Effatá. Gustavo E. Jamut
las armas del diálogo” (Juan Pablo II).
La palabra “diálogo” proviene de las raíces griegas: dia y logos. El prefijo dia significa “a través de”, o también puede significar “de un lado a otro de”. Mientras que logos significa “verbo” o “palabra”.
La imagen que nos sugiere esta etimología indica una corriente de comunicación que fluye entre dos o más personas quienes, a través de las palabras y de lo que ellas significan o quieren expresar, se avocan al descubrimiento compartido de la verdad.
A partir de este análisis etimológico, el término diálogo podría remitir a palabras expresadas que van de un punto al otro. Lo que evoca el ejercicio de un razonamiento recíproco y un intercambio de mensajes, ideas o pensamientos por medio de las palabras.
Estas ideas en torno a la definición del diálogo nos ofrecen unos tips o claves para evaluarnos a nosotros mismos con respecto a la forma en que nos comunicamos, expresamos e interactuamos con los demás, de manera tal de reconocer aquello que debemos aprender y en qué debemos cambiar en cuanto a la comunicación con los demás.
Dejando de lado lo estrictamente etimológico, el término diálogo popularmente evoca la idea de algo entre dos, lo cual se contrapone al término “monólogo”, que quiere decir “conversación o discurso de uno” (de quien habla solo). Diálogo en cambio nos da a entender que es una “conversación o coloquio de a dos”; así, el ejercicio del diálogo siempre enriquece a ambas partes.
Cuando alguien mantiene ante otra persona un monólogo, generalmente es porque lo está sermoneando o arengando, sin que haya una apertura a la reciprocidad, al pensamiento diverso, a la búsqueda de lo mejor. Esto es algo que sucede con mucha frecuencia en el ámbito político y también en los grandes medios de prensa. Mientras que en el diálogo, la prioridad que se persigue de ambas partes no es querer convencer al otro, sino buscar la recta y sincera verdad, y el bien común.
Jesús, el logos
Al principio existía la Palabra (Jn 1,1).
En la Biblia, Jesús es llamado el logos, porque es la comunicación de Dios con nosotros. Es la gran Palabra de Dios a la humanidad con la que no solo nos ha transmitido ideas o conocimientos, sino que se nos ha comunicado Él mismo, dándonos además la capacidad para comunicarnos en profundidad de amor los unos con los otros.
Jesús, el Verbo, es nuestro maestro de escucha, de diálogo y de comunicación fluida, quien nos enseña a vivir en comunidad, recibiendo vida y dando vida por medio de las palabras bien empleadas. Cuán ciertas son al respecto las palabras de santa Edith Stein: “En el diálogo amoroso de un alma con Dios, germinan los grandes acontecimientos que cambian el rumbo de la historia”.
El primero que en el cristianismo usó la palabra logos fue san Juan; pero cuando san Jerónimo vierte la Biblia del griego al latín, traduce logos como verbum o palabra, y lo hace interpretando a san Juan para quien en logos presenta no a una idea, sino la persona del Hijo de Dios.
El texto evangélico que define a Jesús como logos, como Palabra, es: Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe... (Jn 1,1-3).
Jesús no es cualquier verbo, ni cualquier palabra. Él es la Palabra, con mayúscula, porque viene a comunicarnos el amor del Padre y nos enseña a amarnos y a comprendernos los unos a los otros, más allá de las diferencias y dificultades que puedan existir en la vida familiar y comunitaria.
La lengua apacible es árbol de vida (Prov 15,4). |
Para reflexionar
1. ¿Qué aspectos positivos del diálogo forman parte de tu vida?
2. En base a lo leído, ¿qué aspectos del diálogo aún tienes que desarrollar?
3. En un momento de intimidad con Dios, pídele al Espíritu Santo que sea tu maestro de escucha y de sana expresividad con quienes tienes divergencias.
Imagina que Jesús te dice:
“Hoy tráeme todo lo que se ha conversado en tu familia a lo largo de los años, y ponlo todo en mi divino Corazón. Yo con mi amor quiero bendecir todos esos momentos de encuentro y de diálogo familiar.
María, Madre del Verbo, ruega por nosotros. |
CAPÍTULO 2
EL DESARROLLO DE LA COMUNICACIÓN
Etimología
“La comunicación es imagen de la mente.
Así como es un hombre, así es su modo de comunicarse”
(Anónimo).
Entender el significado de las palabras es de gran ayuda para poder poner en práctica los aspectos positivos que ellas expresan. En este sentido, ya en el comienzo del capítulo anterior, hemos ido profundizando el origen del término diálogo. Lo mismo haremos ahora con el término “comunicación”, tratando de que no quede sólo en un conocimiento intelectual y teórico, sino que a medida que vayamos siguiendo la lectura y la reflexión, también crezca en nosotros el deseo de seguir mejorando en la práctica de estos valores humanos.
El verbo “comunicar” proviene del latín communicare, que significa “compartir algo, ponerlo en común”. Por lo tanto, la comunicación es una acción esencial en la relación que los seres vivos mantenemos cuando nos encontramos en grupo.
Comunicar es mucho más que informar. Se refiere más a lo íntimo, a lo que pasa por lo profundo del corazón: sentimientos, experiencias, dificultades, temores, etc.
Quienes aprenden a comunicar con discernimiento, caridad y prudencia (2) parte de su mundo interior alcanzan a vencer la sensación de soledad y agobio, logrando tender puentes de encuentro y fraternidad.
El acto de comunicar consiste en transmitir ideas y pensamientos con el objetivo de ponerlos en común con otro. Esto supone hablar el mismo lenguaje. Por lo que en el proceso comunicativo, en el cual se tiene la intención de dar a conocer un mensaje, el que lo comunica con palabras, tono de voz, miradas y gestos, debe hacerlo de tal modo que el receptor del mensaje llegue a comprenderlo.
Del mismo modo, para que la comunicación sea exitosa, el receptor debe contar con las habilidades que le permitan decodificar el mensaje.
El proceso comunicativo luego cambia de dirección, cuando el receptor responde, transformándose, de este modo, en emisor, con lo cual se va desarrollando el acto comunicativo y se van acercando los diferentes puntos de vista.
Otro término que tiene la misma raíz latina que comunicación es el vocablo “comunión” (communio). Por lo cual, también podemos afirmar que la verdadera comunicación nos hace comulgar con un fragmento de la historia del otro.
Sin embargo, la palabra comunión también puede derivar del término griego koinonía, en el cual la raíz koin significa “lo que hay en común”, dando lugar a expresiones tales como compañerismo, participación, comunión y solidaridad.
También el término “comunidad” (communitas) tiene la misma raíz que comunicación. De lo cual, entiendo que no hay comunidad sin una verdadera comunicación entre las partes.
“El lenguaje es lo más humano que existe. Es un privilegio del hombre... Cada palabra lleva consigo una vida, un estado, un sentimiento.” Carmen Conde |
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