Cómo superar el trastorno bipolar. Alberto Caselles Ríos

Cómo superar el trastorno bipolar - Alberto Caselles Ríos


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seis años y me facilitó disponer de mis propios recursos para continuar en solitario.

      Habitualmente, levantar una casa en ruinas no es tarea de un día. Llegar a plantearse alternativas es el punto de partida de toda recuperación y una necesidad para afrontar cualquier problema, incluida la enfermedad. Pensar que no hay alternativa posible es un punto final y sin retorno. La esperanza es la llave que permite mantener siempre una puerta abierta a través de la cual siempre se filtra un poco de luz y circula el aire necesario para respirar. Mi presente, desde que recuperé la salud, es un trabajo personal orientado a compartir mis conclusiones respecto al trastorno bipolar y a difundir un proyecto con el nombre de Esperanza Bipolar. Enterrar el aprendizaje de las personas que han padecido los síntomas y han sido capaces de superarlos, sería un auténtico desperdicio que la sociedad no puede permitirse el lujo de desaprovechar. Desconozco el motivo por el que las cosas son como son, pero entiendo la salud de los demás como un compromiso de todos. Mi iniciativa nace de este profundo compromiso con quien sufre los síntomas del trastorno bipolar y a quienes me siento, de alguna forma, íntimamente unido. El convencimiento de que quienes hemos logrado dejar atrás el sufrimiento debemos de servir de apoyo a quienes todavía no lo han hecho, descansa en una conclusión que sufrí en mi propia carne: quien vive sin esperanza se desvive y acaba mal viviendo. Consciente de que todo esfuerzo nunca será suficiente pero merecerá la pena, hace tiempo decidí dedicar el mío para difundir optimismo y dar algo más que ánimo a quien lo necesite.

      Las primeras reuniones en una asociación de pacientes bipolares cercana a mi cuidad, fueron la mejor manera de entrar en contacto con otras personas que, al igual que yo, habían sufrido o seguían sufriendo los síntomas del trastorno bipolar. Tras un año acudiendo a estos encuentros en los que muchos evidenciaban las dificultades que sufrían para llevar una vida normal y disfrutar del bienestar psicológico, comencé a coordinar las actividades en mi propia ciudad.

      Al principio, no tenía una idea preconcebida de cuáles podían ser las actividades más adecuadas para el beneficio de todos. De forma espontánea, la mejor forma para que las situaciones se resuelvan por sí mismas, la asociación se convirtió en un espacio íntimo donde las personas podemos compartir nuestras vivencias sin temor a ser juzgados y con la confianza mutua como pegamento emocional. Con una reunión mensual de dos horas de duración, la situación de algunas personas ha mejorado de una forma llamativa aliviados por el bálsamo de compartir y el apoyo desinteresado y sincero del resto de miembros del grupo.

      Perder temporalmente el control sobre tu propia vida es una situación que inicialmente provoca desconcierto y una intensa sensación de indefensión. Sufrir situaciones en las que tus emociones se han visto desbordadas hasta extremos poco frecuentes, provoca el retraimiento y aislamiento de los demás, acompañado por una amarga sensación de culpa y vergüenza al mismo tiempo. No es de extrañar que uno sólo se sienta realmente comprendido por las personas que se han visto reflejadas en el mismo espejo. Uno de los muchos motivos que contribuye a mejorar el bienestar de los integrantes de los grupos de apoyo, es simplemente saber que uno no está solo en la tormenta de la inestabilidad emocional.

      Reconocer la satisfacción que me produce escuchar el murmullo de las conversaciones de los asistentes a la salida de una reunión de la asociación, es la prueba de que estoy donde debo estar. Saber que he podido contribuir a la mejoría de personas en una situación de salud realmente delicada, un motivo más para seguir volcándome en lo que hago. Escribir en un blog personal y crear una comunidad en las redes sociales, ambas iniciativas con el nombre de Esperanza Bipolar, fue una manera más de entrar en contacto con las dificultades que todos, como personas, afrontamos en nuestra vida diaria. Pequeñas cosas, todas ellas centradas en el bienestar de los demás, ocupan el centro de mi vida. Lógicamente dedicarme a estas actividades me devuelve con creces la ilusión que vuelco en ellas. Es una relación de beneficio mutuo en la que siempre recibo más de lo que doy.

      Mi presente, desde hace mucho tiempo, consiste en una rutina diaria en la que puedo marcar los ritmos y los tiempos. Un estilo de vida condicionado en sus inicios por el estrés sufrido en el ejercicio de una profesión equivocada. Hoy en día, una fuente inagotable de satisfacción y disfrute diario que, ni en el mejor de mis sueños, pude imaginar. A veces, anteriores fracasos pueden convertirse en las puertas de entrada al éxito personal entendido como satisfacción con la vida y tu entorno. Alineando tus habilidades y cualidades con tus propósitos y tus metas, tu vida puede fluir de una forma natural y espontánea. Se trata de un proceso en el que pequeños avances se convierten en pasos de gigante que te permiten alcanzar logros antes inimaginables. Sensaciones cálidas y acogedoras que tenías olvidadas y puedes volver a sentir en tu propio cuerpo te están esperando, si eres capaz de descubrir el qué y el cómo.

      Un futuro2

      “El futuro no es tanto lo que nos queda por hacer, sino más bien lo que nos queda por vivir”

      El autor

Los 21 malos hábitos

      Hábito nº1. Vivir pensando en el futuro

      “Un buen viajero no tiene planes fijos ni está empeñado en llegar a parte alguna”

      Lao Tzu

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      Hace mucho tiempo sufría en el presente porque vivía en un futuro idealizado que no llegaba nunca. Esporádicamente, disfrutaba de algún logro de una manera tan pasajera que, al día siguiente, la hoja parecía estar de nuevo en blanco. La única manera que encontraba de llenarla, consistía en proyectarme a futuro imaginando siempre logros aún mayores.

      Vivir pensando en el futuro consiste en proyectarse con la imaginación para vivir lo todavía no vivido como en un viaje virtual. Aunque a nivel psicológico, esta práctica puede ser una herramienta muy útil en el crecimiento personal, para las personas diagnosticadas con trastorno bipolar puede resultar tan peligroso como poco recomendable. Vivir en el futuro una realidad virtual en la que mis deseos más escurridizos acabarían algún día por llegar a cumplirse, fue una condición necesaria para que brotaran mis episodios de euforia hace ya más de diez años. Albert Einstein resumía este concepto afirmando que todo lo que puedas imaginar es real. Para comprender mejor la idea, ilustraré el poder de la imaginación con un ejemplo infantil.

      Un verano, mi hijo Roberto, iba a recibir en vacaciones como regalo una Nintendo DS. Con diez años, su mayor ilusión era tener una nueva consola desde que se rompió la que le había regalado su hermana cuando ella encontró nuevas ilusiones. Mi hijo, un niño muy inquieto y, a quien andar nunca le ha gustado demasiado, no paraba de preguntar:

      -¿Dónde vamos?¿Cuánto nos falta? - mostraba a cada paso su molestia.

      A quien le encanta correr, brincar o hacer el pino, andar le resulta aburrido. Lo más asombroso y no tan sorprendente conociendo la fuerza de la ilusión de un niño, es que el día en que le íbamos a regalar la pequeña consola de juegos no sentía sus piernas. Fue capaz de subir y bajar una pendiente de más de un kilómetro en busca de una tienda donde encontrar el precio más barato sin quejarse ni una sola vez. El deseo intenso de tener entre sus pequeñas manos aquella máquina con botones superaba con creces el cansancio o el aburrimiento de tener que caminar. Es posible que, siendo tan pequeño, no hubiera sido capaz de imaginar el momento en que se cumpliría su infantil deseo. O quizás sí. Desconozco si somos capaces de desear algo que no hayamos imaginado previamente con un mecanismo de proyección a futuro, o hayamos presenciado sus efectos visibles en terceras personas.

      La publicidad en los medios de comunicación juega constantemente con este efecto mostrando el éxito, el placer o la felicidad en breves anuncios. También recurre a sugerentes imágenes que nos evocan recuerdos agradables o despiertan deseos por satisfacer. El coste de la publicidad es tan elevado porque la eficacia de desear algo incluso antes de haberlo saboreado está fuera de toda duda.

      Pondré ahora un ejemplo con una persona adulta. Imagínate que todavía no has o hubieras decidido tu elección profesional, y cae en tus manos un periódico que te revela la siguiente información: “el sueldo promedio anual de un controlador aéreo puede alcanzar los 350.000 euros”. Una


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