Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Isaías. Franz Julius Delitzsch

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Isaías - Franz Julius Delitzsch


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viva de Isaías, no sólo a la Misná y al Talmud, sino a los grandes comentaristas antiguos y medievales como Aben-Ezra y Rashi, Kimchi y Rassi, Saadía y Gikatilla, por poner sólo unos ejemplos.

      ‒En esa línea, podemos afirmar que su comentario es “católico” en el mejor sentido de la palabra, no sólo por las tres aportaciones indicadas en el apartado anterior, sino también por el hecho de que recoge y valora plenamente la aportación de la Vulgata de Jerónimo, que aparece como autoridad clave a lo largo de todo el comentario. En menos importante la aportación de otros “católicos”, pero se recoge en algunos momentos significativos, como en la referencia a la Políglota del Cisneros y a los comentarios de Arias Montano. Delitzsch no quiere excluir a nadie que haya intentado “entender” y acoger el mensaje literal de la biblia, ni judío ni cristiano, ni católico ni protestante, aunque es claro que ha insistido en el testimonio de los grande reformadores como Zuinglio y Calvino, y, sobre todo, en el de Lutero, que habría querido refundar la Iglesia cristiana desde la experiencia radical de la Escritura. En esa línea podemos afiramr que Delitzsch es judío y evangélico, el mismo tiempo, ofreciendo desde esa raíz un comentario de Isaías que quiere ser católico, en el sentido radical de la palabra.

      Este comentario recoge lo mejor del siglo XIX, desde una perspectiva teológica y cultural alemana. Quizá podamos decir que el XIX fue el siglo británico desde la perspectiva del nacimiento de la sociedad industrial y de la colonización mundial, pero, en otro sentido, en un plano cultural, fue el siglo de Alemania, con el despliegue de la gran filosofía y la aportación definitiva de los grandes sabios y pensadores judíos. Pues bien, en ese contexto, desde una perspectiva de exégesis y diálogo científico destaca la contribución de Delitzsch, que intenta vincular lo mejor del racionalismo europeo (sobre todo alemán) con la novedad de la experiencia bíblica, cuyo punto culminante está representado por Isaías. En ese fondo se entienden sus contribuciones y sus posibles límites:

      ‒Nuestro autor opta por una lectura unitaria de Isaías, y lo hace por convencimiento “religioso” y por fidelidad a la tradición judeo-cristiana, a pesar de que en la cuarta y última edición del año 1889 parece que en algún momento está dispuesto a dar un paso crítico “esencial”, admitiendo la posibilidad de que el libro hubiera sido escrito en varios momentos, por varios autores. En éste contexto, él se enfrenta con algunos de los grandes críticos de la exégesis histórico-literaria que habían empezado a distinguir, ya en su tiempo, tres estratos en la obra de Isaías, un 1º (básicamente Is 1-39), un 2º (Is 40-55) y un 3º (Is 56-66), de manera que el libro habría sido escrito básicamente por tres autores (desde el siglo VIII al VI a. C.).

      El mismo Delitzsch afirma que el hecho de que Isaías hubiera sido escrito por tres autores distintos no iría en contra de la fe cristiana, pero él añade (al menos hasta los últimos meses de su vida), por razones críticas internas (de vocabulario y teología) que es preferible afirmar que es obra de un solo autor, de un profeta genial e inspirado que interpreta la obra de Dios desde su propio tiempo y adelanta (predice) desde su vivencia y “videncia” profética el futuro de la humanidad, desde una perspectiva creyente, israelita. Eso significa que a su juicio, el libro de Isaías constituye una expresión clara de eso que pudiéramos llamar la “hermenéutica teísta y profética” de la historia es decir, el descubrimiento de la historia como expresión de la voluntad de Dios, es decir, como revelación (que ha sido descubierta y proclamada por un gran profeta, que es capaz de ver con antelación, por gracia especial de Dios, los acontecimientos que van a suceder uno o dos siglos más tarde.

      ‒Esta opción por la unidad del autor y de la obra de Isaías no va en modo alguno en contra del estudio histórico-crítico del libro, sino quizá todo lo contrario. Delitzsch escribe con tal fidelidad al texto que, con pequeñísimas variantes, su comentario lo podría aceptar alguien que afirme que el libro actual de Isaías ha sido escrito por tres autores (o por más). Más aún, el mismo Delitzsch no tendría que cambiar apenas nada de su comentario si al final admitiera que había sido escritos por dos o tres autores, a lo largo de más de dos siglos (por lo menos, del 740 al 540 a.C.).

      Lo que Delitzsch quiere es comentar el texto tal como ha sido acogido en la Biblia Hebrea, sea obra de un solo autor o de tres (pues ese tema se sitúa en otro plano de análisis), destacando la increíble unidad del libro (lograda por un autor, o por una “escuela”, en la línea del “primer Isaías”). De esa forma descubre y pone de relieve la unidad y variedad interna de Isaías, como un libro de tres siglos en uno (del VIII al VI a.C.) y de tres autores en uno (pudiéramos decir). De esa forma, con la mejor tradición judía, recupera y pone de relieve la “unidad canónica” del texto, tal como ha sido recibido, tanto por la sinagoga como por la iglesia. De esa manera se adelanta a la opción de Brevard Springs Childs (1923-2007), que ha escrito quizá el comentario más significativo de Isaías en los últimos tiempos (cf. Isaiah, Westminster Press, Louisville 2001).

      ‒Un comentario ilustrado, lo mejor del siglo XIX. Como he dicho, Delitzsch ha escrito su libro de una forma “clásica” con métodos y esquemas propios del judaísmo rabínico y de la primera tradición protestante, pero, al mismo tiempo, su comentario es plenamente moderno, científico, propio de un hombre que asume plenamente la Ilustración científico/cultural de Occidente, de manera que utiliza todas las aportaciones históricas y lingüísticas propias de la segunda mitad del siglo XIX. Así escribe en diálogo con los mejores exegetas y lingüistas, historiadores y críticos literarios de su tiempo, como pueden ser Caspari y de Wette, Eichhorn y Gesenius, Knobel y Nöldecke, Hofmann, Thenius y Umbreit, por poner unos ejemplos. De esa forma muestra, de un modo práctico, que la modernidad no está reñida con una lectura creyente del texto, sino al contrario, la verdadera modernidad permite valorar mejor las aportaciones proféticas de Isaías, dentro de un mundo en fermentación, en el que se desarrollaría pronto (casi al mismo tiempo) la cultura griega (a partir del siglo VI a.C.).

      Ciertamente, desde un punto de vista histórico-literario, algunos elementos de la obra de Delitzsch pueden considerarse superados, como podrá ver quien con la compare con algunos de los nuevos comentarios, como el ya citado de V.S. Childs, con el de J. Blenkinsopp u otros semejantes, como pueden ser:

      Alonso Schökel, L. y J. L. Sicre, Los profetas I-II, Cristiandad, Madrid 1980

      Beuken, W., Jesaja 1-12. Herders th. K. Alten Testament. Herder, Freiburg i. Br. 2003

      Blenkinsopp, J., Isaiah I-III, Anchor Bible, New York 2000-2003 (verión castellana: Sígueme, Salamanca 2015, 1ª parte)

      Brueggemann, W., Isaiah 1-39; Isaiah 40-66 Westminster, Louisville 1998

      Croatto S., Isaías (40-55) e Isaías (56-66), Lumen, Buenos Aires 1994 y 2001;

      Elliger, K. y H. J. Hermisson: Deuterojesaja, BKAT, 1978 ss.

      Höffken, P., Das Buch Jesaja I-II, KBW, Stuttgart, 1993-1998

      Motyer, J. A., The Prophecy of Isaiah: An Introduction & Commentary, Intervarsity Press, Downers Grove 1993

      Schmid, K., Jesaja, Zürich Bibelkommentar (Is 1-13), Zürich 2011

      Wildberger, H., Jesaja, BKAT, Neukirchen 1972-1982

      Estos y otros libros ofrecen nuevas perspectivas y enfoques (especialmente el de Blenkinsopp, que es quizá el más significativo de los últimos decenios), pero no superan el planteamiento básico de Delitzsch, cuya lectura sigue siendo no sólo recomendable, sino en algún sentido necesaria.

      Podíamos haber optado por una traducción literalista, con todo el aparato crítico de fondo y el conjunto de discusiones filológicas concretas, sobre todo las que se refieren a las raíces o paralelos árabes del hebreo de Isaías. Habría sido la solución más sencilla, pero hemos juzgado que resultaba innecesaria, pues los especialistas que quieran leer a ese nivel el libro pueden acceder al texto original germano o a las traducciones inglesas más conocidas, tanto la edición antigua como en la moderna.

      Pues bien, sopesando


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