Los elementos de investigación. Hugo Cerda Gutiérrez

Los elementos de investigación - Hugo Cerda Gutiérrez


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realizadas por los estudiantes, docentes e investigadores. En esencia se conservó la mayoría de sus contenidos, porque a juicio de los lectores y usuarios, con los cuales compartimos seminarios, talleres, cursos y actividades investigativas, el orden de ideas planteados, que inicialmente se creyó muy avanzado, con los años se han ido aceptando y consolidando. Por ejemplo, la articulación de lo cuantitativo y lo cualitativo, los puentes mediadores entre teoría y la práctica investigativa o la problemática de la actitud y la cultura investigativa como fundamento de la formación investigativa, conceptos que en su momento fueron mirados con recelo y desconfianza, hoy día hacen parte del acervo cultural del quehacer investigativo. Se hicieron algunos ajustes y cambios en algunos capítulos, particularmente contenidos que tienen relación con tópicos vinculados con la fundamentación epistemológica de la investigación, los peligros del metodologismo, los procesos de la problematización, la complementación paradigmática y la graficación o visualización de la información, como apoyo a diversos temas del régimen operacional de la investigación. Si bien en dos décadas han surgido numerosos estudios y autores que han realizado importantes aportes filosóficos, epistemológicos y metodológicos, creemos que muchos cambios han sido más de forma que de fondo, de ahí que sigan teniendo plena vigencia la mayoría de los contenidos de Elementos de la investigación.

      El doble vínculo durante muchos años con la práctica investigativa y la docencia, en diversas universidades e instituciones, me ha permitido detectar las dificultades que debe asumir el estudiante, en la elaboraración de su tesis o monografía de grado como requisito obligatorio de su graduación. Los problemas siempre son los mismos: dificultad por parte de los estudiantes para resolver cuestiones metodológicas, operativas y teóricas fundamentales en el momento de elegir los temas, realizar un proyecto o conceptualizar, planear y ejecutar la revisión de la literatura disponible, plantear un problema, leer críticamente un informe de investigación, interpretar un cuadro estadístico o una información determinada. Son muchos e innumerables los obstáculos que no puede superar en su proceso de aprendizaje, desde aspectos estrictamente epistemológicos, lógicos o filosóficos, hasta tareas que tienen relación con el análisis e interpretación de datos, formulación de problemas y elaboración de informes finales.

      Las consecuencias para el estudiante son insospechadas, no porque se le esté negando la oportunidad de convertirse en un investigador científico profesional (un grupo muy reducido de personas desea en la práctica convertirse en un investigador), sino porque la actividad ofrece la oportunidad de desarrollar sus capacidades intelectuales (creatividad, crítica, análisis, síntesis, rigor, disciplina, objetividad, responsabilidad, pertinencia, etc.), sin necesidad de plantearse como cometido el realizar investigación en strict sensu (en sentido estricto). Si la formación de personas de pensamiento independiente –escribe el investigador mexicano Oscar Soria (1985), “es tarea de la universidad, ¿en qué momento, durante la vida académica del estudiante, se intenta de manera sistemática e intencional tal desarrollo? ¿Qué medios se ponen real y eficientemente para alcanzar tal formación integral? Puede argüirse que la investigación sola no fomenta las disposiciones deseables mencionadas. Pero tampoco podrá negarse que la investigación colabora eficazmente en su desarrollo”.

      El autor de este libro ha vivido desde adentro la experiencia y la actividad investigativa, y Ie ha correspondido desempeñar diversos oficios dentro de la investigación, desde las funciones de cargaladrillo (encuestador, analista, tabulador de datos, redactor de informes, etc), hasta las tareas de director de tesis de grado, diseñador y director de proyectos de investigación, lo cual le ha permitido conocer desde muy cerca toda la problemática que vive la investigación científica en la universidad o en las instituciones educativas, experiencia que se ha querido reseñar en este texto.

      El autor

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      Cualquier intento que hagamos por definir y caracterizar la investigación, siempre tendrá como punto de partida y de llegada el hombre con toda su dimensión social, cultural, intelectual, científica y tecnológica. No podría ser de otra manera, porque de lo contrario, el conocimiento y la investigación científica perderían su condición humana e histórica y se convertirían en algo puramente mecánico, acto impersonal cuya función se agota en el momento en que se usa y se aplica. La historia de la ciencia nos habla de las grandes conquistas y descubrimientos alcanzados a través de los siglos, sin los cuales el mundo no habría alcanzado los niveles de desarrollo que hoy le conocemos. En una hermosa alegoría de dos autores del cuento infantil La sortija mágica de Ilin y Segal, lo recuerdan:

      Las cosas mágicas en las que hace muchos siglos sólo se podía soñar, los hombres de ahora las han hecho realidad. Los hombres han conquistado montañas y campos, ríos y mares, el cielo, la tierra y todavía no terminan las conquistas. Sueñan con volar a otros planetas, sueñan con controlar el viento y la lluvia ¿Algún día será realidad todo eso? Los viejos cuentos de hadas están siendo convertidos en realidad. Y los nuevos también lo serán si los hombres continúan soñando, trabajando mucho y siguiendo los consejos de la Ciencia, el Hada más maravillosa, creativa y el más inteligente de los trabajadores.

      Pero si bien son inconmensurables los logros y conquistas tecnológicas y científicas alcanzadas por la ciencia, su sello distintivo no es necesariamente aquella producción material que tanto confort y felicidad ha traído a las personas, sino el haber cambiado la mentalidad humana y la forma de pensar, sentir y comprender la realidad donde se vive y se actúa. Albert Einstein decía que el científico y la ciencia encuentran su recompensa en lo que Henri Poincaré denominaba el placer de la comprensión, y no en las posibilidades de aplicación que cualquier descubrimiento pueda conllevar. La ciencia con toda su capacidad escrutadora, su curiosidad, su sentido crítico, problematizador y capacidad de asombro, fue abriendo caminos en su lucha contra los dogmas, la superstición, los prejuicios y la intolerancia. La historia de la humanidad es testigo de los cambios que permitió emerger del oscurantismo medieval y derivar hacia un humanismo más comprensivo y sensible. Pero si bien la ciencia se constituyó en una forma desarrollada, completa y apreciable del saber, hoy día en nuestro mundo actual, globalizado y dominado por el imperio de la producción economicista, perdió su sello original y se convirtió en un dogma infalible, neutro y poseedor de la verdad absoluta, al servicio del consumismo y del enriquecimiento económico de unos pocos.

      Aunque existe la tentación de incursionar en el terreno de la filosofía de la ciencia, se ha querido evitar caer en la trampa de una visión bucólica y teorética del saber y el conocimiento, porque el propósito de este capítulo es no perder de vista la existencia de ciertos supuestos generales que fundamentan la ciencia y el conocimiento científico en particular, los cuales nos permiten mostrar los mutuos niveles de dependencia que existen entre los presupuestos teóricos de la ciencia, los problemas de la realidad social y los procedimientos que hacen posible la investigación científica. Todo ello refuerza la idea de que la ciencia no tendría razón de existencia, si no fuera capaz de crear teorías, ni tampoco hacerlas realidad en el medio social donde actúa. Con ello queremos cuestionar dos tendencias extremas que han hecho históricamente mucho daño al desarrollo científico: los excesos del empirismo, con su metodologismo e instrumentalismo burdo que convierte el conocimiento en un acto casi mecánico y un teoricismo que reduce el acto de hacer ciencia e investigar en una entelequia ajena a la realidad objetiva.

      Las obras de Berger y Luckmann La construcción social de la realidad e Introducción a la lógica y al método científico de Cohen y Nagel, se refieren a un conjunto de supuestos iniciales formulados por la epistemología y utilizados por la propia praxis investigativa, los cuales han contribuído a sentar las bases lógicas de la investigación científica. Quien pretenda investigar, necesariamente debe partir de estas premisas, porque a partir de ellas el proceso del conocimiento científico


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