Tras la Noticia.... Arturo Guerra Arias

Tras la Noticia... - Arturo Guerra Arias


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fui invitado varias veces como conferencista en los Congresos Anuales de la Familia organizados por FAME (Familia Mexicana, A.C.). En esas andanzas conocí a destacadas personalidades con quienes alterné: Valentina Alasraki, Pedro Ferriz de Con, el padre Chinchachoma, Maruca Serrano, Armando Valladares.

      Pasado más tiempo, en mayo de 2012, recibí una llamada telefónica que no olvidaré: era el sacerdote Arturo Guerra, L.C., del Instituto Cumbres de Saltillo, invitándome a participar, ahí en el colegio, en un “Foro de Debate Salud y Fe”. La Encíclica Fides et ratio, emitida por S.S. Juan Pablo II, continuaba causando polémica en los medios intelectuales, y algunas personas no creyentes intentaban “desmitificar” (en palabras de uno de ellos) tal documento pontificio. El padre Arturo buscaba tender puentes de diálogo y mostrar la profundidad y solidez de nuestra fe. Fue entonces que conocí de qué madera estaba hecho este sacerdote. Y me agradó que no solamente había sido forjado por Dios de madera fina y firme, sino que esa madera suya formaba parte de un árbol: el árbol de su propia persona. ¡Qué bien se cumplían en él aquellas palabras de nuestro Señor Jesucristo de que el Reino de los cielos es semejante a una pequeña semilla de mostaza que crece hasta formar un árbol frondoso en el que anidan los pájaros!

      Y mira amiga, amigo, que lees este prólogo, qué cantidad de aves recibieron albergue vital en esas frondas generosas: me refiero a las obras inusitadas que surgían de la iniciativa del padre Arturo. Digo inusitadas porque al menos yo no había visto nada parecido. He aquí que se le vino a ocurrir dentro de su misión apostólica en Saltillo adecuar la predicación del Reino de Cristo a los tiempos y costumbres del mundo actual. Era lograr la difícil combinación de un aggiornamento con una inculturación. Diré en seguida qué hizo el padre Arturo para conseguir esta hazaña apostólica.

      La juventud y los padres de familia con quienes el padre tenía contacto en su mundo académico y sacerdotal vivían en medio de un mundo que, encarémoslo, ha echado a Dios por la ventana. Mundo dado al placer, al tener, al poder, con Dios al margen. Pues allí estaba el flanco por donde Dios iluminó al Padre Arturo para llegar al abordaje y diseminar la Palabra del Reino.

      Y vino a suceder que fundó una serie de pláticas con los padres de familia del colegio, a las que llamó: Beer and faith. Así, tomando una cerveza, el padre les explicaba en un formato de debate muy participativo las entrañables cosas de Jesucristo, y lo hizo con tanto éxito, que sus públicos nunca salieron embriagados por el alcohol, pero sí por la Palabra de Cristo que, a través del padre Arturo, llegaba a sus corazones.

      Ahora el padre Arturo nos presenta esta obra. Veo que en ella despliega, sin pretenderlo, una verdadera hagiografía, revelando los rasgos espirituales que dieron fundamento al alma de las mujeres y los hombres elevados a la santidad por la Iglesia. Mas para ir recorriendo la esencia de cada una de esas almas que figuran en el Catálogo de los Santos, el padre Arturo se vale de un recurso muy peculiar con patente de su inventiva: el de hacer una “pregunta descarada”, valiente, de esas que van dirigidas a la yugular y que, de no ser contestadas, arrancan el pedazo y matan. Porque en esas dudas de trascendencia vital nos jugamos nuestro destino eterno. Pero en este libro sucede que la pregunta no mata, sino que, al contrario, ¡da vida!

      ¿Realmente existe Dios?, ¿es la fe un acto irracional y fanático?, ¿para qué la Iglesia?, ¿por qué los católicos dedican tanto tiempo a la oración?, Jesús de Nazaret: ¿quién eres?...

      El autor hace que estos y otros muchos cuestionamientos, así de arduos, encuentren respuesta a través de santos que supieron contestarlos con su vida misma, vida fecunda de espiritualidad que aquí relata el padre en amena y precisa síntesis.

      Así, Tras la Noticia… se convierte en un verdadero compendio de vidas ejemplares de santas y santos, y marca un hito en la bibliografía religiosa, cultural e histórica de nuestro tiempo.

      Estamos ante un libro distinto, ameno, admirable, porque el autor es un sacerdote que, además de su ministerio, de tener sus manos consagradas para consumar el inmenso, intenso portento de la Eucaristía, tiene sus manos también habilitadas para utilizar una Olivetti (si es que en esto sigue los pasos del protagonista del libro…).

      Yo sé, a través de mi experiencia de médico escritor, de los riesgos que entraña el hecho de enfrentar la opinión de la gente publicando un libro. Pero tras leer ésta, su obra Tras la Noticia…, sé también que el padre saldrá no sólo airoso de su lance literario, sino bendecido por Dios por haber difundido a través de estas páginas, y de manera tan magistral, el Reino de Cristo.

      Dr. Jorge Fuentes Aguirre

      En la festividad de Nuestra Señora del Carmen

      Saltillo, Coahuila, México, julio de 2018.

      GRACIAS

      A Jesucristo, quien empezó la cosa en Galilea...

Elemento decorativo

      Otra vez me encontraba ante mi vieja máquina de escribir. Cuando ya todos mis colegas usaban majestuosas PC’s, yo seguía con mi veterana Olivetti. No era que no lo hubiera intentado ya. En una ocasión, durante toda una semana, me había propuesto usar una de esas cosas que se llaman computadoras, pero aquello se convirtió en pesadilla: que si el cable de la pantalla, que si el interruptor escondido, que si la clave de acceso, que si cuál programa, que si lo grabé o no lo grabé, que lo grabé pero quién sabe en cuál de las 453 carpetas existentes... A punto estuve de tirar todo por la ventana... Una vez más salía convencido de que –al menos para redactar mi noticia– no había como la máquina de escribir. ¡Sí, en pleno ocaso del siglo XX!... La computadora la dejaba sólo para eso de los e-mails, y siempre con un buen asistente técnico a la mano...

      Pensaba con desgana en las primeras palabras para abrir la noticia sobre el congreso de los diputados, cuando un compañero de la redacción se acercó y me dijo que el jefe me llamaba...

      Nunca hubiera imaginado hasta dónde me llevaría aquella interrupción...

      I

      De monja en monja

      Oficina, marzo 1997

      De hecho, me encontraba aburrido, arrutinado en mi trabajo. En los últimos cuatro meses no había estado haciendo otra cosa que cubrir información del congreso. La misma historia todos los días: Levantarte temprano, irte para allá, tratar de sacar tres o cuatro palabritas interesantes... No siempre es fácil salir de ahí con algún material enjundioso para los periódicos del día siguiente.

      Entré a la oficina del jefe para ponerme a sus órdenes:

      – Buenos días, señor Bonilla, me comentó Goyo que usted quería... ¡Ah!, perdón, no sabía que estaba con una llamada.

      Esperé pacientemente... Por fin, se dirigió a mí:

      – Sí, Chuy, mira, resulta que la monja esta, Teresa de Calcuta, está en la ciudad para visitar una de esas sus casas, donde se dedican a dar de comer a los pordioseros y a atender a los enfermos de sida. De arriba nos piden un pequeño reportaje. Así que será bueno que mañana te des una vuelta y le hagas alguna pregunta. Llévate la grabadora. Tú sabes, ella está de moda, y cualquier noticia sobre esta monja no le vendrá mal a nuestra edición de pasado mañana. Así que, ¡manos a la obra!, ve preparando la pregunta que le vas a formular. En cuanto a mañana, no te preocupes del congreso. Total, por un día que no vayas, no se va a caer la nación.

      – Es cierto, incluso si dejo de ir unos seis meses podría ser hasta saludable.

      – ¡No, hombre, Chuy! Tampoco es para tanto.

      Al día siguiente, temprano, con mi cámara de fotos, mi pluma, mi cuaderno y mi grabadora, me fui a buscar a la viejecita en cuestión. Yo que provengo más bien de una tradición que nada tiene que ver con monaguillos, sacristías ni vinos de misa... Es cierto que mi mamá me bautizó a pesar de que mi padre se oponía... Pero, bueno, el caso es que pronto iba a hablar con esta monjita y debía sacarle algo interesante. Al prepararme no olvidé la vieja recomendación de


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