"Por una merced en estos reinos". Carolina Abadía Quintero
de formación eclesiástica, y es que la constante que se denota en los capitulares naturales de la tierra fue la de estudiar en las casas de estudio dirigidas por la Compañía de Jesús, hecho que demuestra el rol protagónico de los jesuitas en la formación de las élites eclesiásticas en Indias.
Respecto de los grados y estudios, siete capitulares mencionaron haber estudiado Teología en conjunto con otras cátedras como las de Artes, Filosofía, Lógica, Física y Metafísica, mientras fueron pocos los canonistas o los que apelaron al estudio de ciencias civiles, como en el caso del bachiller Jacinto de Arboleda, quien se formó en la Universidad de Salamanca. A esto hay que adicionar que la mayoría presenta grados menores (bachilleres en Artes y Teología, o con órdenes menores),51 y solo siete capitulares alcanzaron el grado de doctor: Francisco Javier Salazar de Betancur, Laurencio Ruiz, Juan de Vargas Pecellín, Gonzalo Guiral, Pedro de Herrera Gaitán, Luis Rojas de Páramo y Gregorio Belín de Baños. Como menciona Maximiliano Barrio, poseer estudios superiores y un grado de maestro o doctor permitía a un clérigo apelar de manera certera al camino de la promoción eclesiástica de alto vuelo, a diferencia de aquellos curas que por impedimentos relacionados con la falta de dinero, la distancia o la satisfacción con su labor optaban por estar de manera permanente en el trabajo religioso de las parroquias y en las doctrinas.52
Bien valdría pensar que, respecto de los méritos literarios y siguiendo la categorización propuesta por Rodolfo Aguirre, los clérigos que fueron nombrados como capitulares del cabildo catedral de Popayán, al ser parte de la élite eclesiástica provincial, no se caracterizaban por tener altos grados académicos,53 a pesar de que hubo capitulares, como Fernando de Oruña y Quesada, Francisco Ramírez Florián y Gonzalo Guiral, a los que distingue su erudición durante su ciclo de estudios. El primero cursó estudios tanto con los franciscanos como con los dominicos, fue colegial de ambos conventos y se destacó en el capítulo provincial de 1612, al que concurrieron todas las órdenes con presencia en Santa Fe, por la defensa que hizo de tres actos de teología, lo cual le valió un importante prestigio en los círculos eclesiásticos santafereños en que fue destacado por “su ciencia, mucho estudio y buen ingenio”,54 y como uno de los mejores estudiantes del reino. Con esto, se va demostrando que los méritos académicos estaban relacionados con los grados adquiridos en universidades y colegios seminarios de prestigio, pero también con la erudición académica que podía presentar un capitular independiente que tuviera grados menores o superiores; estimar que ambas situaciones eran consideradas en el proceso de promoción eclesiástica permite abrir el espectro de selección en aquellos que destacándose en sus estudios no los habían finalizado, pero los hacía idóneos para tener una carrera eclesiástica en un cabildo catedral. En este caso, habría que revisar si su procedencia familiar o su vinculación a alguna red clientelar o de poder les permitió acceder a la postulación en este tipo de cargos.
Los problemas de consolidación de la planta catedralicia payanesa
El cabildo catedral de Popayán fue una corporación en crisis desde su fundación, pues el obispo Juan del Valle (1546-1562) proyectó constituir una mesa capitular conformada por cinco dignidades, diez canónigos, seis racioneros y seis medio racioneros,55 a muchos de los cuales (deán, arcediano, maestrescuela, chantre y seis canónigos) se les remitió el título de nombramiento.56 No obstante, como refiere el mismo obispo Del Valle en una carta enviada al rey en 1549, en que solicitaba el nombramiento del deán Juan Cornejo, el arcediano Francisco Sánchez y el maestrescuela Melchor de Henao, “porque los otros que allá nombraré [en España] se quedaron”.57 Esto, aunado a las bajas rentas decimales del obispado, imposibilitaron tener una mesa capitular amplia, por lo que la primera planta catedralicia payanesa se redujo a cinco dignidades.58
Esta situación no fue exclusiva del obispado payanés, pues la primera planta capitular de la Catedral de México estuvo compuesta, primero, por las cinco dignidades, dado que, como menciona José Gabino Castillo, las rentas decimales no fueron suficientes para ampliarla, como se logró años después.59 Para el caso payanés, solo hasta el siglo XVIII la planta capitular logró una incipiente consolidación que no solo se verá representada en la permanencia de prebendados, sino en la ampliación de la planta y en la aparición de un proyecto eclesiástico de fortalecimiento del seminario y de la catedral. Para exponer la falta de consolidación del cabildo eclesiástico, fue preciso elaborar la tabla 3 dedicada a mostrar la recurrencia de prebendados en las dignidades de la catedral que permitirá exponer cuál de estos cargos tuvo mayores y, por ende, mayores vacancias.
Tabla 3. Recurrencia de nombramientos de prebendas en el cabildo eclesiástico de Popayán
Prebenda | Número |
Deanes | 14 |
Deán suplido | 2 |
Arcedianos | 20 |
Arcediano suplido | 2 |
Chantres | 23 |
Chantre suplido | 4 |
Maestrescuelas | 20 |
Maestrescuela suplido | 1 |
Tesoreros | 18 |
Canónigos | 6 |
Canónigos suplidos | 2 |
Prebendas no aceptadas | 5 |
Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes documentales consultadas en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional y Miguel Wenceslao Quintero Guzmán, Linajes del Cauca Grande: Fuentes para la Historia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006).
La tabla 3 permite mostrar la recurrencia de las promociones y las prebendas con mayor número de designaciones, que, en este caso, fue la chantría, seguida del arcedianato y la maestrescolía. Aparecen, además, un número pequeño de canónigos que fueron nombrados entre 1548 y 1609, prebenda que desaparecería por el argumento recurrente de la pobreza económica de la catedral, hasta cuando la planta catedralicia fue reestructurada y ampliada por el rey Carlos III en 1773.60 La importancia de los canonicatos está en que eran prebendas que permitían la captación de eclesiásticos para los episcopados y las catedrales, y a obispos y cabildos catedrales tener un abanico amplio de clérigos para presentar en los cargos vacantes que resultaran. Con esto, lograban las catedrales solucionar los problemas de tiempo y distancia que a veces enfrentaban capitulares, dignidades, jueces y hasta obispos que eran foráneos a los obispados donde eran nombrados. El cabildo catedral de Popayán por cerca de sesenta años tuvo presente en su pequeña planta entre uno o dos canónigos, prebenda que desapareció a principios del siglo XVII.
Sobre la ausencia de esta prebenda en la catedral y sus implicaciones para el obispado, Pedro Díaz de Cienfuegos, obispo de Popayán entre 1685 y 1696, explicaba en una carta la importante presencia de los canónigos para un cabildo eclesiástico y las dificultades que se desprendían de su ausencia, más si consideraba que, por la Recopilación de las leyes de Indias y una real cédula del 31 de diciembre de 1667, la Corona había dispuesto que, en todas y cada una de las iglesias metropolitanas y catedrales indianas, hubiera un número por lo menos de cuatro canonjías de oposición (doctoral, magistral, penitenciaria y de sagrada escritura), como existía en la Ciudad de los Reyes. Al respecto, el prelado afirmaba que las canonjías eran convenientes y necesarias, porque, con ellas, se podía hacer un buen uso de los curas y religiosos del obispado:
Así para su mayor lustre y decencia [el de la catedral] como para que los patrimoniales de esta diócesis se apliquen a los estudios y haya sujetos de las partes y letras que se requieren de que echar mano para las dignidades y prelacías sin necesitar de irse a oponer a otras iglesias que por la distancia grande de unas a otros y pocos medios que tienen los sujetos suelen dejar de ir a hacerlo.61
Las palabras del prelado exponen buena parte de las dificultades que se evidencian en las Informaciones de oficio y Relaciones de méritos y servicios de aquellos capitulares que tuvieron cargo en el cabildo eclesiástico de Popayán. Como se anotará más adelante, aquellos que eran foráneos a la provincia debían enfrentar la enorme dificultad de desplazarse hasta Popayán, mientras que la ausencia de una universidad o un colegio seminario que permitiera la formación de los clérigos patrimoniales del obispado obligó a muchos a optar por recibir las órdenes