícola: cuatro al centro-noroeste (Carlos Tejedor, Carlos Casares , Bolivar y Rivadavia) y dos al sur bonaerense (Coronel Dorrego y Coronel Pringles).
En el terreno de las fuentes documentales accedimos y procesamos archivos muy valiosos de la Federación Argentina de Contratistas de Maquinaria Agrícola (FACMA) que hasta ahora nunca habían visto la luz. Gracias a estos documentos patronales se pudo reconstruir con información sistemática y de primera mano parte de la evolución de las remuneraciones de los obreros vinculados a estas empresas desde 1973 hasta 2010, así como las expectativas de ganancias que tuvieron estos propietarios de maquinaria antes de cada temporada; promedios de jornadas de trabajo por cultivo y época del año; controversias legales alrededor de la contratación, previsión social y seguridad física de los obreros en el trabajo; e información epistolar entre contratistas, ingenieros y abogados referidas a sus estructuras de costos y sus problemas con los salarios de los operarios. Además, nos pudimos apoyar en ellos para dar cuenta con mucha exactitud de la evolución de los tiempos de trabajo por hectárea y por quintal de distintas producciones de acuerdo a diferentes niveles, modelos y tipos de tecnificación, verificando con detalle las consecuencias que el cambio tecnológico iba generando año a año en las condiciones laborales de los asalariados, en el tamaño de los planteles de personal, y en la productividad de su trabajo, lo cual, combinado con los datos sobre sus remuneraciones, permitió estimar con bastante fidelidad los niveles de explotación que soportaron los obreros en distintos períodos históricos.
Algo lejos de lo que pasaba en los equipos de contratistas, pero en función de analizar el procesamiento institucional de los conflictos entre los representantes del trabajo y del capital agrario, se relevaron los acuerdos alcanzados por los empleados y las entidades patronales en la Comisión Nacional de Trabajo Agrario del Ministerio de Trabajo, expresadas en distintas resoluciones entre 1980 y 2010; y las Actas de las deliberaciones en la Comisión Asesora Regional Buenos Aires y La Pampa en la Delegación La Plata del mismo Ministerio, sobre cuyos acuerdos y desacuerdos —de carácter no resolutivo— la Comisión Nacional dictaminaba sus resoluciones.
En el orden de las instancias institucionales, una de las fuentes documentales más fecundas para analizar las transformaciones en las distintas dimensiones de la cotidianidad obrero-rural —y a la vez calibrar los motivos de sus descontentos y las condiciones en que lo hicieron manifiesto—, fueron los archivos sobre sus juicios laborales entre 1970 y 1994, dotados de un valor historiográfico, un detalle y una encarnadura inigualable. Así, se indagó el Departamento Histórico Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, y a través suyo, los pocos legajos conservados del viejo Tribunal del Trabajo en el Archivo del Departamento Judicial de Pergamino, que concentró dos terceras partes de los juicios encarados por obreros rurales en el territorio bonaerense.
En relación a otro tipo de conflictos manifiestos que no tuvieran expresión o resolución institucional a través de esas vías —gremiales o judiciales—, se chequeó la base de datos sobre conflictos laborales elaborada por la Subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo entre 2006 y 2010; los registros de la Dirección Nacional de Relaciones Laborales y de la Dirección de Asociaciones Sindicales del mismo Ministerio;