Que todo el territorio se vuelva feminista. Las protagonistas de las tomas universitarias del 2018. Varios autores

Que todo el territorio se vuelva feminista. Las protagonistas de las tomas universitarias del 2018 - Varios autores


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      © LOM ediciones Primera edición, mayo de 2021 Impreso en 1.000 ejemplares ISBN impreso: 9789560013880 ISBN digital: 9789560014184 RPI: 2021-a-659 imagen de portada: Paulo Slachevsky https://www.flickr.com/photos/pauloslachevsky/> Todas las publicaciones del área de Ciencias Sociales y Humanas de LOM ediciones han sido sometidas a referato externo. Edición, diseño y diagramación LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Teléfono: (56-2) 2860 68 00 [email protected] | www.lom.cl Diseño de Colección Estudio Navaja Tipografía: Karmina Impreso en los talleres de LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile

       Tomas 2018 / Localización, fechas de inicio y duración

      Las localizaciones de las tomas aquí señaladas, corresponden a las entrevistas realizadas para la edición de este libro, por lo que no contempla la totalidad de las tomas ni las universidades movilizadas durante el movimiento feminista.

       Introducción

      A pocas semanas de haber iniciado el año académico 2018, un prolongado sismo de importante envergadura removió las placas tectónicas de la institucionalidad universitaria, aquellas que se han construido sobre los cimientos de una cultura patriarcal y androcentrista, que durante las últimas cuatro décadas ha transformado a lxs estudiantes en clientes y deudores eternos, ha promovido la competitividad y el individualismo, además de preservar la definición de roles según una distinción de género: sexista, binaria, étnica y de clase.

      El inicio se fecha el 17 de abril del 2018 y su epicentro se ubica en la Universidad Austral de Valdivia, donde las estudiantes de Antropología, motivadas por casos no resueltos de acoso, abuso y violencia de género al interior de dicha casa de estudios, deciden iniciar la primera toma feminista que desencadenará el levantamiento. Las asambleas llevaron a los paros, los paros a más asambleas, y ellas a las tomas, abriendo nuevos espacios con nuevas denuncias.

      Durante el mes de mayo de 2018 se desata la «inesperada» revuelta feminista, que agita las universidades –y algunos liceos– del país y se abre a la sociedad exigiendo un alto al abuso, mayor investigación y sanciones, educación no sexista, igualdad y dignidad. Fue así como comenzaron a activarse antiguas batallas en nuevas protagonistas, las que desplegaron inéditas alianzas y formas de interacción con el poder que resuenan hasta nuestros días.

      Hacía ya algunos años que, en distintas universidades, las estudiantes venían organizándose a través de vocalías y secretarías, haciéndose cargo de las diversas expresiones de violencia, para luego, en su mayoría, articularse a través de la Coordinadora Feminista Universitaria (Cofeu). Desde esas y otras instancias expusieron a las autoridades hechos que se venían arrastrando al interior de los centros de estudios: situaciones de acoso y abusos de carácter sexual, diferencias salariales, mínimo o nulo porcentaje de autoras en las bibliografías, baja presencia de profesoras en las aulas, abusos de poder, entre otros.

      La ausencia de acciones concretas, la indolencia desde las estructuras de poder de las instituciones, la emergencia de nuevos relatos de abusos, las cifras alarmantes de femicidios en el país, así como las acciones de los movimientos #NiUnaMenos y Me Too, constituyeron el cúmulo de hechos visibles que desencadenaron una respuesta contrahegemónica frente a la cultura universitaria por parte de las estudiantes, impactando también al resto de la comunidad.

      Día a día fueron incrementándose las tomas de escuelas y/o facultades a través del territorio nacional; algunas se prolongaron por meses. Las estudiantes resolvieron instituir, en numerosas ocasiones, los espacios separatistas como un lugar para pensarse y reconocerse, un momento único de encuentro y sororidad, lo que permitió generar un ambiente seguro para escuchar y ser escuchadas, un espacio para el habla y los afectos, para decir y desenterrar los «secretos personales», los hechos naturalizados por el silencio.

      Los relatos no solo estaban referidos a lo vivido al interior de las instituciones, y el intercambio fue la constatación sobre lo que todas compartían en lo profundo: experiencias similares que desde niñas habían sufrido al interior de las familias, en el barrio, en el colegio, con sus parejas o amigos, y luego en las universidades; una cultura del abuso que las concebía como objetos y las trataba con desdén, producto del rol que la sociedad ha predefinido según su género.

      Así, la denominada «Ola feminista» –como la llamó la prensa– no fue producto de una «pataleta de las estudiantes», como se escuchó decir a distintas voces masculinas; tampoco se trataba de la respuesta a «pequeñas humillaciones», como señalara el entonces ministro de Educación, por lo que este «sunami feminista», como también se le conoce, no debió haber sorprendido a nadie, y si lo hizo fue porque se había naturalizado la denostación, la descalificación y la humillación hacia las mujeres.

      «Que todo el territorio se vuelva feminista» fue la consigna que vimos irrumpir con fuerza desde la gran marcha del 16 de mayo de 2018, donde decenas de miles de mujeres salieron a las calles de todo Chile haciéndose parte de las demandas por el fin a los abusos y la violencia contra las mujeres. Llamó la atención y provocó controversia la ocupación de las calles con certeras y creativas performances, donde las jóvenes, enmascaradas con coloridas capuchas y a torso descubierto, vindicaron el cuerpo como el primer territorio, demandando su autonomía y soberanía como de exclusiva propiedad de las mujeres. Con este gesto, las jóvenes subvertían la dominación y sexualización de sus cuerpos, así como los roles asignados. De esta manera, hacia fines de mayo, más de veinte facultades y escuelas se encontraban movilizadas en asambleas permanentes, paros y/o tomas.

      En este contexto, nos propusimos saber quiénes eran las protagonistas de la revuelta feminista, de dónde venían las insurrectas que habían resuelto tomarse las universidades para hacer oír ese ¡basta! tantas veces pronunciado, tantas veces reclamado y silenciado, pero que esta vez, como un reguero de inflamable determinación y creatividad, se fue escuchando y replicando región por región, haciéndose sentir de punta a cabo en nuestro territorio.

      Nos interesaba conocer de primera fuente las motivaciones de las universitarias que se hacían parte de la movilización, cuáles eran sus demandas, qué era para ellas el feminismo y, de manera particular, queríamos saber las opiniones de quienes no eran necesariamente voceras o no tenían una trayectoria como parte de una organización, por lo que el abanico de entrevistadas fue diverso en cuanto a experiencias en el movimiento estudiantil. También diverso respecto de quienes se sintieron identificadxs con la movilización, decidiendo articularse, desplegar iniciativas propias y sumarse a la agenda que el movimiento feminista levantaba; nos referimos a las voces de la disidencia, que fueron también sujetxs políticos activos al interior del movimiento.

       Que todo el territorio se vuelva feminista. Las protagonistas de las tomas universitarias del año 2018 recoge los testimonios de cuarenta y cuatro actorxs directxs de quince universidades chilenas en el momento más álgido de las tomas feministas, entre los meses de junio y agosto de 2018. Ellos nos permiten conocer el apremio de las demandas, el proceso de politización de las participantes, de reconocimiento y convergencia de diversas sensibilidades feministas, así como la recuperación de un cuerpo colectivo, un nosotras, y con ello la voluntad transformada en acción para decir ¡no más! Son estos relatos vivos los que nos dibujan el momento, todos ellos acuñados al calor del acontecimiento, algunos realizados al interior de las tomas –generalmente conversaciones en pequeños grupos– de manera presencial o vía online, y otras –las menos– posteriores a las tomas. Cada entrevista fue trabajada como un relato continuo, a fin de hacer legible y más amable cada intervención.

      La rebelión feminista de mayo de 2018 recogía una hebra de largo aliento de la lucha feminista, que ha cobrado mayor visibilidad en diversos periodos de nuestra historia. En casi todas las intervenciones, las jóvenes


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