El giro emocional de la educación. Felipe Nicolás Mujica Johnson
cognitivista. Precisamente, esta exageración nos podría llevar a una falacia psicologista que considere que las emociones son solamente algo que depende de nuestra subjetividad, pudiendo ser modificadas libremente en función de nuestra voluntad. En otras palabras, que todo lo emocional es algo individual. Esto, evidentemente, al igual que en el caso de la biología, es falso y negaría los otros componentes de la emoción. En síntesis, la psicología es un aspecto importante para las emociones, pero en ningún caso el único.
En el marco de la educación existen diferentes aspectos psicológicos que han sido reconocidos por su incidencia en las emociones, entre los que se destacan la autoestima, el autoconcepto y la motivación del alumnado.
Cultura y emociones
La corriente de investigación científica que se ha ocupado, principalmente, de la relación entre cultura y emociones es la denominada corriente etnológica (Mujica, 2020b, 2020c). En esta corriente destacan los aportes de Marcel Mauss (1921), quien, tras sus indagaciones en una tribu indígena de Australia, logró identificar que tenían diversos patrones culturales orientados a modelar las emociones de su gente, en concreto, en torno a los rituales funerarios. Esto también se encuentra bien explicado en Marina (2009).
En términos muy similares a los apartados anteriores, quisiéramos aportar una reflexión que consideramos importante. Esta es que, independiente de la existencia del factor cultural de las emociones, hemos de evitar una exageración en torno a dicha relación. Es decir, evitar una concepción ultra culturalista. Precisamente, esta exageración nos podría llevar a una falacia etnologista que considere que las emociones son solamente algo que depende del entorno histórico y sociocultural, pudiendo ser afectadas solamente desde un plano exterior. En otras palabras, que todo lo emocional es algo social. Esto, evidentemente, al igual que en el caso de la biología y la psicología, es falso y negaría los otros componentes de la emoción. En síntesis, la cultura es un aspecto importante para las emociones, pero en ningún caso el único.
En el marco de la educación hay muchos aspectos culturales que han sido reconocidos por su incidencia en las emociones. Entre aquellos aspectos destaca el patriarcado y sus estereotipos de género; el contexto religioso; el contexto deportivo; y el contexto político de cada nación, entre otros.
Ética y emociones
La corriente de investigación científica y filosófica que se ha ocupado, principalmente, de la relación entre moral y emociones es la denominada corriente etnológica (Mujica, 2020b, 2020c). En esta corriente destacan los aportes de Max Scheler (2001, 2005), quien, tras sus estudios axiológicos y éticos en torno al amor y al odio, logró concluir que ciertas emociones responden a dichos sentimientos espirituales. Estos estudios fueron continuados por diferentes personalidades, como, por ejemplo, Dietrich von Hildebrand (2009, 2016). Esto también se explica en Felipe Mujica (2020d), especialmente, sobre la emoción de enfado en el marco de la educación formal y del contexto neoliberal.
Al igual que en los apartados anteriores, quisiéramos aportar una última reflexión de este tipo, la cual, por supuesto, consideramos relevante para el desarrollo humano. Esta es que, independiente de la existencia del factor moral de las emociones, hemos de evitar una exageración en torno a dicha relación. Es decir, evitar una concepción ultra moralista. Precisamente, esta exageración nos podría llevar a una falacia axiológica que considere que las emociones son solamente algo que depende de los valores morales y/o éticos, pudiendo ser afectadas solamente desde dicho plano. En otras palabras, que todo lo emocional es algo relacionado al bien y el mal. Esto, evidentemente, al igual que en el caso de la biología, la psicología y la cultura, es falso y negaría los otros componentes de la emoción. En síntesis, la moral es un aspecto importante para las emociones, pero en ningún caso el único.
En el marco de la educación hay muchos aspectos morales que han sido reconocidos por su incidencia en las emociones. Entre ellos destacarían los derechos humanos, la empatía y los diferentes valores éticos que se despliegan en cada entorno educativo. Se puede apreciar que existe una estrecha línea de separación entre el ámbito psicológico, cultural y moral, sin embargo, han de mantener su independencia, porque, de lo contrario, podríamos generar un reduccionismo inaceptable. Esto es así, ya que, por más que una mirada ética-religiosa se asocie a una religión dominante en un entorno cultural, no necesariamente ha de ser idéntica. Esta situación la podemos comprobar en el caso de Søren Kierkegaard (1988, 2017), filósofo danés cristiano que discrepó enormemente de sus contemporáneos que vivían el cristianismo de una manera que él consideraba muy poco auténtica. En el siguiente apartado profundizaremos una de las intuiciones de dicho pensador.
Educación emocional indirecta basada en Søren Kierkegaard
A pesar de que hemos estudiado los diferentes aspectos que inciden en las emociones, hemos de reconocer que los factores psicológicos, culturales y morales son los que han despertado más nuestro interés. Y, sobre todo, este último, ya que es un aspecto poco abordado en el campo de la pedagogía y, más aún, asociado a sus disciplinas didácticas. A su vez, es un aspecto que consideramos muy relevante para el adecuado desarrollo social. Por lo mismo, haremos referencia a un método de desarrollo emocional en educación basado en Søren Kierkegaard.
Antes de exponerlo en términos muy breves, mencionaremos una premisa que es fundamental para entender el método kierkegarardiano: mientras mayor sea nuestro desarrollo o progreso moral, también lo será nuestro buen desarrollo emocional. En este sentido, hacemos énfasis en el término “buen”, para hacer referencia solo a las emociones que tendrían vínculo con el ámbito ético y moral. Es decir, se recuerda que hay emociones que no tienen mayor trascendencia moral. Pero las que sí, han de mejorar cuando se avanza en materia ética y también ética-religiosa. Luego de haber expuesto la premisa, vamos al método.
Søren Kierkegaard (2017) enseñó que existe una comunicación indirecta o de poder que no consiste en racionalizar o entender los buenos valores éticos, sino que en experimentar o vivir los buenos valores éticos. Lo de entender sería un aspecto importante, pero secundario. En primer lugar, hemos de vivenciar la buena moral, lo cual predispondrá en un buen sentido la conciencia moral.
Si vemos la esencia de la pedagogía, ¿acaso no sería una de las mejores, o la mejor acción social para aquella comunicación de poder? Pues, sí. La educación, por medio de sus posibilidades prácticas, lúdicas, musicales, artísticas y deportivas, tendría disciplinas extraordinarias para favorecer el desarrollo moral y, por consiguiente, emocional del estudiantado. Entre ellas destacarían la Educación Física, la Educación Musical y la Educación Artística. En esta línea de reflexión, entendiendo que no solo de pan vive el hombre, como bien dice la tradición cristiana, diríamos que dichas asignaturas y sus aspectos didácticos serían un excelente alimento para el espíritu.
En términos relativamente similares a los planteados por Søren Kierkegaard, hemos intuido, en concordancia con otros filósofos, similares pensamientos sobre la idoneidad de la comunicación indirecta. Así, basándose principalmente en las perspectivas de Max Scheler (2001, 2005, 2010) y José Ortega y Gasset (2018), hemos insistido en la importancia de un modelo de educación ética basada en el amor (Mujica, 2020b, 2020k; Mujica y Orellana, 2021b). Modelo que incorporaría la premisa señalada anteriormente, o sea, que los valores éticos hacen buenas modificaciones emocionales. Modelo, además, teórico y práctico, ya que también incluye múltiples acciones para ser llevadas a cabo.
Pasemos ahora a teorizar el giro emocional en la pedagogía.
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