La subalternidad, lo excepcional y la guerra en Colombia (2005-2010). Luis Eduardo Lamus Parra
objetivo consolidar territorios, escenarios o colectividades autónomas, debían enfrentarse con el despliegue armado, la dominación, el poder represivo de la soberanía del Estado, que no permite la disputa de su autoridad en el territorio nacional.
Retomando estas tres circunstancias establecidas para describir la situación de aquellos grupos de oposición, y la conformación de alternativas políticas al gobierno de Uribe Vélez, podemos identificar como rasgo común el hecho de que dichos grupos interactúan en un territorio político-administrativo sujeto a una soberanía estatal bajo la dirección del presidente de Colombia, frente al cual debían intentar viabilizar sus pretensiones de ser gobernantes, sus posiciones o sus autonomías políticas.
Para dar mayor inteligibilidad a la situación y describir en una sola categoría a los grupos de oposición y conformación de alternativa al Gobierno nacional del periodo de investigación, recurrimos a los aportes hechos a la teoría política y a la ciencia política por Antonio Gramsci. Más exactamente a lo que él propone asir y entender con la categoría de lo subalterno, la cual el profesor Massimo Modonesi denomina subalternidad, quien a propósito de la construcción de esta escribe:
Gramsci conceptualizó la subalternidad como experiencia de la subordinación, expresada por la tensión entre la aceptación/incorporación y el rechazo/autonomización de las relaciones de dominación y materializada en una disposición a actuar como clase que combina espontaneidad y conciencia. (Modonesi, 2010, p. 11)
Los grupos sociales alternativos y sus manifestaciones políticas, en oposición activa o construcción de alternativas paralelas, enfrentados específicamente al Gobierno nacional en el periodo 2009-2010, se constituyeron como grupos subalternos, pues experimentaron la situación de subalternidad. La subalternidad es aquí entendida en los términos en que se citó a Modonesi y tomando en consideración, lo establecido de modo general por Antonio Gramsci, en una nota, Apuntes sobre la historia de las clases subalternas. Criterios metódicos, quien señalaba seis fases, estableciendo el estudio de las formaciones que afirmen la autonomía integral.
La lista de esas fases debe precisarse todavía con fases intermedias y combinaciones de varias fases. El historiador debe observar y justificar la línea de desarrollo hacia la autonomía integral desde las fases más primitivas, y tiene que observar toda manifestación del “espíritu de escisión” soreliano. (Gramsci, 1990, p. 360)
EVOLUCIÓN DE LAS MOVILIZACIONES DE LOS SUBALTERNOS
Para observar el desarrollo de las acciones de los grupos y clases subalternas en Colombia, se emplea como instrumento de análisis la matriz de subalternidad, que realiza el seguimiento a los conflictos y acciones subalternas destacadas en cada bienio estudiado para ver su evolución.
En cuanto al accionar de los grupos insurgentes subalternos de carácter nacional1, durante el periodo 2005-2010, referenciamos a los grupos guerrilleros insurgentes como subalternos, porque si bien disputan la soberanía del Estado, y de hecho se fundamentan en el acaparamiento de la violencia física y simbólica, esto no cambia la realidad fáctica de que su presencia se da en un territorio gobernado centralmente por instituciones definidas, las que tienen vocación y potencial para copar las zonas ocupadas por la insurgencia, y cuyas decisiones vinculan los territorios de control insurgente.
La subalternidad de los grupos insurgentes remite entonces a la tensión existente entre construcción de autonomía política, es decir, alternativas al orden político, social y económico nacional, desarrollados por la insurgencia, en contraposición al orden capitalista nacional cuyo bloque de poder mantiene la dirección estatal, política, social, cultural y económica de modo general.
La propuesta de los sujetos subalternos
En la matriz de análisis de los sujetos subalternos, referida metodológicamente como matriz de subalternidad, se concreta la propuesta gramsciana, para el análisis de las situaciones, con base en el estudio de las diversas relaciones de fuerzas, desde una doble perspectiva sincrónica y diacrónica. En dicha matriz fueron dispuestas las tipologías cuantitativas y cualitativas que importan una serie de aspectos relevantes específicos. Esta doble medida permite observar en cada evento recopilado, determinaciones específicas. En lo cuantitativo, se toman en cuenta: la temporalidad, la territorialidad, el grupo o clase involucrado, el conflicto que motivó el evento, las respuestas de los subalternos al conflicto, antagónico o adversarial, según las situaciones contenciosas que se presentan durante el bienio, y que tienen a los subalternos sociales como actores de primera línea.
En los aspectos propiamente cualitativos, desde la perspectiva analítica –refundada en el discurso que de la ciencia política moderna elaboró Antonio Gramsci, durante el cautiverio fascista, y que plasmó en sus Cuadernos de la cárcel, 1929-1935–, aquí distinguimos las reivindicaciones materiales expresadas en las formas gremiales o corporativas de la subalternidad, así como los derechos exigidos, diferenciados según la categorización generacional, las acciones constituyentes y las construcciones hegemónicas.
Después están examinadas las relaciones que corresponden a lo político-militar. Este término refiere a los eventos, las acciones colectivas mediante las cuales la subalternidad social interrumpió el curso “normal” de la democracia representativa, con acciones estratégicas de guerra, con o sin armas.
Así, se puede observar la actividad de los grupos y las clases subalternas en relación con los conflictos y las problemáticas que los marginan y conflictúan en mayor medida, produciendo desafíos y respuestas de diversa envergadura y riesgo. Ellos ocurren en un escenario de antagonismo social más claro e irreconciliable de lucha entre las clases dominantes y los grupos y clases subalternas o los grupos oprimidos en Colombia (Modonesi, 2010, p. 27).
Es un espacio de conflicto diferenciado, porque tiene ocurrencia, de modo general, en la sociedad civil, pero alcanza también escenarios de la sociedad política. Esto implica la toma de conciencia, la creación de una subjetividad política a la hora de emprender acciones para defender sus intereses y construir una suerte de contrahegemonía. Eso quiere decir que se va a producir un tránsito probable del proceso de formación de sujetos políticos en condiciones de subalternidad, los cuales elaboran su autonomía grupal, y quienes a la vez desean edificar otro liderazgo colectivo, un bloque social y cultural alternativo, en pugna progresiva con el bloque histórico dominante.
El actuar de la subalternidad social
La seguridad se volvió la política fundamental de las formas estatales posteriores a 1989, y es la tarea de los distintos regímenes políticos en la hoy innegable era global. No es la seguridad entendida meramente como el fortalecimiento de los aparatos militares y policiales, sino la seguridad que blinda y salvaguarda las condiciones sociales y materiales de existencia de los individuos formalmente libres e iguales, que organizó el capitalismo cuando experimentan tiempo de crisis política. Es decir, la seguridad es un problema político porque garantiza la conservación de los órdenes sociales que permiten y posibilitan, gracias al mercado, la realización de las cambiantes necesidades individuales y colectivas. La modernidad fue el constructo imaginario que asimiló tales prácticas y competencias de la razón instrumental con la democracia liberal propia de la sociedad de control. (García, 2005, pp. 238-294)
Para observar los avances y retrocesos de la subalternidad social en Colombia, proveyó la información necesaria para precisar su desempeño y el modo de referir la praxis de los grupos y clases subalternas, en un campo histórico en el que está en disputa el problema fundamental de la guerra y la paz. Aquello que Alain Touraine denominó como el enjeu, “lo que está en juego” (Touraine, 2006, p. 255).
La subalternidad se juega en una lucha de larga duración a partir de los años 1947-1948 con el despertar de los grupos gaitanistas. Este es el punto de quiebre, el inicio de una onda larga de la historia nacional, en concreto, la que define el devenir interrumpido de la formación social capitalista colombiana, marcada por la disputa democrática de una guerra de posiciones. En ella, se encara una crisis orgánica (de hegemonía) que afecta las formas de representación del bloque de poder en la dirección de la sociedad