Los géneros comunicativos universitarios: orales y escritos. Pedro Luis Barcia

Los géneros comunicativos universitarios: orales y escritos - Pedro Luis Barcia


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inter pares, todas vías habituales de diálogo en la vasta comunidad universitaria.

      Comunicar es compartir un bien con otros, lo que hace al bien común. Esta acción humana siempre es positiva en la vida democrática.

      Cabe atender a una cuestión silenciada: de las dos funciones básicas de la universidad —la docente y la investigativa—, es la primera la que engendra los estudios universitarios. Y, en segundo lugar, toda la acción investigativa se aprende por la función docente de los profesores universitarios. La investigativa es de segundo grado.

      Los géneros comunicativos son discursos académicos, orales o escritos, que se conforman —es decir que adquieren determinadas formas— según las funciones que pretenden cumplir. “La función hace al órgano”, dice el principio fisiológico. Eso sucede con los géneros comunicativos, como con toda forma de discurso. La motivación y finalidad de un discurso universitario le dan cauce, estructura, rasgos propios, etc. Lo hacen funcional a lo que debe cumplir. Hay géneros de forma estructural más definida, como el artículo científico; y otros más laxos en ella, como el ensayo. Esas estructuras, por su función, se rigen por diferentes reglas más o menos determinadas, y las conserva la tradición comunicativa universitaria.

      Dichos géneros son, a la vez, una vía de transferencia y generación de conocimiento de tres formas: el que ellos portan en sí; el que originan como modelo para que aprendan a construirlos los alumnos, y, al mismo tiempo, en este ejercicio, se tornan, en manos de los alumnos, en una herramienta epistemológica.

      Miller (1984) define tempranamente a los géneros como “acciones retóricas tipificadas”. Esto, en rigor, es lo que ya decía Aristóteles en su Poética respecto de los tres géneros literarios clásicos: épica, lírica y dramática. El alumno universitario debe aprender el manejo de dichas formas predeterminadas. Por ellas se consolida el diálogo del alumno con la comunidad universitaria.

      Hay dos vías de formación comunicativa, a partir de los dos canales de la lengua: oral y escrita. Como señalamos, y retomamos, hay géneros comunicativos orales (la clase, la conferencia, el ateneo, etc.) y escritos (la reseña bibliográfica, la ponencia para congreso, el artículo científico, la monografía, las tesinas de grado y posgrado, y la tesis doctoral).

      Los géneros, a su vez, se dividen en los destinados a la tarea interna de formación: clases, comentario de textos, cursos, seminarios, monografías para cátedras, tesinas de grado y posgrado, tesis doctoral, con el fin de perfeccionar la formación de los profesionales en cada carrera. Y, por otro lado, la producción de géneros de comunicación destinados a comunicación externa por su publicación, que es el caso de la reseña, el artículo científico y la ponencia para congreso; y, obviamente, opúsculos y libros.

      Es subrayable un hecho común a toda la educación donde pesa lo lingüístico: los manuales y obras especializadas destinados a la enseñanza de los géneros comunicativos universitarios se aplican, en su mayoría, a los géneros escritos, desplazando la atención, minimizándola o ignorándolos, a los orales. No se le hace sitio alguno, o muy escaso, a la oralidad. En este campo se replica la sostenida conducta que se evidencia en la enseñanza, desde el nivel de la Primaria a la universidad. Es una constante perjudicial y desatendida. Bastaría con recordar que la parte del león de la enseñanza universitaria se hace a partir de las clases orales de cada asignatura. No obstante, el prestigio de la palabra escrita hace que se den preferencia a la hora de considerar la enseñanza de los géneros, a los engendrados en la lectoescritura: lectura y escritura de textos comunicativos en la universidad.

      Cabría recordar que —semejante a lo que sucede con la función metalingüística de la lengua— la enseñanza de los géneros comunicativos asume una función metatextual, al enseñar cómo componer esos textos llamados géneros.

      Hay, pues, géneros comunicativos destinados a una audiencia, los orales, y otros, orientados a un lectorado, los escritos.

      También debemos señalar que hay dos formas de autoría en algunas especies de los trabajos escritos: individuales o colectivos. Las monografías y las tesis, por ejemplo, son individuales. Los artículos científicos y las ponencias para congreso pueden ejemplificar las dos formas de autoría, según sean aportes individuales o de un equipo de trabajo o de investigación. Los autores de los diversos géneros comunicativos pueden ser: alumnos, ayudantes diplomados, jefes de trabajos prácticos, profesores (titulares, asociados o adjuntos).

      En lo señalado se advierte, como dijimos, que la universidad presenta formas comunicativas más específicas de sí que otras instituciones.

      Por cualquiera de las vías dichas, orales o escritas, y estas, impresas o en formato digital, son canales de comunicación e intercambio en el plexo de la vida interuniversitaria.

      Cabe adelantar que el trabajo pedagógico de enseñar a los alumnos la comprensión y, luego, la producción de textos en géneros comunicativos universitarios exige, a quienes asumen esa responsabilidad, una capacitación docente cierta (no una cierta capacitación docente). Por lo tanto, esta ardua cuestión de la enseñanza-aprendizaje de los géneros comunicativos en el seno de la universidad se articula directamente, como un nuevo capítulo, a la necesaria formación docente de nuestros profesores, de la que nos ocuparemos más adelante.

      Los géneros comunicativos universitarios son parte fundamental del diálogo que debe ser la base de la relación universitaria. Del diálogo directo oral o del diálogo diferido o tácito, por medio de la lectura de los escritos. Ambas vías dialógicas consolidan la vida de la comunidad universitaria.

      2. La enseñanza de la lectura, oralidad y escritura de la comunicación universitaria como factores de inclusión

      La transición entre la enseñanza secundaria y la universidad es paso complejo. Toda la actividad de un alumno en su vida, cualquiera sea el nivel en que actúe, la hace en el seno de una cultura. Como toda cultura, la suya está integrada por varias subculturas asociadas (familiar, tribal, escolar, comunitaria, etc.). El tránsito de un nivel educativo a otro presenta igual integración de subculturas.

      En el plano educativo, siempre lo ha sido, y lo será: una dificultad por resolver la forma adecuada en que se logra la articulación en todos los planos del campo:

      a) La articulación entre directivos y supervisores y docentes.

      c) La articulación dentro de cada nivel. Del primero al segundo ciclo de Primaria, de los ciclos establecidos en Secundaria, etc.


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