E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl Woods

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      –Will, ¿qué te parece? ¿Te quedas con nosotros a tomar algo?

      –Eso tenía pensado. Jess, ¿por qué no voy a buscar un vino? Nos vemos en el salón. La última vez que he mirado, estaba vacío.

      –Parece que te sientes como en casa por aquí. ¿Vienes mucho?

      –Últimamente, sí –respondió Will–. Iré a por el vino. Disculpadme.

      Mick lo siguió.

      –Necesitarás ayuda con las copas, seguro.

      Will sabía que si se lo discutía estaría malgastando saliva.

      –Claro. Un par de manos extra siempre viene bien. ¿Tinto o blanco?

      –Blanco está bien. Bueno… Megan y yo estábamos en Brady’s la otra noche cuando Jess y tú estabais allí.

      –¿Ah, sí? –dijo Will como si fuera una noticia.

      –Parecía que estuvierais teniendo una cita.

      –No exactamente.

      –¿Qué significa eso de… no exactamente? ¿No sabes si era una cita? A mí me parece que algo así siempre está claro.

      –Jess se pasó por mi consulta, estuvimos hablando un rato y decidimos salir a cenar. ¿Eso es una cita?

      –Para mí, sí. ¿Cuáles son tus intenciones para con mi hija exactamente?

      Will se rio.

      –No ha tardado en ir al grano. Creía que intentaría engañarme para que le dijera lo que quería.

      –Megan es la sutil y la discreta. Yo, si quiero saber algo, creo que lo mejor es preguntar directamente. Bueno, ¿qué está pasando entre mi hija y tú?

      Will conocía las tácticas de Mick lo suficiente como para no sentirse ofendido por su actitud.

      –Con el debido respeto, creo que eso es algo entre Jess y yo. Sin embargo, diré que llevo enamorado de su hija casi toda mi vida y que quiero un futuro con ella. Todo esto es un poco nuevo para Jess, así que no se sabe cómo saldrá todo. Les agradecería que nos dejaran a los dos llevar la situación a nuestra manera.

      Mick se quedó sorprendido con la franqueza de Will, pero después sonrió.

      –Serás bueno para ella, hijo. Solo espero que no te deje hecho polvo por el camino. Jess es impredecible.

      –Es uno de sus mayores encantos.

      –Ahora que sé que eres un hombre enamorado –dijo riéndose–, si necesitas ayuda para acelerar un poco las cosas, dímelo. Ella me escuchará.

      –¿En serio, señor?

      De nuevo, Mick se quedó sorprendido, pero sonrió.

      –Parece que conoces bien a toda la familia.

      –Llevo años viéndolos a todos en acción y, por si no lo he mencionado, doy las gracias por ello. Siempre me han hecho sentir bien recibido.

      –Bueno, puedes contar con que eso siga así, siempre que no le hagas daño a mi niña.

      –Eso es imposible, señor, al menos no intencionadamente.

      –A veces las cosas que más duelen son las que no pretendíamos hacer –le recordó–. Y te lo dice un hombre que ha cometido muchos errores a lo largo de los años y que perdió a la mujer que amaba por ello. He tenido la suerte de tener una segunda oportunidad, y esta vez no la echaré a perder.

      La puerta de la cocina se abrió y Megan entró con gesto de preocupación.

      –Habéis tardado mucho. ¿Va todo bien?

      Mick le dio una palmadita en el hombro a Will.

      –Todo va genial, ¿verdad?

      –Perfectamente –respondió Will–. Hemos llegado a un entendimiento.

      –¿No es Jess con la que deberías llegar a un entendimiento?

      –Eso es exactamente en lo que los dos nos hemos puesto de acuerdo.

      –Eres un chico inteligente –dijo Megan–. No vas a dejar que este te intimide –añadió tomando del brazo a su marido.

      –¿Desde cuándo intimido yo a la gente? –preguntó él indignado.

      –Se te conoce por eso desde hace tiempo y se debe a tu fuerte personalidad y a tu determinación por conseguir lo que te propones. Ahora, venga, vamos a tomarnos una copa de vino con estos jovencitos y vamos a dejarlos para que puedan disfrutar del resto de la noche.

      Mick se agachó y la besó antes de quitarle la botella a Will.

      –Creo que me ha gustado la idea de Jess. ¿Por qué no nos llevamos esta botella y nos acurrucamos delante de la chimenea? Aún estamos de luna de miel.

      Megan se sonrojó.

      –Mick, nuestra luna de miel en París terminó hace meses.

      –Pero eso no significa que la luna de miel haya terminado.

      Estoy pensando que podríamos prolongarla unos meses más, al menos. Tengo unas cuantas ideas, ya hablaremos de ellas en casa.

      A Will le conmovió ver lo enamorados que estaban. Sí, habían pasado unos años malos y habían estado divorciados, pero ahora estaban juntos de nuevo y, al parecer, más felices que nunca.

      –Disfruten de la noche –les gritó él, aunque dudó que lo hubieran oído.

      Cuando entró en el salón, sin el vino y sin sus padres, Jess lo miró extrañada y divertida.

      –¿Has perdido algo?

      –A nuestra compañía. Y también se han llevado nuestro vino.

      –Me parece genial. Ahora mismo un vino me dejaría dormida. ¿Qué les has dicho para librarte de ellos?

      –Solo le he dicho a tu padre lo que quería oír.

      –¿Quiero escuchar esto? ¿Es muy embarazoso?

      –Solo estaba actuando como un buen padre. Le he dicho cuáles eran mis intenciones y que eran honorables –le guiñó un ojo–. Y que no estaba muy seguro de las tuyas.

      –¡Oh, genial! –exclamó ella con indignación fingida–. ¿Así que ahora soy yo la que está intentando arrastrarte hasta una vida de pecado?

      –¿Y no estás haciéndolo?

      –Tal vez sí. ¿Todavía estás dispuesto?

      La tentación lo recorrió ante su seria expresión y el fuego de su mirada. Se acercó, le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y le acarició la mejilla. Podía sentir su cálida piel, oír el latido de su corazón. Sería muy sencillo acercarse más, besarla y tomar lo que él quería… y ella deseaba.

      Pero no era el momento. Aún no. Quería más que sexo. Quería una vida a su lado, pero Jess aún no estaba ahí… y no sabía si lo estaría algún día. Cuando la besó, fue en la mejilla y pudo ver decepción en su mirada, algo que le dio esperanza.

      –Buenas noches, Jess.

      –¿De verdad vas a marcharte a pesar de que, prácticamente, me he echado encima de ti?

      –Sí. Pero para que lo sepas, hacerlo me va a matar.

      Le pareció ver una sonrisa de sorpresa iluminando el rostro de Jess cuando se marchó.

      Capítulo 15

      El domingo, Jess estaba que echaba humo por la repentina marcha de Will la noche anterior, pero más todavía al ver que no se presentó a la comida familiar. Y no es que lo hubiera invitado específicamente, pero había dado por hecho que estaría allí. Claro que, cabía la posibilidad de que a pesar


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