La llamada (de la) Nueva Era. Vicente Merlo
El “ala prosperidad y abundancia” de la Nueva Era en Estados Unidos
5.5. La terapia de vidas anteriores: una psicología y terapia a medida de la Nueva Era
6. La dimensión esotérica de la Nueva Era
6.1. Elementos del hermetismo occidental: breve recorrido histórico
6.2. Intento de delimitación del campo del esoterismo occidental
6.3. La Era de Acuario y la astro-historia
6.4. Las nuevas revelaciones y la noción de “canalización”
6.5. ¿Diseminación sincretista o síntesis unificadora? La necesidad de interpretar
6.6. La obra pionera y polémica de la teosofía moderna de Blavatsky
6.8. La clave septenaria en la interpretación esotérica de la Nueva Era: de A. Bailey a V. Beltrán
6.9. El papel central del Cristo en la Nueva Era
6.9.2. La vida de Jesús, el Cristo como símbolo de la vida iniciática en la obra de Alice A. Bailey
7.1. El factor maya: J. Argüelles y C.J. Calleman
7.2. Enseñanzas canalizadas de los Pleyadianos
7.3. Drunvalo Melchizédech y la flor de vida
8. OMnia: Pastor/Gualdi. Palabras de despedida
9. Análisis de algunas críticas a la espiritualidad Nueva Era
9.1. Desde el racionalismo ilustrado
9.2. Desde el protestantismo evangélico
9.3. Desde el esoterismo tradicionalista-perennialista
9.4. Desde el catolicismo vaticanista
PREFACIO
El título La llamada (de la) Nueva Era quiere indicar dos cosas. En primer lugar, se trata de una exposición amplia de algunas de las principales corrientes de ese “movimiento,” denominado “Nueva Era,” en torno al cual ha habido y sigue habiendo tanta confusión y tanta descalificación rápida y no siempre fundamentada ni justificada. Hay, pues, una presentación de la llamada Nueva Era. Ahora bien, en segundo lugar, he decidido mostrar mi compromiso con algunas de las manifestaciones de la new age, compromiso teórico y práctico, intelectual y existencial, como se pondrá de manifiesto en las páginas del prólogo, dedicadas a repasar algunas de las principales influencias que he recibido en el campo de la espiritualidad místico-esotérica, tal como me gusta denominar la naturaleza de la Nueva Era. Soy consciente de que tanto el término Nueva Era como el de esoterismo han sufrido un desgaste tal que resulta poco recomendable su uso, mucho menos si uno muestra una cierta identificación –por crítica que sea– con ellos. No obstante, me siento en deuda con muchos de los que han utilizado tal terminología y –aunque actualmente me cuesta identificarme con cualquiera de estos términos– me parece justo saldar esta deuda y ser fiel a esa terminología de la que tanto he bebido. De ahí que el título refleje también, mediante el paréntesis, hasta qué punto me he sentido llamado por la “filosofía” de la Nueva Era, he escuchado la “llamada” de la Nueva Era. Por ello, el prólogo, por fragmentario que sea, creo que resulta esencial para comprender el resto.
Además del prólogo, el libro consta de nueve capítulos y un epílogo, de extensión e importancia desigual para el tema que tratamos de desarrollar. Así, los tres primeros capítulos pueden considerarse preparatorios e introductorios. En el primero se trata de enmarcar el movimiento Nueva Era en el grupo más amplio de los llamados nuevos movimientos religiosos, mostrando la riqueza que dicho término abarca, término que prefiero sustituir por el de Nuevos Movimientos Espirituales. El capítulo segundo, antes de entrar propiamente en la Nueva Era, atiende brevemente al fenómeno del resurgir de los fundamentalismos e integrismos religiosos que se produce al mismo tiempo que el despertar de la Nueva Era, esto es, fundamentalmente en el último cuarto del siglo XX, si bien puede considerarse que estamos en las antípodas del espíritu de la Nueva Era. Tanto en el judaísmo, como en el cristianismo (protestante y católico) y el islam asistimos a una “revancha de Dios” después de los anuncios de su muerte, intentando no ya la modernización de estas tres tradiciones, sino la rejudaiza-ción, recristianización y reislamización de la Modernidad. Dado que en otra ocasión me he ocupado del equivalente hindú, no lo