Sobre la teoría de la historia y de la libertad. Theodor W. Adorno
Cf. Georg Simmel, Sociología. Estudios sobre las formas de socialización, introd. de Gina Zabludovsky y Olga Sabido, trad. de José Pérez Bances, México, FCE, 2014.
47 Alusión al banquero de Colonia Kurt Freiherr von Schroeder (1889-1966), en cuya casa se reunieron Hitler y Papen el 4 de enero de 1933; luego Papen convenció a Hindenburg de que nombrara a Hitler canciller de un gobierno de coalición.
48 Cf. Werner Mangold, Gegenstand und Methode des Gruppendiskussionsverfahrens, a partir del trabajo en el Instituto de Investigación Social, Frankfurt,1960.
49 No se halló la fuente de esta referencia. Es posible que Adorno recuerde aquí explicaciones que le traen a la memoria la tesis que sostiene en esta lección, y que había desarrollado Engels a propósito de Saint-Simon, aunque no estén atribuidas directamente a este; cf. “Die Entwicklung des Sozialismus von der Utopie zur Wissenschaft”, en Karl Marx y Friedrich Engels, Werke [en adelante, MEW], Berlín, 1962, vol. 19, p. 194.
50 “Oh, hermanos míos, ¿acaso soy cruel? Pero yo digo: ¡a lo que está cayendo se le debe incluso dar un empujón! / Todas estas cosas de hoy – están cayendo, decayendo: ¡quién querría sostenerlas! Pero yo – ¡yo quiero darles además un empujón!” (Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, introd., trad. y notas de Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2003, p. 293).
51 Cf. Max Horkheimer, “Egoismus und Freiheitsbewegung. Zur Anthropologie des bürgerlichen Zeitalters”, en Zeitschrift für Sozialforschung 5 (1936), pp. 161 y ss. (fasc. 2); reedición: Max Horkheimer, Kritische Theorie. Eine Dokumentation, ed. de Alfred Schmidt, Frankfurt, 1968, vol. 2, pp. 1 y ss.; luego: Max Horkheimer, Gesammelte Schriften, vol. 4: Schriften 1936-1941, ed. de Alfred Schmidt, Frankfurt, 1988, pp. 9 y ss., nota 9 [“Egoísmo y movimiento liberador”, en Teoría crítica, trad. de Edgardo Albizu y Carlos Luis, Buenos Aires, Amorrortu, 2003, pp. 151 y ss.].
52 Cf. Gerhard Baumert, con la colab. de Edith Hünninger, Deutsche Familien nach dem Kriege, Darmstadt, 1954; Adorno escribe, en su introducción a este estudio: “La monografía es ‘sociológicamente concreta’ en el sentido de que no encubre la desintegración de las formas tradicionales del ser y la conciencia sociales, sino que la hace aparecer sin accesorios ideológicos. No puede tratarse de que la institución globalmente amenazada de la familia fuera a quedar afianzada en forma duradera mediante la solidaridad en el estado de emergencia. Menciónese tan solo que el número de los divorcios, por cierto, después de un fuerte aumento volvieron a caer, pero todavía están muy por encima del nivel anterior a la guerra. Lo mismo vale para el número de familias ‘incompletas’. Es llamativo el aumento de los matrimonios de hombres jóvenes con mujeres mayores. La interpretación de este resultado desde el punto de vista de la psicología social podría arrojar luz sobre transformaciones estructurales de vasto alcance” (GS 20.2, p. 630).
53 Cf. Werner Sombart, Der moderne Kapitalismus. Historisch-systematische Darstellung des gesamteuropäischen Wirtschaftslebens von seinen Anfängen bis zur Gegenwart, 3 vols., Berlín, 1902-1927; también Der Bourgeois. Zur Geistesgeschichte des modernen Witschaftsmenschen, Munich, 1913 [edición en español: El burgués. Contribución a la historia espiritual del hombre económico moderno, trad. de María Pilar Lorenzo, revis. de Miguel Paredes, Madrid, Alianza, 1972].
54 Cf. los pasajes de La ideología alemana citados por Adorno, GS 5, p. 355, nota [Tres estudios sobre Hegel, p. 159]. Sobre la transición de la filosofía a la historia anticipada por Marx y desautorizada por la realidad, en la que encuentra su punto de partida Dialéctica negativa, se dice, en la lección de 1957 sobre filosofía de la historia: “El concepto de mediación, de devenir en Hegel, si se lo extrae de su envoltorio terminológico, no significa otra cosa que historia. En Marx, esto aparece formulado en la proposición extrema según la cual la filosofía pasa a la historia. Por cierto: para afirmar que la historia, que es un campo de batallas del sufrimiento infinito, sería el lugar de la verdad es necesaria una medida de confianza más fuerte que la que es actualmente posible. La formulación de Marx alude a que la autocomprensión de la historia, la historia elevada a la autoconciencia es aquello que la filosofía aspira tradicionalmente a ser; a que, en el sentido más elevado, la historiografía y la filosofía coinciden mutuamente” (Vo 1959 y ss.).
55 “Dios gobierna el mundo; el contenido de su gobierno, la realización de su plan, es la historia universal. Comprender esta es la tarea de la filosofía; pues solo lo que se realiza a partir de ese plan posee realidad; lo que no es acorde con él es solo existencia perezosa” (Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, ob. cit., p. 78; la traducción ha sido modificada).
LECCIÓN 5
24/11/1964
Recordarán que intenté, en la última clase, explicarles el concepto de mediación –y, por cierto, con especial atención a la mediación entre lo universal y lo particular en la corriente histórica–, abordando con un poco de detalle la etiología de la Revolución Francesa. Quisiera decir sobre ello quizás algo básico que les pido que retengan como un resultado metodológico, o filosófico fundamental, de las consideraciones que realizamos, presuponiendo que estas consideraciones han de poseer para ustedes alguna eficacia persuasiva. En efecto, se ha mostrado allí que algo tal como la construcción filosófico-histórica de un acontecimiento demanda y presupone realmente toda la constelación de los momentos, tanto su heterogeneidad como su unidad; esto es algo que he desarrollado, todavía de manera demasiado abstracta y esquemática, a partir de aquel ejemplo de la Revolución Francesa. Si ustedes siguen durante un segundo esta idea, esta idea metodológica, se encontrarán con que, si uno concibe conjuntamente todos esos momentos, la filosofía de la historia se convierte en verdad en historiografía; se encontrarán con que, pues, en verdad uno solo puede desarrollar de manera verdadera y seria la filosofía de la historia si se entrega a todo el material de la historia con toda la especificación, con todas las distinciones con las que nos hemos afanado la vez anterior. Recuerdo haber dado aquí, hace muchos años, un curso de un semestre sobre filosofía de la historia.56 Y estuve muy insatisfecho con ese curso ya mientras lo dictaba; luego se me hizo evidente de dónde provenía esa insatisfacción: justamente de este problema, que les menciono con estas palabras. Ahora bien, obviamente, es del todo imposible, en un curso filosófico tal, desarrollar, por ejemplo, material histórico aunque más no sea en una dimensión limitada; dejando totalmente de lado que yo, que no soy historiador, solo en sectores muy delimitados me encontraría en realidad legitimado para hacerlo. Pero aquello que puedo e intenté hacer es mostrarles –justamente, intentando desentrañar ante ustedes esta conexión entre los momentos, aquella verdadera concreción– en qué medida, en esta materia, la filosofía de la historia, es decir, la interpretación de estructuras históricas y la comprensión filosófica de lo que acontece históricamente, no solo presupone la historiografía, sino que, justamente en la explicación de estos momentos, se mueve en dirección a ella. Por lo demás, esto no es de ningún modo un hallazgo mío, sino que encontrarán esto desarrollado ya en Hegel. Me ocupé de los momentos relacionados con esto –que he denominado los momentos épicos– en la tercera parte de mi pequeño libro sobre Hegel.57 Y existen incluso en Marx, de manera consecuente, formulaciones en las que se promueve literalmente la transición desde la filosofía de la historia a la historiografía;58 solo que, creo, necesita tanto de esa transición –ese giro fundamental que, pues, no toma a la filosofía de la historia como algo más allá de la investigación histórica, sino que considera la constelación de los momentos históricos, tanto de la corriente total como de los detalles, realmente como la filosofía de la historia– como de su antítesis. Quiero decir con esto que justamente hoy –es decir, en una situación en la que (como les he expuesto a menudo) la facticidad se ha convertido, en una medida tan eminente, en una envoltura, en un velo ante aquello que esencialmente acontece–, en una situación tal, la filosofía debe tener la tendencia a convertirse en historia, así como, inversamente, la historia debe tener la tendencia a convertirse en filosofía. Y si puedo recordar