REFLEXIONES IV.. Claudia Isabel Rojas Rodríguez
(como las propuestas de reciclaje de Tejo Remy, desde Droog Design). Estas manifestaciones, se presentaron en diferentes muestras entre los años 1985 y 1991, como fueron “The Green Designer” (1986), “More from Less” (1990) y la conferencia “Green Design: Beyond the Bandwagon” (1990). Ese momento álgido está representado en el proyecto Autoprogettazione de Enzo Mari, un conjunto de 19 piezas de mobiliario que fue concebido en 1971. El catálogo del proyecto concedió por primera vez a los consumidores de bajo nivel económico, disponer de diseños, diagramas e instrucciones para que se pudieran producir sus propios muebles a partir de listones de madera, lo que permite al usuario, como se recoge en 2002 con la primera reedición de este catálogo, “mirar la producción actual con ojo crítico” (Mari, 1974, p.32).
En ese mismo periodo, aparecen interesantes propuestas pedagógicas en ámbitos sociales que permiten reflexionar sobre el acto de crear y construir las ideas que el ser humano tiene, vinculadas al constructivismo y al histórico “aprender haciendo”, que también, en palabras de Papanek, muestra que todos los hombres son diseñadores. Todo lo que hacemos casi siempre es diseñar, pues el diseño es la base de toda actividad humana. Uno de los más interesantes proyectos es el desarrollado por los franceses Pierre Barnley y Paule Paillet, dos psicólogos que se dedicaron a integrar personas en riesgo de marginación social, y utilizaron el término Néo-artisans, apoyándose a través de las artesanías locales. Harán de estos métodos un camino inclusivo en el que “los niños de una sociedad enferma se atreven con una aventura que comienza con el arte de vivir y de trabajar de manera diferente, tejiendo, modelando o tallando, donde las manos son las herramientas más importantes” (Barnley y Paillet, 1978, 26)
Gracias a esas posiciones, hoy se considera el diseño desde esta perspectiva, en proyectos impulsados por diseñadores que han vivido o viven los problemas glocales (Fig. 1) (como el proyecto Mine Kafon Ball, con el que hace frente a la detección de minas antipersonas, del diseñador afgano Massoud Hassani (2011), o que evidencian preocupación por el cuidado del medioambiente desde perspectivas tipo upcycling (como el caso de Carabage Upcycling Design, entidad social en Viena que trabaja con jóvenes para alejarlos de la drogadicción desde 2008). Además, el diseño empieza a aportar en los últimos diez años un capital intelectual respecto a los objetivos de desarrollo sostenible. Representado en la figura de John Thackara, diseñador y filósofo que ayuda a personas de todo el mundo a compartir ideas de negocios y de diseño más sostenibles, participará junto a otros referentes que requieren la necesidad del cambio, en el documental sobre la obsolescencia programada, denunciada magistralmente por Dannoritzer (2010), en comprar, tirar, comprar propuestas críticas frente al gran consumo, desde puntos de vista de diseño, y más en los comentados periodos 80-90, que desembocaron en estas realidades y en las que el diseño se ocupó observando hacia otro lado.
Codiseñar pensando en las personas
Por otra vía, gracias al pensamiento de diseño (design thinking), tiende a definirse actualmente como diseño centrado en las personas (DCP), entendida como una aproximación al diseño y que sitúa a la persona en el centro de todo el proceso (Brown y Wyatt, 2010). Junto a ello, tenemos los formatos creativos de trabajo participativos, pues, el diseño permite cocrear de forma conjunta aquellas soluciones que diferentes colectivos o grupos de personas pretenden dar, frente a problemas sociales que se producen en las comunidades o ciudades (como con el denominado diseño cívico). Es importante mencionar, que cuando se habla de codiseño, se fundamenta en la importancia que tiene para Sanders, el que existan distintos agentes de diseño colaborando y compartiendo ideas (bien el propio equipo de diseño, con personas que participan de la organización, o bien, como hemos comentado, con beneficiados de la acción social) (Sanders y Colin, 2001). Todos ellos pueden llegar a ser parte del proceso de diseño, como también pueden ser expertos por su experiencia (Fig. 2). Para que puedan asumir este papel, y como podremos ver en el segundo apartado, en el que se entregan distintas aportaciones de esta publicación, se deben facilitar herramientas adecuadas para expresarse (Kristensson, Gusyafsson y Archer, 2004). Como diseñadores debemos buscar métodos para que las personas puedan comprometerse, trabajar eficazmente con los demás, así como tener instrumentos para comunicarse, para obtener, compartir y visualizar sus propias ideas. Estas actividades y nuevas formas de diseño pueden tener diferentes niveles de participación social, según la situación y el contexto en que las figuras están involucradas, y en momentos específicos en las que pueden formar parte del proceso, durante la construcción del servicio junto con los diseñadores.
En este caso, tenemos diversos autores, autorizados, aportando un debate interesante alrededor de esta visión social del diseño. Alzan sus voces en este sentido Margolin (2002), Thackara (2005), Bonsiepe (2011, 2012), Thorpe (2012), y el mismo Manzini (2013, 2015). En el que se está asentando el interés, y se ejecutan acciones clave entre el diseño emergente y la innovación social; Manzini, aporta aspectos clave en este sentido, sobre tres pilares a tener en cuenta, como son, el ayudar a vivir mejor, poder reducir la huella ecológica y regenerar el tejido social que nos rodea (Lou, Valsecchi y Díaz, 2013, 2):
(…) a pesar de las buenas intenciones de muchos, el diseño aún sigue siendo mucho más ‘parte del problema’ que ‘parte de la solución’; sirviendo más para acelerar los procesos insostenibles en lugar de promover nuevas formas de ser y de hacer para ayudar a los individuos y a que las comunidades vivan mejor, reducir su huella ecológica y regenerar el tejido social.
Figura 1. Proyecto “Free Design Bank” | Figura 2. Incubadora low-cost in3 |
Reducir la huella ecológica
Siguiendo a Manzini, él también señalaba en el año 1990, un aspecto que hoy, continua vigente, ya que cada vez se presentan situaciones urgentes en todo el mundo (efectos del cambio climático, respuesta ante el volumen de plástico, etc.) y sobre las que hay mayor conciencia social. Para el caso del diseñador, se trata de una conciencia ética que traspasa los límites del consumo y busca nuevos modelos de producción, reutilización o desecho, desde criterios sostenibles, que ya estaban enmarcadas en las declaraciones del informe Brundtland (1987, 43): “The satisfaction of human needs and aspirations is so obviously an objective of productive activity that it may appear redundant to assert its central role in the concept of sustainable development”.
Ejemplos como los desarrollados en recuperación de plásticos, como la iniciativa mundial Precious Plastic, ejecutada por el diseñador Dave Hakkens, quien pensó en una solución en términos Do It Yourself, al darse cuenta de que no había tecnología de reciclaje de uso personal, ayuda a tomar conciencia sobre las amenazas y presiones, que, entre otros, ejerce sobre el ecosistema marino inundado de plástico. De igual forma, otros formatos promueven la reutilización de materiales para la creación de objetos a los que le dan una segunda vida, como el grupo español “Makea Tu Vida” con su plataforma “El-Recetario.net”, un repositorio de contenido abierto, compuesto por recetas para la construcción de objetos, mobiliarios, espacios y sistemas a partir de materiales descartados (Fig. 3). Cada receta contiene las instrucciones de montaje paso-a-paso, y en el que se detallan los elementos y herramientas utilizadas, así como los conocimientos y técnicas necesarias para su construcción (Makea Tu Vida, 2007)
Es claro que este cambio no tiene una respuesta puntual, sino de conciencia y acción global, que puede pasar por hacer propias las medidas