René Salamanca y el clasismo. Enrique Arrosagaray

René Salamanca y el clasismo - Enrique Arrosagaray


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Entonces yo me encuentro ante la gente, que habían sacado de la línea, doce per­sonas. Imaginate la línea. La gente estaba desesperada. Entonces caigo yo, que había estado con parte de enfermo, haciéndome el boludo pirándome, y hago asamblea, “bueno, decidámoslo y me­támosle”. ¡A la hora cayó la cana!

      –¡vení para acá!

      Delgado: …pero no me agarran ahí. No. A la noche me caen en mi casa. Caen por los techos, rodean toda la... ¡Un quilombo! El error mío es no haber pirado, porque me dicen: “¡Andate!”.

      Hadad: Qué fecha, Negro...

      Delgado no logra recordar la fecha que le pide el Turco Hadad, no la dice. Debe ser uno de los pocos casos en que un detenido des­aparecido está dos veces en un mismo campo de concentración. Sin dudas que cuando lo sacan de la Ribera y lo llevan a una cárcel, pensó que por lo menos quedaba blanqueado; pero no, otra vez al matadero de donde creía haberse salvado.

      Como esta planta armadora fue uno de los pocos centros obreros que hicieron paro el día del golpe del 76, llevamos a ese tema a Delgado porque además, él era miembro de la Comisión Interna.

      –¿El 24 de marzo vos vas a trabajar?

      Delgado: Noo, yo ese día o mejor dicho, un día antes... Por ejem­plo, el Rengo Matei renunció, otros tomaron parte de enfermo y se fueron, se piraron...

      Hadad: Y algunos presos también, ¿no?

      Delgado: Y yo tomo esa actitud porque sabía que se venía el golpe. Porque se mencionaba, nos dijeron “loco...”. Yo un poco fui testarudo, yo fui muy testarudo, lo reconozco. Y digo “bueno, me tomo parte de enfermo” y me tomé una semana. Y tras esa semana yo me volví a trabajar, ¿me entendés? Y cuando vuelvo a trabajar, en esos días, ya hacía rato que venían haciendo iniquidades los ca­pataces con la gente. Imaginate vos, te encontrás con un montón de reivindicaciones que están muertas, pisoteadas, si vos vieras pobre gente, indignada; cuando me ven, es la salvación.

      –Vos reingresás luego de la licencia ya con la dictadura.

      Delgado: Sí, sí. Y hago una asamblea, como era costumbre nues­tra. Como tantas veces. Y a los minutos había un montón de milicos ahí y la gente se comenzó a cagar. Entonces nos hicimos los pelotu­dos, hacemos trabajo a reglamento generalizado en toda la planta. ¡Se corrió como un reguero de pólvora! vos no tenés idea de cómo la gente tenía ganas de... No sé, si hubiera habido un poco más de dirigentes, hubiéramos hecho un acto un poco más grande. Porque la gente todavía estaba en su salsa, al sentirse pisoteados así...

      –Yo estoy equivocado o el día del golpe de Estado hubo abando­no de fábrica...

      Hadad: Chupamiel, como miembro de Comisión Interna, estuvo...

      –¿Quién?

      Delgado: Sí, Mendiolaza, falleció hace poco. Yo estuve en la casa de él...

      Hadad: ... él promovió el abandono de fábrica.

      Delgado: ... es uno de los que ¿cómo se llama? Es uno de la Co­misión Interna que también cae preso. A él lo agarran después del abandono, él se va de su casa y lo van a buscar dos veces a la casa y no lo encuentran. Después lo enganchan.

      Delgado: Corrieron la bolilla y no fue así. Un chico –por Mendio­laza– que le provocaba escozor todo lo que fuera milico.

      Hadad: Si hay uno derecho, es ese chico...

      Delgado: Yo creo que sí, yo reivindico dos personas, ¿no? Uno, él; el otro, Carlitos Grsey. Carlitos Grsey en una cosa que yo la otra vez cuando se conmemoró a los desaparecidos, compañeros, yo dije: “Yo, para mí, la vanguardia de un compañero desaparecido, Carlitos Grsey”. Y uno saltó y me dijo “pero vos estás loco, si Carlitos estuvo preso y luego quedó libre”, pero cuando salió...

      Hadad: ... salió loco.

      Delgado: ... salió mal, ¿me entendés?... Hay muchos así.

      –¿Estuvo preso o estuvo desaparecido?

      Delgado: Estuvo preso, él cae antes.

      Hadad: Cuando se dicta la intervención al SMATA de Córdoba, viene Lacabanne y en las redadas que hace, cae Carlitos.

      Delgado: Nosotros nos quedamos a resistir. Estaba Orbizo, que era del grupo de la Triple A que ya se formaba, vienen a intervenir el gremio. El juez que firma la intervención fue Hairabedian, que estuvo preso conmigo. Y nosotros ahí adentro, presos, con Chupa­miel, con Solís, con todos, le hicimos un desprecio tal que...

      Hadad: ¿A Hairabedian?

      Delgado: Sí, sí. Quedó solo. Lloraba, al cuarto día lloraba...

      A pesar de las barbaridades que se venían ejecutando sobre la conducción del SMATA Córdoba, el triunfo electoral de la Lista Marrón en 1974 fue por un margen muy amplio. Esto impulsó a que sectores del poder político y sindical decidieran la destrucción de esa conducción a cualquier precio. Vía electoral ya no podrían. In­cluso la táctica del PC de separarse de la Lista Marrón y conformar una lista propia, la Naranja, para destruir la unidad lograda dos años antes y debilitar a Salamanca, no les alcanzó. La táctica de la lista Celeste Nacional, dirigida por Montoneros, que también jugó a destruir a la Lista Marrón cordobesa, no alcanzó. Hablaremos de eso más adelante. Entonces jugaron la baraja de la intervención, determinada por la conducción nacional del SMATA con el nefasto y propatronal José Rodríguez a la cabeza.

      Para darle el viso legal, la intervención debía ser firmada por un juez cordobés. Ese sería el doctor Hairabedian. Ese que lloraba, encarcelado, nos acaba de contar Delgado, por el vacío que le ge­neraban los obreros mecánicos presos. Gerardo Luna nos contará otros detalles más adelante. Delgado cuenta cómo fue ese asunto; su fuente, nos dice, es el propio juez de antaño.

      Delgado: ... Y decidimos preguntarle por qué la intervención, por qué firmó la intervención y ahí nos enteramos de la verdad de la cosa: él una vuelta se piró del Juzgado para no firmar y es cierto. La intervención venía una semana antes a Córdoba. Nosotros estába­mos preparados para resistir, habíamos llevado chumbos. Armas. Estábamos dispuestos a aguantar. No intervienen porque el juez no firmaba. ¿Por qué? Porque cuando van a buscarlo, a apretarlo, Orbizo y esos otros, él se pira por el techo.

      Hadad: ... no sabía eso.

      Delgado: Él nos cuenta eso en la cárcel y después nosotros cons­tatamos que era la verdad. Y a posteriori, lo enganchan: habían agarrado a la mujer y la hicieron hablar por teléfono y él sabía per­fectamente que la iban a liquidar. ¡lo sabía perfectamente! Firma y después lo meten en cana. ¡Mirá vos! Él está primero en Aeronáuti­ca, hasta ahí estaba legal, sin vendas ni nada. Lo sacan ya vendado y lo llevan allá a cómo se llama.

      Nosotros conversamos con el doctor Carlos Hairabedian en su despacho de la calle Caseros al 600, pleno centro de Córdoba Ca­pital, en marzo de 2018. Con gentileza y velocidad me atendió sa­biendo, porque se lo anticipé telefónicamente, que le iba a pregun­tar por su rol en la intervención al SMATA Córdoba. Más adelante contaremos los detalles.

      Inmediatamente, los recuerdos de Delgado se van hacia perso­nas secuestradas en esa época que no tenían nada que ver con las luchas sino con los negocios. Sabemos que en todo el país, la dicta­dura también secuestró ciudadanos para extorsionarlos y sacarles dinero, propiedades, tierras y empresas a cambio de su libertad.


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