Enigmas de las Américas. David Ramirez

Enigmas de las Américas - David  Ramirez


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ese mar. Se pone en duda la fecha, porque en 1519 se encontraban tanto el cabeza de familia, Pedro Reinel, como el hijo, Jorge Reinel, trabajando en Sevilla, realizando una carta sobre las Molucas, para el emperador Carlos V (Denuce, 1908, pp. 38-39) (Figura 2).

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      Figura 2. Mapa manuscrito, Jorge Reinel, ha. 1519. Cortesía de Valdeperillos Fuente de dominio público

      Lo primero que llama la atención es el adorno central de la representación: una rosa de 32 puntas que marca vientos y medios vientos, y se encuentra bajo el rótulo “Dabaiba y su leyenda ajena”. De los 32 rumbos que salen de ella, 12 llevan rosas; ninguna está adornada. Otros 12 puntos se adornan con otras rosas de los vientos, más pequeñas, y de las que salen 32 rumbos sobre los que se construye la carta. Otro detalle que no debe pasar por alto, ya que es la cuestión central, es que en el mapa el espacio geográfico representado se centró exclusivamente en el Caribe, sus islas y parte de la costa atlántica de América del Sur, desde la isla de Trinidad a 28º latitud sur, Mesoamérica y la Florida de Juan Ponce de León. Únicamente se hace referencia a las líneas de costa y se omite todo tipo de representación adicional como la hidrografía, a excepción de algunos sistemas montañosos. La costa está dibujada con una línea amarilla, de trazado anguloso. Las islas se colorean en rojo, verde y azul, tal como se venía haciendo en muchos portulanos anteriores. Generalmente, representaban islas imaginarias hasta el portulano de Juan de la Cosa. La decoración de este portulano es sencilla, a diferencia de otros que se presentaban a la Corona.

      La zona de la isla de Cuba se representó de forma imprecisa. Sin embargo, la zona en la que se representa a la Florida y sus alrededores fue bastante acertada (a 25,5° de latitud norte, aunque la correcta sea 24,81°), lo que indica que lo realmente importante del mapa eran los últimos descubrimientos. La península de Yucatán se dibuja como una isla sin cerrar junto a la Insule del Real y otra sin nombre, y otro archipiélago al lado de Bassi Dellasscension. Las posiciones del cabo San Agustín y Cabo Frío son exactas, a 8º de latitud sur y 30,5º de latitud sur, tal y como se marcó en el descubrimiento de Vélez de Mendoza en 1501.

      Estas tres leyendas ofrecen información sobre cómo se organizaron los viajes realizados hasta el momento. En otras palabras, es un Padrón Real que tenía por objeto señalar qué había descubierto cada capitán en el Caribe, porque a esta parte fueron muchos descubridores de manera simultánea y hubo un sinnúmero de acusaciones y pleitos, tal como demuestran los problemas judiciales entre Balboa, Enciso y Pedrarias Dávila (Aram, 2008).

      Esta teoría queda demostrada en cuanto se especifican los resultados de la expedición de Balboa al Dabaide, de la que dio cuenta por carta el 20 de enero de 1513 y de donde salió el nombre de Castilla del Oro. De nuevo aparece su último hallazgo, el del Mar del Sur, aunque aquí es denominado Océano Occidental, nombre que recibió por carta en marzo de 1514, y en la cual se pedían más hombres para seguir la expedición. Además, se diferencia su parte de otra que surge a continuación y que es la zona descubierta por Andrés Niño en 1522, la Costa de Tamao. No se indica, tal como señaló Sanz Hermida, ni la ciudad de Santa María del Darién, que existía desde 1510, ni la de Panamá, fundada en 1519. Asimismo, más allá del nombre de la costa, no aparecen otros topónimos en esta zona. Se puede sobreentender que en esta carta se quería examinar —tal era la función del Padrón Real— qué parte correspondía a cada uno, sin entrar en detalles, como topónimos que se habrían puesto en cartas más específicas y no en un compendio general. De ahí que tampoco se representen los descubrimientos del golfo de México por Grijalva, en 1518, o los de Alonso Álvarez, en 1519.

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      Figura 3. Mapa, Juan de la Cosa, 1500. Cortesía de Museo Naval de Madrid

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      Figura 4. El portulano del Pacífico, ha. 1515. Cortesía de Herzog August Bibliothek

      Un reflejo similar es el denominado planisferio de Salviati y Castiglione de 1525 (Caraci, 1958, pp. 82-83; Sánchez Martínez, 2015, pp. 55-56). Fue un regalo de Carlos I a los embajadores Juan de Salviati y Baltasar de Castiglione. Curiosamente, son similares en manufactura y decoración (Figuras 5 y 6), de ahí que se le atribuyan a Diego Ribeiro, uno de los cosmógrafos más expertos de su tiempo y piloto mayor de la Casa de Contratación (Schafer, 1934 y 2003). Como se puede apreciar, la posición y representación de las rosas de los vientos son similares, así como la escasa ornamentación. Las líneas de costa se destacan en verde y las islas, fantasiosas, se resaltan en rojo y azul. La parte que nos interesa, la del Caribe, aparece más completa que en el mapa anterior y con una serie


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