Una historia sepultada. Felipe I. Echenique March

Una historia sepultada - Felipe I. Echenique March


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los impresores, pues estas últimas podían contener algunos cambios o giros ya que se destinaban a lectores desconocidos e inciertos, que probablemente merecieran otro tipo de lenguaje.

      Además, no sería improbable que los manuscritos que les llegaron a los impresores, en el momento de publicarse hubieran sufrido algunos cambios debido a la acción editorial y tipográfica, consistentes en propuestas de redacción o de adaptación de sustantivos a los moldes góticos para así ajustarse a lo que debería de ser un impreso del momento, tal y como se puede comenzar a ver que lo llevaron a cabo al asignarles títulos completos que están ausentes en las copias manuscritas, y que han prevalecido hasta nuestros días en las Segunda, Tercera y Cuarta Cartas.

      La sola circunstancia que rodea a los manuscritos y a las versiones impresas nos harían presumir, de una manera razonable que, aun siendo parecidos no son idénticos los dos formatos; por lo cual, y sobre todo en el terreno de la filología, siempre quedarán dudas irresolubles de la manera no sólo en que escribió Cortés los sustantivos, sino también de su apego a lo escuchado.

      Bajo esas limitaciones es entendible señalar que no es posible llevar a cabo estudios filológicos sobre los sustantivos trasmitidos por Cortés, pero esa indicación sólo cobraría su total afirmación cuando se hubiesen realizado algunos cotejos entre los materiales impresos en caracteres góticos y la copia manuscrita de Viena, que detectase similitudes y diferencias en relación con los nombres de las ciudades, pueblos, villas, provincias, etcétera.

      Los empeños de Eulalia Guzmán se dirigieron pues, a esclarecer, según su punto de vista y con una abundante documentación que tenía a la mano, los nombres y otras circunstancias del mundo prehispánico que “omitió” o “distorsionó” Fernando Cortés. Sin embargo no hizo una crítica documental del Códice de Viena y mucho menos su confrontación con otros soportes impresos, más fiables que el de Gayangos, que le permitieran establecer, entre otras tantas cosas más, las necesarias comparaciones entre las maneras de consignar los sustantivos, lo cual, sin lugar a dudas, le hubiese llevado a sacar algunas observaciones útiles para entender la posible relación y diferencias entre los manuscritos y los impresos, un trabajo cuya necesidad es impostergable.

      ¿Limitante insuperable?

      Sin las cartas manuscritas de Fernando Cortés estamos impedidos, entre otras tantas cosas, a saber cómo es que escribió tales o cuales sustantivos, así como la estabilidad o inestabilidad escritural que el mismo capitán general plasmó, por lo menos, durante los cinco primeros años de su campaña de conquista. Sin embargo, y pese a ello, debemos realizar algunos ejercicios con los materiales existentes para aproximarnos, si no a las formas certeras en las que Cortés escribió tal o cual sustantivo, sí a las maneras en que quedaron registrados en los ámbitos públicos y administrativos de lo que sería la Nueva España y su metrópoli, por lo que así obtendremos algunos indicios de cómo es que los escribió el propio Cortés.

      Bajo estos empeños, y siguiendo un orden cronológico partiendo del primer documento que nos podría sugerir cómo es que se escribieron por primera vez en castellano los sustantivos que consignó Fernando Cortés, los tendríamos que tomar, por prelación de tiempo, de la primera impresión de las Segunda, Tercera y Cuarta Cartas, para luego confrontarlos con los que aparecen en el Codex Vindobonensis, para notar similitudes y diferencias que después se contrasten con otra documentación.

      La escritura del sustantivo Mexico en las Cartas de Relación de Cortés

      Para no distraernos demasiado de nuestro tema de investigación y exposición, pongamos solamente nuestra atención en el sustantivo Meſico que al muy poco tiempo derivó en Mexico y finalmente en México. En la primera edición de la conocida como Segunda Carta de Relación, así como en el Códice Viena, dicho sustantivo sólo se consigna cuatro veces, de las cuales en la edición impresa se escribió meſico, y en el Códice Viena, la primera vez como Mesyco y los tres restantes como Mesico, como se puede apreciar en las siguientes láminas.

      Y en la versión del Codex Vindobonensis, en el párrafo antes referido se escribió por primera vez Mesyco, mientras que en las siguientes ocasiones ya se refiere como Mesico, tal cual se observa en las siguientes láminas 7, 9, 11 y 13.

      Paleografía: Antes que comience a relatar las cosas de esta gran cibdad / [Temixtitan] y las otras que en este otro capitulo dije me parece para que /mejor se puedan entender que devese dezir la manera de mesyco / que es donde esta cibdad [Temixtitan] y algunas de las otras que he fecho re /lación estan fundadas y donde esta / el señorio principal / de este mutecçuma. La qual dicha provincia es redonda y esta toda / cercada de muy altas y asperas sierras y lo llano de ella tenra / en torno fasta setenra leguas y en el dicho…

      Esto último llama la atención, porque en su primera consignación pareciera que sugiere que debe escribirse y leerse como “ks” o “x”, aunque en las otras tres ocasiones en que consigna tal nombre lo hace con “s”, así que sería “mesico”. Ese tipo de grafía abre la posibilidad de que la copia manuscrita no tenga nada que ver con la impresa por el distanciamiento tan grande que


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