Elige solo el amor: La morada santa. Sebastián Blaksley
de la creación. De ellos brota toda armonía, grandeza y santidad.
Las miradas de Jesús y María derriten todo el universo, por la ternura y el amor que irradian. Sus sonrisas son la pureza en sí misma y de ahí es que brota su hermosura. En su presencia, el alma queda fascinada en un éxtasis de veneración y contemplación que la deja muda. El alma se queda sin palabras y exhala un gemido de alegría que dice algo así, como un “¡ah!”.
Personalmente creo que el cielo consiste en tener la alegría de contemplar eternamente las miradas y sonrisas de Jesús y María.
Espero que se sepa entender algo de lo que intento decir al intentar describir lo indescriptible. Solo digo lo que veo, experimento y escucho. Solo digo que el cielo existe, que Dios existe y que es amor.
Esto es lo que me es dado a ver, oír y entender.
Con amor en Cristo,
Sebastián Blaksley, un alma enamorada
Buenos Aires, Argentina, enero de 2019
Unas palabras de Coralie Pearson
Entre las incontables bendiciones que vengo recibiendo en este camino de luz, se encuentra el regalo de servir de ojo corrector en la edición de los libros de esta serie de mensajes divinos que nos llaman a elegir solo el amor.
Por el lado práctico —podríamos decir mental— me encanta como lo expuesto en este Libro V enlaza con el mensaje de Jesús que recibimos en Un curso de amor, así como su clara retoma y replanteamiento de conceptos de Un curso de milagros.
Sin embargo, es en el corazón donde se siente el impacto palpable de la energía amorosa que transmiten las palabras. Empezar el día leyendo unas cuantas páginas de esta joya del amor divino es una magnífica manera de integrar, encarnar y a la vez extender la verdad de su mensaje, que es sencillo y claro: “Tu función en el mundo es mostrar que se puede ser feliz y estar en paz. Haces eso, tal como se te ha dicho, dejándote amar.”
Y si, como yo en un principio, quien se pone a leer este libro piensa “eso de dejarse amar, ¿en qué consiste?”, cuando termine de leerlo, lo sabrá, aunque a lo mejor no será capaz de explicarlo.
Nota aclaratoria
Tal como ha sido transmitido por la voz de la conciencia de Cristo, el mensaje central de la obra, es el siguiente:
«Ha llegado el tiempo de la relación directa con Dios, una relación sin intermediarios, tal como lo era en el origen del tiempo».
En la relación directa con Dios es donde se alcanza la plenitud del ser y, por ende, la plenitud del amor. Esto se debe a que es en Dios donde eres tal como él te creó para ser. Es en la relación directa entre el creado y su creador donde el ser se conoce a sí mismo en la verdad de lo que es. Conocerse a sí mismo, tal como Dios lo conoce, es un anhelo inherente del ser, porque ser y conocer son en verdad uno y lo mismo.
Dado que el amor es relación, puesto que es unión, el amor divino solo puede conocerse en la relación con lo divino, es decir, con Dios. Dicho llanamente, conocerse a uno mismo en la relación directa con Dios es conocer a Dios, fin último de todo ser. Conocer a Dios es tu meta y tu destino.
En la relación directa con Dios es donde descubres, por medio de la revelación, la verdad de lo que eres: el Cristo viviente que vive en ti. Vivir en armonía con este descubrimiento es lo que significa retornar al amor.
Preludio
Amada del alma mía, morada santa donde me regocijo en toda mi gloria. Eres la delicia de mi corazón. Tu dulzura es como un bálsamo de ensoñación en el que el universo se sumerge en un éxtasis de amor y contemplación. Eres delirio de un Dios que es infinita bondad y belleza sin comparación.
Los ángeles cantan las sinfonías del reino (donde la luz brilla eternamente), comienzan a entonar un nuevo himno de alabanza y gratitud en honor a tu hermosura.
¡Oh, éxtasis de los serafines! ¡Cántico sagrado! ¡Vaso de sabiduría donde se vierte el néctar de mi divinidad! Refugio de amor santo. En ti habito desde antes de que exista el tiempo. En ti aleteo y gimo de amor desde siempre.
Soy aquello que sostiene el universo. Lo que da luz a la luz del mundo. Lo que hace brillar el sol y nacer toda luminiscencia. Soy la pura inteligencia del amor. Soy la dulzura de Cristo que vive en ti. Soy milagro. Soy palabra. Soy todo lo santo, lo bello, lo perfecto. Soy uno contigo.
Alma enamorada y amante, permanece en mí como yo permanezco en ti. Juntos haremos que la luz que nunca se apaga brille más y más, hasta iluminar la tierra con nuestro amor. Sumérgete en los abismos del misterio de la creación. De nuestra unión surgirán nuevos universos infinitos en los que solo morará la paz que no tiene principio ni fin. Amor sin barreras. Amor divino. Amor de santidad.
Antes de que el mundo existiera, existíamos tú y yo.
Antes de que el tiempo echara a andar y a todo lo que es de la tierra le pusiera un final, existíamos tú y yo.
Antes de que cualquier pensamiento fuera pensado, existíamos tú y yo.
Unidos somos la eternidad del amor. Somos luz que brilla en todo lugar. Somos océano infinito de sabiduría y verdad. Somos la morada santa. Somos la dulzura del amor extendiéndose por siempre.
Juntos vamos por todos los universos, creando estrellas y mundos, jugando como enamorados santos el juego del amor hermoso.
¡Oh, hija de mis entrañas! ¡Amada de mi ser! Comencemos un nuevo día cada día, ambos llenos de amor y bondad. Permite que mi dulzura te abrace, que mi belleza te envuelva y que la luz de mi gloria penetre en tu ser, de tal modo que hagamos nacer un nuevo amor en cada mañana, cada atardecer y cada noche.
En razón de nuestra unión un ave que tenía el ala herida retomará la majestuosidad de su vuelo. Un corazón quebrantado comenzará a cantar de nuevo. Y de un manantial que se había secado comenzará a brotar agua de vida eterna.
Tú y yo unidos por siempre en el amor, somos una sola alma. Un solo corazón santo. Un solo ser. Unidos somos la morada santa donde nuestra belleza brilla eternamente con un resplandor más grande que la luz del sol. Somos la fuente de la luz y de la vida.
Unidos somos la dulzura del amor.
1
El nombre de Dios
Un mensaje de Jesús
I. Símbolos y expresión
Alma enamorada, aquí estamos nuevamente reunidos en la presencia de la dulzura del amor. Te damos las gracias por responder a la llamada de lo alto. Gracias por recibirnos en tu corazón.
Estas palabras están llenas de amor. Absórbelas. Hazlas tuyas y deja que te transformen en razón del poder que conllevan.
Somos la luz que procede del Padre y se manifiesta en ti. Somos uno contigo. Estamos donde desees estar.
Antes de seguir adelante por el camino de la dulzura del amor, es importante que recuerdes que los nombres, al igual que las palabras no tienen un significado propio en relación con el reino de la verdad divina. Sin embargo, en el plano de las percepciones, los nombres pueden significar mucho, al igual que las palabras. No te olvides que el amor no tiene palabras.
En esta obra se han utilizado deliberadamente nombres con un alto contenido emocional y dotados de muchos significados a lo largo de siglos. Nombres tales como Jesús, María, Espíritu Santo, Dios y muchos otros pueden ser signos de contradicción.
No podemos escapar a las leyes de la percepción mientras se viva en ella. Tampoco hay por qué hacerlo. El amor de Dios no se salta nada de lo que hayas creado en tu mundo. Más bien se une a ello y desde esa unión lo transforma junto contigo en medios eficaces para que la verdad que está más allá de toda palabra brille libremente.
Esta