Representar las memorias. Luis Carlos Toro Tamayo

Representar las memorias - Luis Carlos Toro Tamayo


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obstante, este tipo de manifestaciones es complejo y su lectura muchas veces es difícil de abordar porque se basa en metáforas, en expresiones que la mayoría de las veces son tan solo un fragmento de lo sucedido, o una síntesis, tal y como lo plantea Aby Warburg: una en la que sin apelar a la literalidad podemos comprender los sentimientos, las ideas o los momentos liminales más significativos de la sociedad. Así que dichas expresiones performáticas que surgen en lenguajes como las artes plásticas, el cine, la fotografía, la música, etc., están cargadas de marcas semánticas que deben ser interpretadas por quienes buscan los registros de un pasado que está inscrito detalladamente en ellas y que hoy, gracias a las técnicas archivísticas, es salvaguardado como documento para la memoria de la humanidad.

      Este tipo de propuestas fue presentado en el III Coloquio de Investigaciones sobre Narrativas, Representaciones y Lugares de la Memoria, realizado en Medellín, Colombia, el 8 y 9 de agosto de 2018 por la Escuela Interamericana de Bibliotecología, el Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, el Museo Casa de la Memoria y la Universidad Autónoma de Barcelona. Dicha actividad, que convocó a investigadores de América Latina y Europa, contó con el apoyo de las unidades académicas e instituciones que decididamente colaboran con la Maestría en Ciencia de la Información con énfasis en Memoria; estas son: el Instituto de Estudios Políticos, el Instituto de Estudios Regionales y la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia y el Centro Nacional de Memoria Histórica.

      En tal sentido, y como parte del debate académico que queremos fortalecer, el libro cuenta con capítulos como el de Márcio Seligmann-Silva, titulado “Toda política es una política de imágenes”. A partir de dos exposiciones recientemente realizadas en São Paulo, Brasil: “Sublevaciones (Levantes)”, instalada en Sesc Pinheiros entre el 18 de octubre de 2017 y el 28 de enero de 2018, y “Hiatus: la memoria de la violencia ditatorial en América Latina”, presentada en el Memorial de la Resistencia (Estación Pinacoteca) entre el 21 de octubre de 2017 y el 12 de marzo de 2018, este capítulo nos muestra cómo el arte se convierte en arca, en receptáculo de una memoria que resignifica el presente mediante los recuerdos del pasado, y cómo estas manifestaciones artísticas son verdaderas acciones políticas que buscan dignificar a una clase combatiente y oprimida.

      Los tejidos como artefactos culturales de memoria son objeto de análisis por parte de Sandra Patricia Arenas Grisales y Javier Alejandro Lifschitz en “Trayectorias y agenciamientos de las telas bordadas de Mampuján y Sonsón, Colombia”. Estos dos autores realizan un estudio comparado en el que se hacen evidentes los usos y las trayectorias en los que estos objetos cotidianos se convierten en verdaderas narrativas de denuncia y agenciamientos de la memoria de comunidades vulnerables a causa de la violencia política. En este caso, los tejidos, objetos de arte y de exhibición pública, son una práctica cultural que emerge como forma de resistencia y como expresión y resignificación del dolor de la guerra.

      Los lugares de la memoria y las narrativas son el eje central del capítulo “Ilimitada fantasía. Etnografía sobre un acervo de libros prohibidos en Córdoba, Argentina”, en el que Ludmila da Silva Catela nos permite entender las diferentes nociones de memoria. Al observar el caso de creación de un territorio de memoria en la ciudad de Córdoba, la autora nos enseña que estos lugares están compuestos por elementos y narrativas que dan forma al pasado y que permiten que lo representado, específicamente los libros prohibidos durante la dictadura (1976-1983), sea central en la conformación y activación de esos mismos lugares de memoria.

      Por su parte, el capítulo de Roberto Fernández Droguett, titulado “Lugares de memoria en Chile. Avances e insuficiencias del proceso de memorialización del pasado reciente en el espacio público”, nos muestra, desde una mirada crítica, un panorama de los lugares de memorialización que han sido activados para recordar las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura (1973-1990). Dichos lugares presentan una incompletud respecto de valores simbólicos y sociales, lo cual pone en evidencia las fisuras de un proceso de democratización cuestionado y con grandes desafíos por superar.

      En “El fuera de campo en la construcción de la memoria visual”, Luis Carlos Toro Tamayo expone cómo la fotografía, entendida como documento y como evidencia probatoria, permite hacer múltiples lecturas para el esclarecimiento de la verdad. No obstante, el autor señala que es importante comprender el fuera de campo de la imagen fotográfica, concepto retomado del análisis cinematográfico para dimensionar el contexto de producción de la imagen y sus significados sociales para la defensa de los derechos humanos.

      En “Cine documental y memoria. Cuando la vida se vuelve película”, Ana María López Carmona analiza tres producciones documentales relacionadas con la memoria. A pesar de proceder de contextos distantes y de utilizar recursos visuales diferentes, dichas producciones nos permiten entender situaciones límite y hechos traumáticos mediante la narración en primera persona, la cual le da voz a personajes marginales de cuya existencia nunca hubiéramos sabido, de no ser por el cine. Estos personajes dan vida a historias que denuncian las atrocidades de un sistema represivo y construyen una memoria subterránea que emerge como una nueva posibilidad de comprender el pasado reciente.

      En “Memoria literal y memoria ejemplar en la película A. I. Inteligencia artificial (2001). Reflexiones teóricas en análisis de caso”, José César Coimbra aborda algunos aspectos relacionados con la reminiscencia del pasado y las perspectivas de futuro de sujetos que afrontan situaciones traumáticas que les dificultan su inserción en la sociedad. Dicha analogía con el cine y la literatura se basa en los postulados propuestos por Tzvetan Todorov, quien define unas memorias como modelos ejemplares para comprender situaciones nuevas y, de este modo, dar paso a posibles soluciones.

      Finalmente, Ana María Tangarife Patiño e Isabel Cristina Bernal Vinasco, en “La Maleta de la Memoria: estrategias de difusión y uso(s) de archivos de derechos humanos”, explican que una de las acciones para conservar la memoria es la custodia y organización de los archivos, tarea que han llevado a cabo distintas organizaciones en Colombia y a la cual han contribuido, además de la academia y las propias asociaciones comunitarias, el Centro Nacional de Memoria Histórica a través de la Dirección de Archivos de Derechos Humanos. Así mismo, advierten sobre la urgencia de emprender acciones para difundir y apropiar esos relatos de memoria, especialmente entre niños y jóvenes, como una forma de hacer pedagogía de la memoria.

      Con este libro, que se enmarca en la Estrategia de Sostenibilidad 2018-2019 del Comité para el Desarrollo de la Investigación (codi) de la Universidad de Antioquia, pretendemos fortalecer los desarrollos de la línea de investigación en Memoria y Sociedad, sus seminarios permanentes y su programa de Maestría en Ciencia de la Información con énfasis en Memoria, para hacer del tema de la memoria un eje transversal en los avances que la archivística, la bibliotecología y la museografía vienen aportando al campo de las ciencias de la información.

      Sandra Patricia Arenas Grisales y Luis Carlos Toro Tamayo

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      Márcio Seligmann-Silva

      El arte de producir sublevaciones

      La exposición “Sublevaciones (Levantes)”, con curaduría de Georges Didi-Huberman (2017), parte de una serie de presupuestos teóricos que podemos encontrar en la vasta obra de este prolífico historiador y teórico del arte. Uno de estos tiene un fuerte tenor psicoanalítico: las configuraciones artísticas deben ser consideradas en gran parte como elaboraciones de un pasado traumático. El arte sería un registro mnemónico que, al transponer lo vivido al ámbito del juego de presentación, intenta dominar el pasado. De esta forma, las obras de arte se transforman también en arcas, en receptáculos que transportan diversos momentos que contribuyen a otros presentes y que penetran en ellos, resignificándolos a su vez. Siendo así, todo arte es arte de la memoria y del recuerdo.

      En su ensayo Moisés y la religión monoteísta ([1939] 2004), Freud formuló que toda la riqueza de las epopeyas homéricas y de las tragedias áticas solo puede ser comprendida si tenemos en mente que los núcleos de esas obras fueron alimentados y energizados por las terribles catástrofes históricas que cristalizaron bajo la forma de mitos. Creo que


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