Historia de un colegio y de su expoliación. Arnulfo Gil Michél

Historia de un colegio y de su expoliación - Arnulfo Gil Michél


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rel="nofollow" href="#ulink_729620df-ca0d-5572-8532-4a3de45436a6">2. Administración de Lalo

       3. Visión y aspiraciones

       4. Apogeo y embauque

       5. Comprado para una iglesia y no para un colegio

       6. Falta de solidaridad

       7. La poderosa mano del Señor

       QUINTA PARTE - Crónicas

       1. Mi llegada a Guayaramerín

       2. La iglesia Hechos

       3. Nuevo templo

       4. Líderes y encargados

       5. Los hermanos de la Iglesia

       6. Encargados temporales

       7. Juntos con Lalo

       8. Transcurren 22 años

       EPÍLOGO - Esta es la historia de un colegio

       Arnulfo Gil Michél

      Preámbulo

      Al escribir sobre la fundación del “Colegio Evangélico

      Nacional Jorge Antelo Alpire”, lo hago con la finalidad de dar a conocer los hechos y circunstancias que

      dieron lugar a su fundación. De su visión principal.

      Viraje de la visión. De su temprana expoliación.

      PRIMERA PARTE - Génesis

      El tiempo transcurre sobre Guayaramerín, estamos en 1982. Es febrero, tiempo de lluvias. Los escolares, después de unas vacaciones, vestidos de uniforme blanco y azul inundan las calles, y en especial, la avenida principal General Federico Román, imprimiendo así un ambiente alegre en el pueblo, escena que se repite anualmente.

      El colectivo evangélico es muy significativo en la población, reflejado también en el campo estudiantil.

      Además de los colegios fiscales, el pueblo cuenta con dos colegios particulares que rebosan de alumnos y que no tienen espacio para más. Todos quieren inscribir a sus hijos en estos colegios, porque en los fiscales no hay confianza, debido a las constantes huelgas de sus profesores.

      Ese año inscribí a Sarita, mi primera hija, en el colegio católico Roberto Fransen. El mismo año la trasladamos al colegio adventista Elmer Batfor, pensando librarla de la imposición religiosa, pero caímos en otro más dogmático.

      La imposición religiosa a los alumnos en estos centros educativos hace que preocupe a los líderes evangélicos que comienzan a considerar la necesidad de tener un colegio alternativo, con principios bíblicos, pero con libertad de creencia.

      La preocupación se aviva al comienzo de cada año escolar, es tema de conversación y reuniones informales entre líderes y pastores, especialmente entre el liderazgo de la iglesia Nacional y de la iglesia Cristiana; y entre el director del Centro Juvenil Evangélico, pastor Alfredo Eggers, y el líder de la iglesia Nacional, Arnulfo Gil.

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      Mi hija, Sarita.

      A comienzos de 1983 cobra aún más interés la necesidad de tener un colegio evangélico, por lo que se busca cómo gestionarlo. Para ello se acude a la directiva de Iglesias Unidas, para que sea tratado a nivel de líderes y pastores de las iglesias. La reunión es convocada por el presidente de la directiva, Arnulfo Gil, y el misionero Guillermo Biester.

      La reunión se celebra en la iglesia Berea, con la asistencia de diez líderes de las siguientes iglesias: iglesia Cristiana, iglesia Nacional, iglesia Berea, iglesia Bautista e iglesia Asamblea de Dios; con la asistencia de los siguientes líderes y pastores: Eulogio Cuéllar, Víctor Moye, Franz Arzadum, Carmelo Pedriel, Pedro Vaca, Pedro Zeballos, Felipe Sinuiri, Guillermo Biester, Arnulfo Gil y Edwin Durán.

      Las intervenciones se centraron en la necesidad de tener un colegio con principios bíblicos para Guayaramerín, donde se enseñe la Palabra de Dios pero con libertad de creencia y que sea un colegio de alto nivel pedagógico.

      El pastor Eulogio Cuéllar, de la iglesia Cristiana, anima a los líderes a proseguir con la iniciativa, para así contar con un colegio donde se enseñe la Palabra del Señor a los estudiantes.

      Después de varias intervenciones, todos coincidieron en la necesidad de tener un colegio evangélico, y se sugiere que para la siguiente reunión se lleven más datos e información sobre cómo fundarlo.

      Posteriormente se celebra una segunda reunión y se nombra una comisión para que realice un estudio más exhaustivo sobre los pasos que se deben seguir para fundar un colegio y para su administración. Dicha comisión no funcionó.

      Pasado un tiempo se vuelve a realizar otra reunión con una asistencia de seis líderes de las Iglesias Unidas con el propósito de hacer avances en el proyecto.

      En esa reunión se trató sobre cómo se financiaría el colegio. Terminada la exposición, uno del grupo advierte diciendo: “Para la fundación del colegio, las iglesias deben construir las aulas, y empezar con el kínder y que las iglesias paguen el sueldo a los profesores; si fuera de otra manera, yo no colaboraré en el proyecto”.

      Después de esta intervención, los hermanos dejan de intervenir. Se nota un ambiente de desazón por la propuesta, debido a que el proponente era un hermano influyente y decisivo en el ámbito de medios, lo que hizo que se apagaran los ánimos.

      Los ingresos de las iglesias eran muy reducidos; por lo que no había ninguna posibilidad de aportar para aulas y mucho menos pagar sueldo a los profesores.

      Así pues, pasan los días y ya no hay ningún interés de los líderes para volver a reunirse como Iglesias Unidas y tratar el asunto del colegio. Debido a esa apatía, la directiva deja de funcionar. Y no volvimos a reunirnos más como Iglesias Unidas.

      Yo seguía con la ilusión de que Guayaramerín y los evangélicos tuvieran un colegio con principios bíblicos y pedagógicamente eficiente para que los hijos de los creyentes y no creyentes salieran bien preparados para la vida y para la Universidad, y conociendo la Palabra de Dios y el Evangelio.

      Viendo


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