¡polly!. Stephen Goldin

¡polly! - Stephen Goldin


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estaba demasiado ocupado admirando las vistas por lo que olvidó la razón de estar allí. “Eh, perdona que te moleste, pero mi coche se ha estropeado en medio de la carretera. Me preguntaba si...”

      â€œBueno, no te quedes bajo este sol” dijo haciéndole señas para que entrase. “Entra que aquí hay aire acondicionado y se está bien. Bienvenido a Green House.”

      â€œGracias,” dijo poniendo un pie dentro. Ella cerró la puerta tras él, y enseguida sintió el lujo. No había sentido frío desde hacía horas.

      Estaban en un vestíbulo echo de baldosas de mármol negras y blancas y una enorme lámpara de cristal colgando de un techo alto. Había un largo pasillo que llevaba hasta la parte trasera de la mansión, con varias puertas que daban a diferentes habitaciones. Unas amplias escaleras con una alfombra verde llevaban al piso superior.

      â€œOdio molestar de esta manera...” empezó diciendo, pero ella lo volvió a interrumpir.

      â€œNo digas tonterías. No es molestia. No es tu culpa el lugar donde tu coche se estropea, ¿verdad?”

      â€œNo,” dijo con un profundo suspiro. “Me estaba preguntando si me dejarías usar el teléfono un momento.”

      â€œLo haría si tuviera uno.”

      â€œÂ¿Vives en un lugar tan apartado en medio de la nada sin teléfono?”

      â€œSi tuviera uno, la gente no dejaría de llamarme todo el rato” dijo ella. “Hay demasiada gente intentando hablar conmigo. Prefiero ser un poco difícil de localizar.”

      â€œÂ¿Pero si tienes algún problema” le dijo. “¿Y si necesitas comunicarte con alguien?

      â€œNo tengo problema alguno a la hora de comunicarme con el que quiero” dijo ella “Y no hay problema que mi servicio no pueda solucionar.”

      â€œOh, tienes servicio. Supongo que entonces nada.”

      â€œSip. De echo, iba a sugerirte que mi chófer echara un vistazo a tu coche. Seguramente sepa como repararlo.”

      â€œNo quiero meterte en problemas...”

      â€œPara nada. Fritz hará su trabajo. Es por esto que está aquí.” Cogió su medallón y habló por él. “Fritz, hay un coche fuera que parece que ha dejado de funcionar. ¿Podrías echarle un vistazo y hacerlo que vuelva a funcionar?”

      â€œJa, meine fraulein” dijo la voz a través del medallón. Aquella voz tenía un acento tanto de alemán de Hollywood que podía escuchar el taconeo de sus talones.

      â€œMuchas gracias” dijo él.

      Ella se dio la vuelta. “Me llamo Polly, por cierto.”

      â€œOh, esto... y yo Rod.”

      Ladeó su cabeza hacia la izquierda. “No pareces ninguna ‘caña’2 dijo sentenciosamente.

      â€œÂ¿Qué aspecto tiene una ‘caña’?”

      â€œEsto, algo largo, cilíndrico y rígido” le dijo regalándole una sonrisa malvada. “Por supuesto, entiendo que sea tu apodo.”

      Ã‰l se sintió ruborizado. “Es por Heródoto” dijo calmadamente mientras se preguntaba porque lo decía. Casi nunca se lo había contado a nadie —ni mucho menos a un completo desconocido.

      â€œAh, el historiador griego” gritó Polly. “Genial.”

      â€œÂ¿Lo conoces?”

      â€œPor supuesto, amo la Antigua Grecia.”

      â€œSí, y también mi padre. Era profesor de civilizaciones clásicas.”

      â€œTenía que quererte de verdad para darte tal honorable nombre.”

      Heródoto resopló con desprecio. “Heródoto Shapiro es un nombre horrible para un chico judío.”

      â€œMe gusta. ¿Puedo llamarte ‘Hero’?”

      â€œPrefiero Rod.”

      â€œPuedes ser mi Héro-e” dijo ella, ignorando por completo sus palabras. “Es mejor que ‘Her,’ ¿no?”

      â€œHaz lo que quieras” dijo resignándose. Tenía mayores problemas en su vida en aquel momento que preocuparse por como le llamaba una niña tonta y rica. Uno de sus problemas era el apartar su mirada del increíble cuerpo de aquella niña tonta y rica evitando dejar el suelo lleno de babas.

      Ella lo rodeó con sus brazos y lo llevó a la habitación a su derecha. “Entra a la sala y únete a la fiesta.”

      â€œÂ¿Fiesta?” Sintió una opresión en el pecho. Las fiestas conllevan gente, normalmente gente feliz. La gente feliz era la última cosa que necesitaba en su vida en aquel momento. “Eh, no quisiera ir a una fiesta a la que no he sido invitado—“

      â€œNo tienes porque si no quieres” le dijo Polly.

      Ã‰l estaba demasiado en guardia y sudado y despeinado. “No estoy seguro de que vaya conmigo. Seguramente no conozco a nadie—“

      â€œNo te preocupes. Todo estará bien. Son buena gente. No invito a quien no lo sea.”

      â€œPero, esto... no voy vestido para una fiesta.”

      â€œNo te preocupes. Todos mis amigos vienen-tal-cual. Muy informal. Creo que las personas son más importantes que su ropa. Ven.”

      Abrió la puerta corrediza y le invitó a que entrara al gran salón. La habitación estaba llena de gente. Había una banda tocando música instrumental discretamente en el fondo, y gente hablando amigablemente. Se podía escuchar risas desde diferentes sitios.

      La alfombra era azul pálido, cubierta por un par de tapetes Persas sobre un suelo azul. El papel de las paredes era de un tono azul pastel con bandas azul marino horizontales cerca de la parte superior y el revestimiento de madera. Había un largo sofá de brocado Empire y cinco sillas de jacquard verde con pequeños manojos de campanillas en forma de diamante, y un gran piano celeste en la esquina opuesta. Pequeñas mesas de caoba había sido colocadas bajo un espejo de plato con esquinas biseladas. Todo el mundo estaba hablando de pie; nadie permanecía sentado en tales sofisticados muebles.

      Ã‰l contempló la gran multitud, pero no pudo encontrar ninguna cara conocido. “¿Cómo has logrado reunir tanta gente en un lugar en medio del desierto?”

      â€œLos invité” dijo Polly sin rodeos. “A la gente le gusta venir a mis fiesta.”

      Pulsó un botón en su medallón y sonó un leve pero insistente carillón en la habitación. La gente dejó de conversar para ponerse a mirar hacia la puerta.

      â€œHola a todos” dijo ella “espero que lo estéis pasando bien.”

      Mucha gente asintió, otros contestaron con algún movimiento. “Bien” dijo Polly “si hay algún problema, decídmelo. Me gustaría presentaron a miHéro-e. De echo, se llama Herodotus Saphiro, pero creo que Héro-e le queda mejor. Haced que se sienta a gusto.” Los invitados lo saludaron, cosa que hizo sentir a Herodotus más avergonzado.

      Polly se dio media vuelta hacia él. “Parece que necesitas una bebida.”


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