Las miradas múltiples. Emilio Bustamante

Las miradas múltiples - Emilio Bustamante


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las cosas que me conmovían estaban aquí, las historias que quería contar tenían mucho que ver con la migración, con la gente peruana que vivía allá o directamente con lo que estaba sucediendo aquí.

       Pero también habrás hecho otros trabajos que no tengan nada que ver con el Perú.

      Sí, uno de mis trabajos de tesis en la Escuela fue un drama de pareja sobre un taxista con su mujer, se llama La vida me mata y es en blanco y negro.

       ¿Tuviste otro proyecto de largo cuando estabas allá?

      Sí, una historia sobre peruanos migrantes. Sobre un conflicto que se podría actualizar. Comenzaba acá en el Perú: unos comuneros están a punto de perder su tierra a manos de una gran empresa hotelera que los ha engañado; prácticamente van a tener que comprar su propia tierra. La única solución que se les ocurre es buscar a un pariente, un músico de éxito que vive en Alemania, que graba discos y tiene plata. Pero cuando llegan se dan cuenta de que no tiene nada; les había contado que era famoso, y en realidad toca en bares y en la calle. Era una comedia social.

       ¿Por qué no la llegaste a realizar?

      Una cadena de televisión pública, allá, en Alemania, nos llamó a mí como productor y a otro guionista. Estuvimos trabajando dos años el guion; no quedó nada mal, pero los de la cadena finalmente se desanimaron. Tengo los derechos sobre el guion, así que, si quiero, puedo retomarlo algún día.

       Y SI TE VI NO ME ACUERDO Y EL RETORNO

       ¿Cómo así decidiste regresar al Perú?

      En parte por esos motivos que he mencionado. En el 2001 vine para hacer Y si te vi no me acuerdo; luego estuve durante el trabajo de promoción de la película, en el año 2004, cuando quisimos comenzar a exhibirla. Y también conocí en Arequipa a la que hoy es mi esposa; ella fue el motivo mayor para volver.

       ¿Cómo surgió el proyecto de Y si te vi no me acuerdo?

      El proyecto surgió en los años de la Escuela de Cine. El género de road movie me ha gustado siempre y hacer una road movie en la Panamericana es algo que siempre me ha atraído muchísimo. Es un paisaje que conozco desde chico. Los viajes de vacaciones a Lima, pues tengo familiares también en Lima. Esa ruta Arequipa-Lima, Lima-Arequipa la he recorrido mucho en carro. Es un trayecto tan largo que te invita a soñar. Allí surgió la idea. Luego fueron apareciendo los personajes basados en experiencias personales y en gente que yo conocía. La primerísima versión del guion la escribí en el 95 o 96. Recién en el año 98 recibí la luz verde de una cadena de televisión alemana (ZDF) para poder producirla. Vine al Perú para buscar productor, pues me pedían un productor peruano, y fue así como comenzó mi relación con Casablanca y con Stefan Kaspar.

       Era una película sobre un personaje que regresaba al Perú.

      Exactamente. Era como una reflexión sobre la migración y el retorno, sobre la relación con tu país de origen. Él no regresa con una idea romántica, pero quiere reconciliarse con lo que ha dejado. El otro personaje era una chica que detesta su entorno y quiere irse. El tercero es un alemán que se interesa por defender un patrimonio que no es el suyo. Eran tres aproximaciones a ese tema.

       ¿Qué tal fue el rodaje?

      Para mí fue muy emocionante. Mi primer largometraje, un proyecto que quería hacer desde hacía tiempo. El rodaje se hizo bien, con las típicas dificultades de una película de bajo presupuesto.

       ¿Cuánto costó?

      Y si te vi no me acuerdo costó como doscientos mil dólares, más o menos. La hicimos en formato digital; por más que queríamos hacerla en 16 mm, no se podía. Y claro, estaban las particularidades que tiene el rodaje de una road movie, que estás como en un circo, con treinta personas recorriendo mil kilómetros, durmiendo en moteles, con toda esa dinámica de grupo que surge. Además, trabajar con actores como Miguel Iza y Marisol Palacios fue una muy grata experiencia. También lo positivo de la experiencia fue que tuvimos bastante tiempo para ensayar, lo que en cine –lamentablemente– no se hace demasiado, pero es básico. Para una obra de teatro ensayas medio año, para una película debería ser más o menos igual. Pudimos ensayar un mes con Miguel y Marisol. Gracias a eso conseguimos pulir el guion. Los actores aportaron muchísimo a las versiones finales de los diálogos. Al momento de filmar ya las cosas encajaron mucho mejor. Ya no había que tomar decisiones trascendentales en el rodaje. Eso es algo que yo he adoptado finalmente como método: tratar de despejar todas las dudas antes de filmar. Si el actor tiene dudas, aclararlas antes del rodaje, para que durante el rodaje nos encarguemos de resolver solo los problemas técnicos. Porque si durante el rodaje te pones a discutir con el actor sobre el personaje, tienes a varias personas que te están mirando con cara de a qué hora me voy a comer; y no te puedes permitir eso.

       ¿En Y si te vi no me acuerdo tenías algún técnico alemán?

      No, ninguno. Solo el actor. El director de fotografía, Emiliano Villanueva, era mexicano. Pancho Adrianzén hizo el sonido.

       ¿Y la posproducción la hicieron acá?

      No, en Alemania. Era una época interesante, empezaban a aparecer programas como Final Cut Pro, y con un amigo montamos en Alemania un pequeño estudio de posproducción. Allí hicimos el montaje de la película. La parte final, la mezcla de sonido y la corrección de color las hicimos ya en estudios profesionales.

       Los problemas surgieron con la exhibición.

      Sí. Por una parte, terminamos la película y empezamos a mandarla a festivales, siempre en el formato de video, porque no teníamos plata para subirla a treinta y cinco milímetros y en ese entonces no había DCP. Pero en muchos festivales no te aceptaban video. Festivales que nos hubieran interesado, como San Sebastián o Berlín, querían copias en treinta y cinco milímetros. Y así se fue perdiendo la posibilidad de exhibirla en ciertos mercados, en ciertas plataformas. El canal de televisión alemán te da un año para conseguir distribuidor, y después ya la exhiben ellos por televisión.

       ¿La pasaron por televisión?

      Sí, la pasaron por televisión, con subtítulos en alemán. Y a raíz de eso sí tuvimos unas buenas ventas por televisión. Un canal de Australia y otro de Finlandia la compraron. Recién en el año 2009, como nunca se había estrenado aquí en el Perú, la presenté al concurso de posproducción. Pudimos obtener uno de los premios, pasarla a treinta milímetros, y exhibirla comercialmente en el 2010.

       Con Y si te vi no me acuerdo no tuviste pérdidas económicas.

      Felizmente no, porque fue una película financiada por un canal de televisión. Aquí fueron pocas personas, pero ese poquito ya fue una utilidad.

       Cuando regresas al Perú, vas a Arequipa y formas una empresa audiovisual…

      Sí, el 2006 formo Vía Expresa. Hacemos videos corporativos, publicidad y, obviamente, proyectos propios.

       ¿Encontraste en Arequipa personas capacitadas para hacer trabajo audiovisual?

      Sí, y lo que estamos haciendo es también formar. Está saliendo gente de las universidades, de las facultades de comunicaciones, y de institutos, que está interesada por mejorar su formación, o en aplicar los conocimientos que reciben. La enseñanza en Arequipa es superteórica, en la parte técnica están muy atrasados.

       ¿Entrenas a los jóvenes en tu empresa o dictas talleres?

      Ambas cosas. En los últimos años he hecho talleres con universidades o con la Escuela de Bellas Artes. Por otro lado, en Ana de los Ángeles


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