Mi proyecto escolar Matemáticas Lúdicas. Horacio García Mata

Mi proyecto escolar Matemáticas Lúdicas - Horacio García Mata


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de las tareas, lo que constituye un requisito esencial para el aprendizaje exitoso en la escuela. En el proceso del contacto con las nociones matemáticas, los niños se apropian de determinados conocimientos de métodos y procedimientos elementales, ellos aprenden conceptos de tipo cuantitativo y su aplicación en las diversas situaciones de su contexto.

      Chamorro (2003) sugiere que “las nociones matemáticas básicas se desarrollan fundamentalmente a través de acciones prácticas estructuradas de formas diversas con cantidades de objetos concretos, pero que a menudo también se diferencian entre sí por el color, la forma, el tamaño, la estructura” (p. 39). Por lo tanto, podemos considerar que las actividades motrices favorecen también la formación de los sentidos, cuando palpan y mueven los objetos, obtienen impresiones sobre la naturaleza externa, el tamaño y el peso de esos objetos y aprenden a distinguir longitudes de poca extensión, etc.

      Nunes y Bryant (2005) mencionan que “una capacidad tan importante como el pensamiento representativo se desarrolla en el contacto con los fenómenos matemáticos ya que mediante una actividad práctica intensiva en la solución de tareas, los niños adquieren paulatinamente experiencias y capacidades de representación matemática que les permiten entender su realidad social” (p. 31). La comprensión de aspectos matemáticos sencillos exige capacidades intelectuales y operaciones del pensamiento, que tienen que ser desarrolladas de forma elemental, cuyas cualidades procesales continúan perfeccionándose mediante las acciones prácticas e intelectuales en el contacto con las relaciones cuantitativas. Estas son, sobre todo, habilidades intelectuales como: diferenciar, comparar, abstraer, clasificar, generalizar y argumentar; las cuales constituyen acciones mentales fundamentales en el niño para la apropiación de los números naturales durante las primeras edades. “La enseñanza de las matemáticas estimula el desarrollo de la memoria, ya que a través de cada contenido matemático llevado en las escuelas contribuye a ese proceso psicológico, ayudándolo a su desarrollo dentro de la actividad mental” (Nunes y Bryant, 2005, p. 49). En la escuela los niños incorporan a su vocabulario términos y expresiones que amplían sus posibilidades para razonar y expresar de forma coherente no solo el resultado de la tarea matemática, sino los pasos que siguieron para solucionarla, dependiendo del desarrollo alcanzado por cada uno de ellos. Por ello resulta imprescindible que los docentes utilicen una diversidad de estrategias didácticas innovadoras que les permitan crear escenarios de aprendizaje positivos que puedan hacer que el alumno se emocione, se sienta feliz y sus niveles de atención mejoren ante la tarea encomendada.

      Chamorro (2003) alude que “tradicionalmente, todos los currículos escolares han coincidido en el problema de la enseñanza de las matemáticas en los diferentes niveles” (p. 33). Un primer elemento que se debe hipotetizar es si realmente se cumple con el proceso enseñanza y aprendizaje de los conocimientos matemáticos durante la primera infancia en la escuela, ya que las nociones matemáticas llevadas en el nivel preescolar y primaria preparan al alumno para el conocimiento más complejo de las relaciones cualitativas de los objetos y lo inician en la asimilación de las relaciones cuantitativas que están dadas en el medio natural y social en años posteriores. La infancia es un periodo de desarrollo sensorial intenso y de perfeccionamiento de la orientación en cuanto a las propiedades y a las relaciones externas de los fenómenos y objetos en el espacio y en el tiempo, como lo establece Brousseau (1993) al destacar que:

      (…) en la infancia constituye un éxito, el poder percibir las diferentes características de los objetos y su relación con las matemáticas, esta percepción es fragmentaria y superficial con representación global de los objetos, si al alumno no se le crean ambientes de aprendizaje en donde exista la motivación por aprender (p. 6)

      Por lo anterior, el proyecto escolar “Matemáticas Lúdicas” es una propuesta innovadora que puede contribuir al desarrollo de nociones elementales de matemáticas relacionadas con la aritmética básica, específicamente la suma, la resta y la multiplicación, tomando como estrategia didáctica el método lúdico.

       El cerebro humano es un órgano biológico y social encargado de todas las funciones y procesos que tienen que ver con el pensamiento, la creatividad, la intuición, la imaginación, la actividad lúdica, las emociones, la conciencia y otra infinidad de procesos cognoscitivos; así mismo es el que elabora y reelabora cosas nuevas a partir de las experiencias vividas. Queda claro que aprendemos con mucha facilidad aquello que nos produce goce y disfrute, tal es el caso de las actividades lúdicas de aprendizaje, las cuales regularmente son acompañadas por el afecto y la comprensión que requiere el acto educativo de un docente, de esta forma natural los alumnos se acercan más al conocimiento gracias a la felicidad que producen dichos eventos. Llinás (2003) considera que “al cerebro lo que más le encanta es entender, pero esto se logra solo a través de estímulos positivos” (p. 11). Resulta claro que como docentes nuestra función en la educación es guiar la transformación del niño en persona adulta, que desarrolle acciones responsables en la sociedad, para lo cual no solo es necesario un cambio de paradigma, sino un cambio de actitud desde una concepción lúdica, con la finalidad de favorecer a los estímulos adecuados para su cerebro.

      “Las actividades de tipo lúdico tienen ciertos requisitos para su realización ya que deben ser comprendidas como experiencias culturales inherentes al desarrollo humano en toda su dimensionalidad psíquica, social, cultural y biológica. Por consiguiente, las actividades lúdicas están ligadas a la cotidianidad, en especial a la búsqueda del sentido de la vida y a la creatividad humana en el fenómeno educativo” (Llinás, 2003, p. 18)

      Las experiencias culturales ligadas al aspecto lúdico a nivel biológico producen mayor secreción de neurotransmisores en el cerebro, estas moléculas mensajeras según Llinás (2003) se encuentran estrechamente asociadas con el placer, el goce, la felicidad, la euforia, la creatividad, que son procesos fundamentales en la búsqueda del sentido de la vida por parte del ser humano.

      Desde este enfoque, Jiménez (1998) establece que:

      El aprendizaje puede considerarse como un proceso cultural y bioquímico, en el que diminutas células cerebrales (neuronas), elaboran nuevas conexiones entre sí (sinapsis), alterando de esta forma al ser humano a nivel biológico y psíquico. Lo anterior se debe a que nuestros procesos mentales (pensamientos, emociones), se transforman en moléculas, es decir, todos los procesos cognitivos, inclusive, los psíquicos, se convierten en sustancias orgánicas que viajan por el sistema nervioso (neurotransmisores). De esta manera se origina un proceso de autorregulación o de equilibrio homeostático que ayuda al aprendizaje (p. 111)

      Uno de los neurotransmisores clásicos que se activan en una situación educativa a través de ambientes lúdicos, según el fisiólogo Elbert (1995) es la dopamina:

      (…) sus funciones principales son las de proporcionar energía mental, mejorar la atención, control de los impulsos, motivación y determinación para aprender determinada situación. En el área educativa cuando hay una deficiencia de dopamina se traduce en fatiga, problemas de atención y falta de control de los impulsos. Es por lo que la dopamina tiene importantes implicaciones educativas, porque interviene en procesos de gratificación y motivación que son fundamentales en el aprendizaje (p. 89)

      Para poder activar este neurotransmisor, w los docentes debemos saber activar este sistema de gratificación de la dopamina con gestos, miradas o conductas agradables. El lenguaje no verbal desempeña un papel importante en la transmisión de componentes emocionales, por lo tanto el aspecto lúdico puede ser el facilitador de estos estímulos.

      Con relación a la serotonina, Elbert (1995) establece que:

      Es un neurotransmisor que ayuda a transmitir mensajes una y otra vez entre los nervios del cuerpo desde el cerebro. El estado de ánimo, la motivación, el sueño, por nombrar algunas funciones, son las que controla esta sustancia. Sentirse bien es producto de la serotonina, por lo que el juego es uno de sus principales catalizadores. Es un químico al que se le atribuye conservar la sensación de felicidad, ya que ayuda a que el estado de ánimo se mantenga estable y calma la ansiedad” (p. 18)

      Para reconocerlo en el ámbito


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