Terapia familiar y de pareja centrada en la persona . Charles O´Leary

Terapia familiar y de pareja centrada en la persona  - Charles O´Leary


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1957, un año después de haber sido galardonado con una de los dos primeras medallas de oro para el logro científico otorgadas por la American Psychological Association (Asociación Estadounidense de Psicología) por su pionera investigación en psicoterapia, Carl Rogers publicó un artículo titulado “Las condiciones necesarias y suficientes para el cambio terapéutico de la personalidad” (1957). Ya muy reconocidas, entre esas seis condiciones se incluyen: la necesidad de comprender el marco de referencia del consultante; la necesidad de que el terapeuta sea auténtico; y la importancia de una actitud de consideración positiva incondicional, también descripta como aceptación o aprecio. Dos de estas condiciones continúan siendo validadas en investigaciones contemporáneas sobre la terapia de pareja y familia, y las seis han seguido siendo objeto de estudio e investigación entre los terapeutas centrados en la persona y experienciales (Sprenkle et al., 2009). La manera en que las condiciones de Rogers han dado forma a mi trabajo en la práctica de la terapia familiar y de parejas es el tema de este libro.

      El libro aborda los temas que interesan a un terapeuta experimentado. ¿Cómo evitar que tu trabajo se convierta en rutina? Ofrecerá muchos ejemplos del pensamiento y la acción del terapeuta que los lectores pueden utilizar para reflexionar sobre sus propias respuestas únicas a las familias y parejas. Mi formulación de seis prácticas actitudinales y de comportamiento en el capítulo 2 proporciona una estructura para una especie de diálogo fiel a la investigación sobre terapia de pareja y familia que también aprovecha las fortalezas de setenta años de atención centrada en la persona del terapeuta por parte de Carl Rogers y sus colegas.

      Aunque el enfoque centrado en la persona fue creado en Estados Unidos (Rogers, 1980; Kirschenbaum and Henderson, 1989), se practica de manera muy similar a su estilo original en Gran Bretaña, Alemania, Italia, Irlanda, Japón y varios otros países. Muchos programas de formación y currículos universitarios se han centrado en las identidades primarias de los terapeutas como facilitadores y colaboradores y han desarrollado ideas originales de Carl Rogers y las investigaciones de apoyo en una compleja teoría y práctica humanistas que desafían un modelo médico de los problemas humanos y sus soluciones (Cooper et al., 2007). Aunque Carl Rogers sigue siendo el psicoterapeuta más influyente según una reciente encuesta de los profesionales estadounidenses (Simon, 2007), rara vez se articula la naturaleza de su efecto sobre el trabajo cotidiano de miles de terapeutas vinculares. En el mundo de la terapia familiar en los últimos veinte años, un creciente énfasis en la terapia colaborativa (Madsen, 2007), el fortalecimiento de las voces de los clientes y el empoderamiento individual articulado por la terapia postmoderna (Anderson 2001), la terapia dialógica (Rober, 2005) y la terapia narrativa (White, 2007) han combinado una perspectiva centrada en el cliente con la concepción sistémica. Este libro trae a la conversación la voz de Carl Rogers y otros terapeutas centrados en la persona.

      También estoy escribiendo este libro como continuación del primero, Counselling Couples and Families: A Person-Centred Approach (Sage, 1999) (Counseling de pareja y familia: un enfoque centrado en la persona), que fue escrito principalmente para los terapeutas formados en terapia individual que siguen los principios del enfoque centrado en la persona. Ese libro ofreció una introducción para aquellos familiarizados con el enfoque centrado en la persona que estaban empezando a atender parejas y familias. Se demostró la necesidad de que el terapeuta equilibrara la atención entre el proceso único de cada individuo y la consciencia de su responsabilidad de participar activamente en el diálogo. Este libro va más allá en la descripción de la dialéctica presente para todo terapeuta de pareja efectivo: ¿cómo pueden coexistir distintas perspectivas en la misma terapia? Además de ser percibido como un aliado de cada persona en la terapia, el terapeuta puede vivir en ambos lados de la siguiente dialéctica:

El cliente es el individuo.El cliente es la relación entre los individuos.
Los sentimientos son el foco de atención.El objetivo es la posibilidad de observar a través de una lente más amplia.
Importa la intención individual.El impacto de las palabras y las acciones importa por igual.
Foco en la experiencia individual.No olvidar la importancia del contexto.
La diferenciación es el objetivo.La conexión y la colaboración son los objetivos.
Cada uno habla por sí mismo.Cada individuo expresa todo el campo.
Confía en lo que sabes interiormente.Abandona las certezas: escucha información externa.
Afirma tus necesidades y tu identidad.Presta atención a los demás en sus términos.
Eres único.Existes y estás cocreado en el diálogo.
Vive el momento.Visualiza objetivos compartidos.

      Mientras comprende y acepta a cada individuo, el terapeuta también debe gestionar la aceptación y comprensión de perspectivas aparentemente contrapuestas de todos los consultantes. Cada terapeuta también puede tener que comprender no solo la realidad actual percibida por los clientes, sino sus realidades futuras preferidas y su tristeza por las oportunidades y expectativas pasadas perdidas. Los terapeutas eficaces logran validar la descripción de los clientes de su situación, sin dejar de permanecer abiertos con respecto a otras preocupaciones y esperanzas tácitas, así como recursos inadvertidos.

      Recuadro 1: Un día con Carl Rogers y Virginia Satir

      En 1979, Carl Rogers y la madre fundadora de la terapia familiar Virginia Satir (Satir, 1964, 1972) compartieron escenario en una conferencia de una jornada hablando informalmente entre ellos y con una gran audiencia en una atmósfera de afecto y de respeto mutuo y por el trabajo del otro. Cada uno dio una charla; compartieron un diálogo y cada uno ofreció una demostración de su trabajo. Carl mostró su capacidad intensamente orientada a empatizar con su cliente, a escucharlo y mostrar una comprensión del mundo en sus propios términos. Su demostración terminó con la sensación del cliente de haber sido escuchado y comprendido. Fiel a la convicción de Rogers, frecuentemente explicitada de que lo más personal también es con frecuencia lo más universal, la lección para el público fue lo que obtuvieron al acompañar la experiencia de una persona durante veinte minutos.

      Virginia mostró su extravertida manera de enseñanza empática en una demostración con una familia. No solo ejemplificó su gran habilidad de escuchar atentamente y entender a las personas que tenía enfrente; también transformó lo que ofrecían en una lección de gran alcance sobre la familia en sí, la vida familiar en general y la manera en que cualquier persona presente en el evento podría relacionarse con los demás. En varias oportunidades pidió permiso, buscó la verificación del cliente de lo que estaba diciendo, transformando, sin embargo, sus palabras en una experiencia Virginia Satir.

      Los lectores están invitados a tener en cuenta el estilo de ambas personas a lo largo de este libro dedicado en su totalidad a la terapia familiar y de pareja. ¿Pueden absorber los valores de una persona que escucha en silencio a cada persona que habla, y de la otra persona, cuya fuerte personalidad le da permiso a todo un sistema de arriesgarse al cambio? Nadie es igual a Carl Rogers ni a Virginia Satir. Los clientes que buscan nuestra ayuda pueden buscar cualidades demostradas por ambos en nuestra práctica de la terapia familiar y de pareja centrada en la persona.

      Para los terapeutas que no están familiarizados con el enfoque centrado en la persona de Carl Rogers o no acostumbran reflexionar sobre él, espero que este libro sea como encontrarse con un nuevo cliente o un supervisor temporal que pueda ofrecer una nueva perspectiva o renovar una antigua mirada que pueda despertar entusiasmo y respeto por la práctica de la terapia relacional. Rogers todavía brinda este servicio más de dos décadas después de su muerte. Puedo releer uno de sus libros o artículos o simplemente acudir a mi memoria: “¿Qué diría Rogers si hubiera visto esta sesión de terapia o hubiera escuchado lo que yo pensaba con respecto a estos clientes?”

      Para los lectores formados en el enfoque centrado en la persona para la terapia individual o de grupo, el libro ofrece una descripción del pensamiento sistémico, sus técnicas y desafíos. Se basa en las habilidades esenciales que describí en mi primer libro y ofrece maneras de facilitar activamente el diálogo para las personas angustiadas mientras seguimos en conexión con los sentimientos, las percepciones y las necesidades individuales. El libro ofrece inspiración y técnicas de diversos enfoques para terapia familiar y de pareja compatibles con el enfoque centrado en la


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