Andares del Che en Bolivia. Carlos Soria Galvarro

Andares del Che en Bolivia - Carlos Soria Galvarro


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enfermos graves y heridos, sus depósitos de armas, alimentos y medicinas habían sido descubiertos y el terreno era muy poco propicio para su accionar.

      En uno de los campamentos guerrilleros, el segundo de la izquierda es Inti Peredo.

      La guerrilla del Che estaba aislada, no tenía vínculos efectivos ni con los partidos de la izquierda marxista, ni con los sectores sociales potencialmente aliados, como los mineros, que ese mismo año sufrieron un duro embate represivo en lo que pasó a denominarse “La masacre de San Juan” (24 de junio). Para colmo de males, el Che estaba siendo afectado por violentos ataques de asma, enfermedad que lo acompañó desde su niñez.

      En esta etapa final, estaba en una especie de gran cerco. La 8º División comandada por el coronel Joaquín Zenteno Anaya le pisaba los talones y le impedía su acceso hacia el norte a través del cruce de la mencionada carretera, lo que le habría permitido hipotéticamente internarse en las zonas pobladas del Chapare. La 4º División del coronel Luis Reque Terán, le empujaba al norte y le cortaba su repliegue al Sur.

      En esas condiciones, y con sólo los 17 hombres que le quedaban, el Che fue cercado y obligado a dar batalla en la quebrada de El Churo (también llamada Yuro).

      Era el domingo 8 de octubre. Después de mediodía, herido en la pantorrilla derecha y con su arma inutilizada, fue capturado junto con Willy, el minero de Huanuni Simeón Cuba. El batallón de soldados “rangers”, especialmente entrenados por instructores norteamericanos, estaba al mando del capitán Gary Prado Salmón.

      Con Jorge Vázsquez Viaña (Bigotes o Loro). Capturado herido, fue conducido al hospital de Choreti. Lo asesinaron y lanzaron desde un avión.

      Eliminado… por órdenes superiores

      Trasladado al poblado próximo de La Higuera, actual Municipio de Pucará, en la provincia de Vallegrande, fue ejecutado 24 horas después dentro de la escuela donde había sido encerrado. El suboficial Mario Terán consumó la orden, emanada del presidente René Barrientos y avalada por la cúpula castrense. Igual suerte corrieron Willy y un tercer guerrillero que habría sido capturado esa mañana, al parecer Chino (Juan Pablo Chang Navarro).

      La noticia provocó una fuerte conmoción en todo el mundo y, al comienzo, mucha incredulidad sobre la forma en que se habría producido el deceso, dadas las contradicciones en que incurrieron las fuentes militares. Desde luego, la versión de que había caído en combate fue inmediatamente puesta en duda pese a los enfáticos, pero contradictorios, comunicados oficiales en ese sentido.

      El día en que el cadáver del Che fue exhibido en Vallegrande la prensa en La Paz confirmaba su muerte, pero aún no disponía de imágenes fotográficas.

      Muchos años después casi una decena de militares, la mayoría protagonistas de los hechos, escribieron sendos libros en los que confiesan y confirman las certezas iniciales: el Che fue ejecutado a sangre fría el 9 de octubre de 1967 poco después del mediodía.

      Los periodistas José Nogales y Julio Valenzuela junto a los restos del Che en Vallegrande.

      De la acción del Churo sobrevivieron dos grupos, uno fue ultimado días más tarde a orillas del rio Mizque y el otro, comandado por Inti (Guido Peredo Leigue) y Pombo (Harry Villegas Tamayo), rompió el cerco, obtuvo protección campesina y logró abandonar el lugar luego de hacer contactos en Cochabamba con militantes del PCB. De los seis sobrevivientes, Ñato (Julio Luis Méndez Korne) fue muerto en Mataral; los cubanos Pombo, Benigno y Urbano, alcanzaron la frontera con Chile a comienzos de febrero de 1968; Inti y Dario (David Adriázola Veizaga) en diferentes acciones murieron en 1969 en La Paz, en manos de las fuerzas represivas cuando intentaban reactivar la organización guerrillera (denominada Ejército de Liberación Nacional, ELN) que entonces actuaba bajo la consigna de “Volveremos a las montañas”.

      Victoria póstuma

      El impacto de estos acontecimientos fue estremecedor y se avivó por la publicación en Cuba del diario de campaña del Che en julio de 1968. Como casi nunca había ocurrido antes, Bolivia estuvo en el foco de la atención mundial. Internamente, amplios sectores sociales, particularmente los jóvenes, radicalizaron sus posiciones políticas y pasaron a admirar fervientemente el heroísmo romántico del Che y sus hombres que, desde el corazón del continente, intentaron cambiar el rumbo de la historia latinoamericana y mundial. Fracasaron militarmente en sus propósitos. Pero, podría decirse que obtuvieron un éxito político rotundo después de muertos.

      Es más, la figura del Che ha trascendido al Siglo XXI como sinónimo de coherencia entre el pensar y el hacer, de entrega personal al servicio de una causa y de renuncia a la vida misma en aras de los ideales de liberación y justicia social.

      2. ¿Tenía el Che una propuesta para Bolivia?

      El mismo día de su arribo al río Ñacahuasu el Che inició sus anotaciones diarias con la conocida frase: “Hoy comienza una nueva etapa”. Había llegado clandestinamente y luego de hospedarse dos noches en el Hotel Copacabana de La Paz, emprendió viaje en jeep hasta la región de Lagunillas, en el sudeste boliviano.

      Dejaba atrás otras etapas de su vida trashumante de revolucionario: su frustrada incursión en el África (Congo), que a su vez había terminado con la fase de su fulgurante presencia en la revolución cubana.

      ¿Cuál era entonces la “nueva etapa” que iniciaba el 7 de noviembre de 1966?

      Su preocupación inicial de incorporar reclutas peruanos y argentinos parece indicar que su proyecto era continental. Combatientes entrenados y fogueados en la guerrilla boliviana regresarían a luchar en sus países y quien sabe él mismo retornaría a su Argentina natal, un ambicioso sueño que nunca abandonó.

      Pero, en tanto la lucha se desenvolviera en Bolivia era ineludible una propuesta que la justifique, aunque este país pudiera ser el último en liberarse dadas sus condiciones de encierro geográfico, como él mismo lo insinúa.

      Dicha propuesta de programa, más o menos explícita, no se encuentra en la documentación más conocida de la presencia del Che en Bolivia. No está en su célebre Diario pues éste es una crónica minuciosa del accionar cotidiano de la guerrilla. No aparece tampoco en los comunicados públicos numerados del 1 al 5 que son más bien partes de guerra, excepto en alguna medida el Nº 5 dirigido a los mineros. Menos en las comunicaciones cursadas entre La Habana y La Paz o en las “Instrucciones a los cuadros destinados al trabajo urbano”.

      La pieza faltante

      En abril de 1998 el ya desaparecido periódico bilingüe paceño Bolivian Times dio a conocer por primera vez un documento manuscrito contenido en una pequeña libreta que el general retirado Jaime Niño de Guzmán, piloto del helicóptero que operó en la campaña antiguerrillera, dijo que el Che le había entregado luego de su captura.

      Bolivian Times no publicó el facsímil completo, solamente dos páginas de la libreta, que además llevan la interferencia de los dedos del ex militar y de una fotografía del cadáver del Che. Eso hace imposible verificar si la trascripción no incurre en errores dada la reconocida dificultad de leer la “letra de médico” del Che.

      Pero, hasta donde puede apreciarse, tanto por la forma, el contenido y las circunstancias, se trata de un documento de un significativo valor histórico. Por primera vez se conoció el esbozo de un planteamiento programático de la guerrilla de Ñacahuasu, y nada menos que de puño y letra de su principal exponente.

      No es una “última” proclama del Che como la presentó Bolivian Times, sino más bien un primer borrador que ni siquiera alcanzó a terminar de escribir y menos siquiera intentó publicar.

      Se


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