Reflexiones de una persona libre para una sociedad libre. Raúl Almeida

Reflexiones de una persona libre para una sociedad libre - Raúl Almeida


Скачать книгу
siguiente proceso: los votantes van a las urnas a emitir su voto por el candidato que —con base en la información que han recibido durante las campañas— creen más capaz de ejercer un buen gobierno. Asumiendo que solo existen dos candidatos, «A» y «B», cada posible elector tendría las siguientes opciones:

      1. Elegir entre los candidatos y emitir su voto a favor del candidato elegido.

      2. Abstenerse de sufragar al considerar que ninguno reúne las condiciones que a su criterio son las necesarias.

      3. No estar de acuerdo con ninguno y el día de votación asistir y viciar su voto.

      4. Escoger a uno de los dos, pero el día de la votación no ir a votar.

      Asumiendo que pudiéramos saber qué es lo que la persona pensó e hizo, tendríamos que en los casos (1), (2) y (3) ha tomado una decisión, ya que votar, abstenerse de votar o viciar su voto son actos coherentes con la opción elegida. En el caso (4) la persona solo ha escogido, pero no ha realizado la acción necesaria para que se materialice una decisión.

      La libertad no califica al individuo, no lo hace mejor o peor, ya que no existe algo como un individuo más libre que otro: todos somos igualmente libres. Lo que puede llegar a suceder es que se nos haya impuesto limitaciones al ejercicio de nuestra libertad.

      En cada instante de nuestra existencia se nos presentan oportunidades para el ejercicio de la libertad. Algunas son tan rutinarias —dormir, levantarse, lavarse, vestirse, comer— que pareciera que no estamos tomando decisión alguna al hacerlas, pero son importantes para nuestra existencia, ya que, si decidiéramos lo contrario, esto podría afectar nuestra vida y, en casos extremos como no dormir o no comer, podría llevarnos a la muerte. Otras pueden ser más complejas como comprar una casa, cambiar de trabajo, mudarse a otro país. Pero por más simples o complejas que sean las situaciones que tenemos que considerar para tomar decisiones, estas siempre se dan como opciones binarias: sí-no, hacer-no hacer, actuar-no actuar, participar-no participar, autorizar-no autorizar. Cada una de las múltiples decisiones que tomamos cotidianamente se traducen en acciones, y es ese acto de decidir lo que nos hace libres.

      II

      Ellos (los nazis) tenían más opciones para elegir en su ambiente, pero él (Viktor E. Frankl) tenía más libertad, más poder interno para ejercer sus opciones.

      Estamos acostumbrados a escuchar que el ser humano es libre y que la libertad es un derecho fundamental del individuo. Pero muchas veces la realidad pareciera contradecir estas afirmaciones, dando la impresión de que no somos tan libres y que estuviéramos subyugados a fuerzas inexorables que controlan nuestro destino. Nuestra existencia no ocurre en el vacío, no somos lo único que existe, habitamos un mundo que coexiste con una infinidad de otros elementos que forman el universo y que interactúan en un proceso evolutivo entrópico dentro del continuum espacio-tiempo, y está sometida a una infinidad de eventos azarosos. Si a esto agregamos el efecto del accionar de los grupos sociales a los que pertenecemos, tenemos una realidad en la que muchas cosas que nos afectan ocurren sin que tengamos control alguno sobre ellas, lo que nos hace sentir que nuestra libertad está coaccionada. Lo que sucede es que la libertad solo tiene que ver con las decisiones que tomamos y no con todo lo que ocurre. Es así como un terremoto puede causar pánico y desolación por la destrucción que ocasiona en el ambiente en el que vivimos y de todo lo que consideramos nuestro, pero, mientras sigamos existiendo, no destruirá nuestra libertad.

      Para entender mejor lo anterior tomemos como ejemplo lo sucedido durante la pandemia COVID-19 causada por el SARS-CoV-2. Este virus afectó al mundo entero infectando a millones de personas y causando cientos de miles de muertes. A consecuencia de su propagación se suspendieron los viajes internacionales y locales, se paralizaron casi todas las actividades económicas, obligó a los países a declarar emergencia médica y que decretaran la inmovilización de sus poblaciones y el aislamiento social. Ante esta situación, muchas decisiones tomadas por un sinnúmero de individuos quedaron en suspenso o jamás pudieron concretarse: viajes y celebraciones anulados, universidades y colegios cerrados, planes de vida trastocados. Todo lo cual, al afectar nuestra capacidad de ejercer la libertad, causó una gran angustia, ya que para nosotros la libertad está íntimamente vinculada con nuestra forma de vida y con las cosas que estamos acostumbrados a hacer.

      Las opciones que tenemos a nuestra disposición se han incrementado mucho por la innovación tecnológica. Hoy podemos elegir realizar actividades que hubieran sido muy difíciles o impensadas hace unos cuantos decenios. Para ilustrar esto veamos algunas de estas opciones. Ahora es posible viajar casi a cualquier parte en tiempos relativamente cortos, con una gran variedad de ofertas y a precios al alcance de una mayor cantidad de personas. En estos días un viaje directo de Argentina a Europa toma doce horas (de Nueva York toma solo ocho horas); en la década de 1950, además de costosos y escasos, un viaje en avión de Buenos Aires a Europa demoraba treinta y seis horas de vuelo e incluía tres escalas. Veinte años antes, no existía la posibilidad de viajar a Europa desde Buenos Aires por avión y el viaje en barco duraba alrededor de quince días y eran muy escasos y caros, por lo que eran muy pocas las personas que podían considerar la alternativa de un viaje así. Como las opciones que se nos ofrecen se han incrementado enormemente en casi todos los aspectos de nuestra vida, nos hemos acostumbrado a ello. Cuando por alguna razón una de esas no está disponible tenemos la sensación de que se nos ha limitado la libertad.

      Nuestra existencia no ocurre en el vacío, no somos lo único que existe, habitamos un mundo que coexiste con una infinidad de otros elementos que forman el universo y que interactúan en un proceso evolutivo entrópico dentro del continuum espacio-tiempo, y está sometida a una infinidad de eventos azarosos

      Un contador de principios del siglo XIX tenía muy pocas alternativas de qué hacer con su vida y estaban en su mayoría relacionadas con actividades de la vida cotidiana: trabajar, el vestido, la vivienda, la alimentación, la educación de los hijos, y algunas pocas alternativas de ocio y culturales. Hoy en día, un contador tiene ante sí una inmensa gama de alternativas a las que dedicar su tiempo, tanto en lo concerniente a sus quehaceres cotidianos y laborales, como a una gran variedad de alternativas de ocio. Esto no vuelve al individuo del siglo XIX menos libre que el contemporáneo, ya que la libertad no se incrementa o disminuye con las opciones; esta solo brinda una mayor o menor gama de alternativas entre las cuales decidir.

      Pero no es solo el desarrollo lo que afecta la cantidad y calidad de las alternativas disponibles a cada individuo, lo hace también el ambiente socioeconómico en el que el individuo se desenvuelve. Posiblemente al contador del siglo XXI se le ofrecerán menos opciones y de diferente calidad que aquellas que tiene un rico empresario, pero lo más probable es que sean más y mejores que las que tenga a su disposición un trabajador manual. Pero lo que no cambia es que tanto el rico empresario como el contador y el trabajador manual tienen intrínsecamente la misma libertad, entendida esta como la capacidad de tomar decisiones frente a las opciones que se les presentan.

      Cada


Скачать книгу