Yo soy el que soy. Servelio Hernández

Yo soy el que soy - Servelio Hernández


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compañía o saciemos la sed.

      Como dejar de sufrir

      Dejamos de sufrir cuando nos damos cuenta o recordamos lo que realmente somos (esencia). Cuando dejamos de identificarnos con el pequeño yo (apariencia). Cuando aceptamos la vida tal como nos llegue, no con resignación sino con sentido común, recordando algunos de los principios Herméticos: la correspondencia-como es arriba es abajo y como es abajo es arriba, el ritmo o compensación, con los cuales se rige el universo. Viviendo el momento presente, aquí y ahora. Olvidando nuestros sistemas de creencias. Cambiando nuestros hábitos de vida. Acallando a nuestra mente. Dejando que la vida fluya sin pretender controlarla. Soltando, hay que darse cuenta que nuestros hijos, nuestra pareja, nuestros amigos etc., son almas encarnadas que están aquí para vivir sus propias experiencias. Aceptando que los bienes materiales sirven para lo que sirven y pertenecen a quien los necesita. Practicando yoga, meditación etc.

      Es importante saber y aceptar, que a nuestras vidas llegan cosas que nuestra mente califica como buenas, pero que también llegan cosas que la mente califica como malas. En realidad, las cosas no son buenas ni malas, simplemente son lo que son, el calificativo de buenas o malas es cuestión de la mente que siempre anda juzgándolo todo de acuerdo a su formateo y sus sistemas de creencias.

      Mi sufrimiento

      Antes de iniciarme por el camino de la espiritualidad, creía que mis sufrimientos eran el fruto de mi mala suerte o que Dios me estaba castigando por mis errores del pasado, ahora me doy cuenta que tanto el sufrimiento como el gozo, hacen parte de una misma realidad, son los polos opuestos, así como el calor y el frio lo son con respecto a la temperatura. El gozo sería imposible sin sufrimiento, los dos hacen parte de la misma realidad y hay que darse cuenta que somos seres universales, que vinimos a este planeta voluntariamente a vivir esta experiencia de vida. También debemos darnos cuenta que a medida que nuestras almas envejecen quieren experiencias más intensas, porque estas hacen parte de su evolución en consciencia.

      CAPITULO 5

       Acción, reacción y la esclavitud integral

      Como consecuencia directa del formateo y nuestros sistemas de creencia casi nunca accionamos, sino que reaccionamos, mucha gente vive toda su vida reaccionando, pero creyendo que están accionando y la verdad es que se van de este mundo sin haber hecho nada, porque nunca han realizado acciones conscientes. Es tal el grado de robotización al que llegamos que muchas personas manifiestan saber exactamente lo que van a hacer cuando en un futuro se encuentren con determinada situación, sin saber siquiera si tal situación se les va a presentar, o sí se les llegara a presentar, como saber cuál sería el estado emocional, el estado de evolución de consciencia o el estado físico que tendrían en ese momento para enfrentar aquel futuro y posible acontecimiento; y lo peor de todo es que lo manifiestan , con gran orgullo, satisfacción y suficiencia, sin darse cuenta que al manifestar esto, están divulgando su alto grado de inconsciencia.

      Para accionar conscientemente es preciso darnos cuenta de lo que realmente somos desprendiéndonos del formateo, de los sistemas de creencias y también del pequeño yo.

      Nuestra mente tiene dos estamentos: mente concreta y mente abstracta. La mente concreta nos sirve para el quehacer cuotidiano, cómo asearnos, alimentarnos, estudiar, aprender, transportarnos, realizar nuestro trabajo etc. y la mente abstracta para formularnos las preguntas trascendentales, cómo quién es Dios, quién creo el universo etc.; y además es el punto de contacto entre nuestra esencia y nuestra apariencia.

      Personalmente manifiesto que casi siempre he accionado conscientemente, porque desde muy joven me he revelado en contra de las imposiciones y los dogmas, pero no puedo descartar que en muchas ocasiones haya actuado robóticamente, sobre todo cuando pertenecí a las fuerzas armadas.

      Acerca de la esclavitud integral

      Desde siempre guiado por el ego que siempre lo quiere todo para sí mismo, el hombre piensa que los demás seres vivos existen para su propio beneficio y esto hace que quienes por alguna circunstancia en determinado momento tienen el poder, se crean superiores o dueños también de sus semejantes, sometiéndolos a su dominio contra su propia voluntad. Antes de la supuesta abolición de la esclavitud, ésta se daba bien fuera a consecuencia del resultado de las guerras, o por el origen, o por el color de la piel, por deudas, por pobreza etc, circunstancias desde todo punto de vista inadmisibles y abominables, pero al menos los esclavos de esas épocas eran conscientes de su esclavitud y vivían con la esperanza de la libertad.

      Hoy día resulta que a causa de los formateos y sistemas de creencias, nos auto-esclavizamos explotándonos nosotros mismos, renunciando a buscar nuestra propia vida en pro de un bienestar asegurado. Le entregamos toda nuestra capacidad de lucha a una empresa, enterrando nuestros más íntimos anhelos a cambio de una remuneración que nos prodigue una existencia confortable y segura. Los sistemas de educación actuales orientan la juventud a preparase para vender sus servicios al mejor postor; lo más importante es un buen puesto en una empresa de renombre con la remuneración más alta posible. Entre más lujosa sea la casa donde se habita, más costosos sean los autos de uso personal, más personas a su servicio etc, más importante es la persona en su comunidad y por tanto con un ego muy ponderado. La verdadera educación consiste en ayudar a que las personas den lo mejor de sí mismas y puedan compartir sus verdaderos dones y talentos, pero resulta que los sistemas actuales entierran estas aptitudes naturales y orientan la juventud hacía lo más conveniente para el imperialismo reinante y que en la actualidad es el económico. Hemos cambiado las cadenas de hierro por cadenas de oro, pero todo sigue igual.

      CAPITULO 6

       Acerca de las enfermedades

       y la primera llamada

      Acerca de las enfermedades

      Las enfermedades podemos clasificarlas en terminales y no terminales. Como su nombre lo indica las terminales llegan a nuestras vidas para desencarnar y las no terminales por diferentes causas así: por descuidos, por ejemplo, un resfriado por salir en medio de una tormenta sin la protección adecuada. Enfermedades virales. Enfermedades genéticas, heredadas de nuestros ancestros. Enfermedades kármicas, para sanar karmas de vidas anteriores. Enfermedades generadas por nuestra esencia para el despertar de consciencia y las enfermedades generadas por nuestra apariencia.

      A excepción de las enfermedades por descuidos y las virales, todas las demás requieren de un detonante para su manifestación, ese detonante sale de nuestro cuerpo emocional, detonante que a su vez puede venir de nuestra mente o de nuestra consciencia.

      Las enfermedades son inevitables, constituyen el opuesto a la salud y aunque son diferentes hacen parte de la misma realidad. No se deben considerar como males, sino como experiencias y oportunidades, que llegan a nuestras vidas para impulsarnos en nuestro crecimiento de consciencia o ayudarnos a encontrar nuestro camino espiritual o a motivarnos para iniciar la búsqueda del mismo.

      Mis enfermedades

      Con relación a este tema debo manifestar que procuro tratarlo únicamente con los médicos que atienden mi caso, por tanto, me limitare a relatar solo aquellos episodios absolutamente necesarios para documentar o enriquecer este relato. Hace algunos años viniendo como copiloto, un fuerte ventarrón que entro al carro por la ventanilla derecha me lastimo la cara y sentí un dolor pasajero pero muy fuerte en mi ojo derecho, por la noche viendo televisión sentí que la intensidad de la imagen y la luz de las bombillas exteriores disminuyeron. Al día siguiente cuando estaba haciéndome el aseo personal, involuntariamente cerré mi ojo izquierdo y quede en completa oscuridad, repetí este proceso varias veces hasta quedar plenamente convencido que por mi ojo derecho no veía nada, sin embargo, no le dije nada a mi esposa ni a nuestros hijos, tenía la esperanza de que éste fuera un incidente pasajero. Al atardecer y sin recuperar mi visión, le pedí a María Cristina que me acompañara a la clínica y le comente mi caso. El oftalmólogo de turno me atendió y después de valorar mi situación, me remitió al especialista. Al día siguiente el especialista


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