La fidelidad en el tiempo. Mercedes Navarro Puerto
Mercedes Navarro Puerto, mc
La fidelidad en el tiempo
Notas teológicas sobre el uso del concepto en la vida religiosa de las mujeres
Editorial Claretiana
Índice
Portadilla
Fidelidad en contexto
Fidelidad y miedo
Fidelidad y violencia
Fidelidad e institución
Fidelidad y temporalidad
Fidelidad y proceso
Fidelidad en las Escrituras
Fidelidad y verdad (claridad, opacidad)
Fidelidad y vida buena
Fidelidad y vida religiosa profética
Fidelidad a una misma, a Dios, al prójimo
Fidelidad y contemplación
Navarro Puerto, MercedesLa fidelidad en el tiempo : notas teológicas sobre el uso del concepto en la vida religiosa de las mujeres / Mercedes Navarro Puerto. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Claretiana, 2020.Libro digital, EPUB - (Despierten al mundo)Archivo Digital: descarga y onlineISBN 978-987-762-070-21. Vida Cristiana. I. Título.CDD 248.5 |
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Primera edición en formato digital: octubre de 2020
Versión: 1.0
Digitalización: Proyecto451
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Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-987-762-070-2
Para mi amiga María José,
que quiere seguir siendo fiel.
1
Fidelidad en contexto
El pasado 7 de septiembre se cumplían 45 años de mi ingreso en la congregación de la que formo parte. Todos los años miro atrás en el tiempo intentando verme en el transcurso de mi propia historia. En esta ocasión, mi percepción de la temporalidad fue más aguda, y esa pregunta que me asalta a tiempo y a destiempo, de cuando en cuando, comenzó a resonar en mí de otra manera: “¿por qué sigo aquí?”. En aquellos momentos apenas me detuve a considerarla, pero al poco volvió la pregunta de manera insistente. Hasta ese momento no recuerdo que entrañara ninguna referencia consciente al valor de la fidelidad. “¿Por qué sigo aquí?” tenía que ver con la pura y simple constatación de seguir, con la perseverancia y la permanencia temporales, con situaciones y con momentos vividos.
Un día, no hace mucho, leí en un pequeño libro de filosofía que “la fidelidad introduce la eternidad en el tiempo”. Y, como por arte de magia, muchas cosas que no parecían tener relación entre sí comenzaron a juntarse, desordenadamente primero, y con un cierto sentido, después (1). Permanencia, perseverancia y fidelidad aparecían juntas en mi mente, sin por ello confundirse ni intercambiarse. La palabra “fidelidad” apenas ha formado parte de mi vocabulario habitual ni de mi temática teológica ni de mis intereses específicos. Es más, reconozco en ella un regusto a desgastado y viejo, a palabra “talismán”, que no la ha hecho atractiva para mi pensamiento. Me he sentido más cercana y atraída hacia el campo semántico del cambio, sin establecer vínculos (conscientemente, al menos) con la fidelidad.
Eso, hasta ahora. De pronto, el concepto, la palabra, el valor han reclamado mi atención como parte de esa frase que la vinculaba al tiempo, la frase que actuó como detonante de mi actividad mental. Luego, conforme he ido pensando y escribiendo, el tema ha ido cobrando más y más importancia y se ha ido abriendo, progresivamente, a relaciones que en principio no había contemplado. Partiendo de mi propia experiencia, concreta y puntual, este tema se ha ido desbordando y se ha salido de madre, es decir, se ha ido desarrollando dentro y fuera, a la vez, del marco de la Vida Religiosa de las mujeres. Pero en mi reflexión iré paso a paso. En lo que sigue, el tema irá entrando y saliendo continuamente del contexto de la Vida Religiosa (en adelante VR). Algunos aspectos pueden ser extrapolables a otros ámbitos y, de hecho, muchos lo son. Otros son propios de este estilo de vida, pero participan de todo cuanto es y parece en este mundo determinado del que forma parte.
Mi punto de partida
Recuerdo que cuando hice la primera profesión (que se renovaba anualmente hasta la profesión perpetua) pensaba que su provisionalidad no tenía mucho sentido, pues aquella era para mí la profesión definitiva y mis votos eran para siempre. Tenía 19 años, pero en aquel momento, en mi cultura, esa afirmación sonaba normal. Mis compañeras de noviciado pensaban y sentían lo mismo, éramos hijas de aquel momento y de aquella sociedad. El divorcio no había llegado a nuestras leyes y las parejas, para bien y para mal, se casaban “hasta que la muerte” las separaba. Estábamos en un régimen político de dictadura que favorecía lo duradero entendido en oposición al cambio. También recuerdo que en aquellos momentos (yo ingresé en la congregación en 1968) la necesidad de cambio era acuciante y percibíamos, de una manera global y confusa, que este se iba acercando. Para el pueblo, para la gente como yo, el cambio no se oponía a lo duradero. Sin embargo, no se nos ocurría tener que explicarlo, pues quienes deseábamos que las cosas sufrieran las transformaciones necesarias, las que ya se daban en otros países y sociedades avanzadas, nos sentíamos fieles a nuestro tiempo.
Es lógico preguntarse de qué manera se sustituyó una mentalidad en la que la novedad, el cambio y el progreso eran expresión de fidelidad, por otra en la que la misma idea de fidelidad parece contraria a progreso y evolución.
Hoy la Vida Religiosa de las mujeres se las tiene que ver, en efecto, con una mentalidad completamente diferente. Ni mejor ni peor, solo distinta. O mejor en algunos aspectos y peor en otros. Cuando las novicias piden la profesión, somos las mismas religiosas mayores las primeras que nos cuestionamos su permanencia, la duración entre nosotras de quienes van a profesar. Somos las primeras que dudamos y desconfiamos. Eso indica varias cosas. Indica que también nosotras hemos cambiado, que nuestra mentalidad no ha permanecido inalterada, que nuestra idea de la fidelidad no es la misma que teníamos hace unas décadas. Vivimos en un entorno social muy distinto, que sigue influyendo en lo que somos, en cómo pensamos y en cómo nos percibimos y creemos que nos perciben los demás. Esta sociedad, esta cultura, tan complejas y convulsas no caben en fórmulas cerradas, pero algunas descripciones apuntan hacia aspectos que no podemos dejar de tener en cuenta. La “sociedad líquida” o el “mundo líquido” (2) se encuentran entre las fórmulas descriptivas más afortunadas. Más adelante nos detendremos en ello. Por el momento baste decir que es el entorno en donde la fidelidad de la VR de las mujeres puede convertirse en un signo, en una referencia luminosa y portadora de esperanza. Indica, también, que la fidelidad es difícil, aunque en algunos momentos de la historia parezca más sencilla debido a que está socialmente más arropada.