Última función. Marcelo Uribe

Última función - Marcelo Uribe


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estallido del mar

      persigue siempre la calma

      de la mirada suspensa

      donde toda luz es música,

      translúcida espuma que reposa

      un instante

      y cae.

      Vendrá la noche,

      blanca como todo,

      a iluminar sus misterios

      en ese espacio vacío del mar.

      La noche siempre estuvo ahí,

      el mar blanco construye

      y destruye su historia

      en las horas oscuras

      con un vaivén de brillos silenciosos

      que estallan en sus profundidades de luz.

      Pétalos

      Los pétalos todavía hidratados,

      las flores finamente dispuestas

      por el pincel

      paciente y suave,

      la luz blanca que atraviesa el espejo,

      rodea un cuerpo y se entrelaza

      con las flores,

      días antes de que se marchiten,

      al centro de la mesa,

      acariciadas por las delgadas manos.

      Lluvias

       a Vicente Rojo

      Que el cielo blanquecino

      y las negras nubes

      laven la oscuridad de esta noche,

      ésta y todas las noches;

      que esta agua se lleve

      todas las aguas

      y sea todos los ríos;

      que reine para que los ojos

      sean agua y agua el dolor

      y que todo se borre en agua;

      que llueva en la luz

      y en el viento

      y sean luz y viento

      agua que se va;

      que por cuarenta noches

      contiguas

      no cese y sea todo lluvia

      y no haya sino agua,

      río de nuestra memoria

      que huye y no termina.

      El cordel

      Cuaderno antiguo

      con tonalidades de ciudad abandonada,

      falsas simetrías de colores

      añejados

      –heridas en el aire de la memoria.

      Los que dejan de mirar

      se llevan la luz avejentada y un

      cordel que ata

      para entrar y salir.

      El recuerdo borronea los colores.

      Lo ajeno pasa de manos,

      cambia de forma,

      sobrevive en humedad luz

      encallecida,

      luz de un muro sin piel, salpicada,

      que ata el cordel bajo el tiempo,

      el tablero, la espiral y la red.

      Contra luz

      El último brillo del sol

      entre la penumbra del bosque

      fulge eternamente

      en la memoria del agua

      y se pierde.

      Contra esa luz

      todos los animales son negros,

      las siluetas también,

      la arena mínima,

      los manchones.

      Trazos rápidos, encimados,

      que dibujan los cielos.

      Y cada trazo tiene razón.

      Hay voces que preguntan

      –aunque ya lo sepan–

      y hablan

      de la piedra blanca

      que engulle sus sueños.

      El ensayo

      Haces de luz

      iluminan desde abajo

      el mentón.

      Labios y pómulos engañados

      por esa luz que mueve

      enormes fantasmas en el fondo.

      Ella se ajusta las zapatillas.

      El largo pelo, el breve abrazo,

      las más breves flores,

      el brevísimo momento

      de un giro sostenido

      y un torso inclinado

      borroso,

      que mira Degas.

      Caja de música

      Un fuego frío,

      de vidrio,

      en silencio,

      o a lo más

      el murmullo

      de su detenida destrucción

      en el vaho

      que desaparece

      de un espejo

      translúcido

      y recomienza.

      Lluvia de oscuridad

      Por los salones la oscuridad se detiene

      –recorre cada pincelada en penumbra–

      y enumera uno a uno los cuadros.

      La luz es el trazo extinguido

      en la noche que vuelve a brillar.

      Naturaleza muerta, ventanas ciegas

      a los mares muertos,

      malabaristas inmóviles sin luz,

      desnudo reclinado sobre el sueño.

      El minotauro herido, el abrazo,

      cuarto de hotel sin amantes,

      la clase de piano inconclusa,

      en reposo sus manos suspendidas.

      Llegada del tren de Normandía

      hace más de cien años,

      Gare Saint-Lazare, calle

      de París bajo la lluvia de oscuridad.

      ¿Volverá todo algún día a despertar?

      Oro de la tarde

      La luna deja

      rodar unas gotas

      de champagne por tu boca.

      Sobre la arena,

      estrellas de mar.

      Álbum familiar

      Te miro moverte

      de imagen en imagen,

      desplazarte

      en una desarticulada

      cadencia de cine

      entre vacíos.

      Flotas


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