La MANE y el movimiento estudiantil en Colombia. Andrés Felipe Mora Cortés
a la organización, sino también a conocer la fuerza de la acción del Gobierno para minar este accionar, para fragmentar su propósito y para deslegitimar su movilización. Igualmente, documentan y reconocen, en mayúscula, el ejercicio político y social de la MANE, que supo leer su tiempo y papel y que puso en el escenario del debate público a la educación superior y, desde este enganche, el devenir social del momento, impregnado del “posembrujo” autoritario de los dos periodos presidenciales anteriores y de su llamada “seguridad democrática”, que golpeó fuertemente al movimiento social y estudiantil. Los textos, además, cuestionan la fuerza modernizadora neoliberal y privatizadora que marcó en cierta medida el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos en sus dos periodos.
El libro es un esfuerzo colectivo de cuatro investigadores y dos investigadoras que en su momento fueron miembros de la MANE, y recoge con rigor y detalle todos los hechos, recursos, condiciones de contexto, debates, espacios en blanco, barreras, proyecciones y tareas pendientes del movimiento, su acción frente al país, su vida social y política y, en especial, su importancia en la reflexión sobre la educación superior y su sentido. Además, cuestiona el ser y el quehacer de la universidad y sus actores, al poner de manifiesto sus retos y obligaciones con la sociedad, a partir de los vasos comunicantes con un país y un mundo de desigualdades evidentes e intolerables que deben ser resueltas.
Desde la perspectiva de lo juvenil, el libro que nos entrega este grupo de investigadores e investigadoras es de especial valor para los estudios en este campo en cuanto pone en primera línea a la participación de los jóvenes en un sentido sociopolítico, superando la mera acción de presión y protesta, hacia la participación incidente, deliberativa y altamente cualificada.
Adicionalmente, revela el papel de los jóvenes en la vida nacional y su compromiso con la construcción de una sociedad más justa. Reconoce ampliamente el ejercicio de la tan añorada ciudadanía juvenil expresada en el Estatuto de Ciudadanía Juvenil, o Ley de Juventud, hoy vigente, y pone de manifiesto lo público como un escenario político de disputas, negociaciones y acuerdos colectivos y de fuerzas y distribuciones de poder: recordando a Hannah Arendt en ¿Qué es la política?,1
la política implica engendrar un nuevo inicio y por tanto debe ser comprendida y agenciada como libertad, pluralidad y justicia en el “entre nos”; solo las acciones que permiten la actuación del sujeto y de los colectivos para la ampliación de la comprensión de sus indeterminaciones y de sus posibilidades pueden ser consideradas como política. (p. 31)
Los ensayos aquí presentados muestran cómo la MANE alcanzó una estructura y dinámica organizativa sorprendente, a pesar de la complejidad de los asuntos en discusión, entre ellos la universidad, la educación superior, la visión de sociedad, lo público de la educación, lo político de la educación, la autonomía y la relación universidad-Estado-sociedad, además de sus propias angustias organizativas y de posicionamiento de los muchos grupos que la conformaron. A esta complejidad se le sumó la amplia convocatoria alcanzada y, en consecuencia, una alta diversidad de visiones y adscripciones políticas de sus miembros, hecho que, según los capítulos de Andrés Felipe Mora Cortés y Jairo Andrés Rivera Henker, permeó sus discusiones, escisiones y acuerdos.
En suma, los textos relatan en detalle el contexto, los eventos y los hitos del proceso, pero también analizan con una precisión meridiana los momentos cruciales del movimiento social protagonizado por la MANE y sus organizaciones constituyentes. Así, ofrecen una relectura de los hechos desde diferentes ópticas y le entregan al lector y al estudioso de los movimientos sociales una suerte de matices o continuidades de la lucha social y política de los estudiantes y unas rupturas a considerar y que podrían potenciar los movimientos sociales, en general, y los movimientos estudiantiles y juveniles, en particular.
Los primeros cuatro textos aquí presentados se constituyen en un documento de memoria del proceso, memoria que trasciende mediante el aporte de una crítica y reflexión fundamentada en evidencias y en el contraste de hechos y actores. Su mirada reposada, situada y propositiva, realizada a posteriori por los autores del libro, que sin duda estuvieron altamente involucrados en este proceso y en la dinámica del movimiento estudiantil, es de especial valor para la comprensión del fenómeno y para poder dimensionar la envergadura de los movimientos juveniles y estudiantiles. El epílogo muestra qué ha dejado la MANE para el futuro del movimiento estudiantil, hoy representado por la Unión Nacional de Estudiantes de Educación Superior (Unees), la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles (Acrees) y la Federación Nacional de Representantes Estudiantiles de Educación Superior (Fenares).
El libro está compuesto por cinco artículos. El primero ofrece una mirada histórica de las protestas estudiantiles en Colombia, trabajo investigativo adelantado por los profesores Mauricio Archila Neira y José Abelardo Díaz Jaramillo; el segundo, impregnado por un prisma sociológico y político, es desarrollado por el profesor Andrés Felipe Mora Cortés; el tercero, realizado por Paola Alejandra Galindo García y Andrea Lopera Lombana, se configura alrededor de una reflexión posterior de la agenda de la MANE y de su relación con la equidad de género en el movimiento y la presencia de reivindicaciones heterogéneas en el trabajo de la organización, y el cuarto, bajo la autoría de Jairo Andrés Rivera Henker, analiza, desde una visión politológica, las dimensiones estéticas del movimiento y sus repertorios de protesta. El epílogo, elaborado por las estudiantes Laura Isabel Buitrago Rodríguez y Paulina Andrea Farfán Trujillo, presenta un interesante ejercicio de balance orientado a identificar los aprendizajes que deja la MANE para proyectar el movimiento estudiantil hacia el futuro.
A lo largo del libro, el lector encontrará un sinnúmero de situaciones que tuvo que capotear la MANE como organización de organizaciones, movimiento social y accionar político de los colectivos juveniles. También encontrará la esperanza de un movimiento consciente de su presencia social y política, de la legitimidad ganada a pulso y de su compromiso con su época para mostrar una ética social incluyente en un país pasivo y aniquilado por la desesperanza.
Se mostrará que para los y las jóvenes de la MANE fue claro —aunque no exento de conflictos internos y externos— que su colectividad de colectividades era una fuerza renovadora; que la historia del movimiento estudiantil colombiano, unido a las gestas internacionales que estaban vigentes y en ebullición en los escenarios latinoamericano, norteamericano y europeo, daba más calor y tono a sus reivindicaciones nacionales respecto a la educación superior y pública, y que ello implicaba trabajar por un ideal de justicia y equidad social sin contaminación de recursos privados para la financiación de la universidad.
Los textos compilados muestran también que la MANE aprovechó de forma estratégica su potencia aglutinadora, su energía juvenil y sus formas de expresión estética y discursiva para visibilizar, ante la opinión pública y la sociedad en general, el centro de su disputa y preocupación: la educación de todos y todas como derecho y propósito de vida, la educación superior como un espacio de vivencia de la justicia y la igualdad y la contribución de este escenario para la construcción de la vida social y política, además de la concepción de la universidad como escenario de formación humana y profesional en el amplio sentido de la palabra y como espacio de ejercicio de la democracia.
La MANE, como colectivo cohesionado, entendió que su movimiento, a partir de la oposición a la reforma de la ley de educación superior que estaba en curso, a todas luces excluyente y debilitadora de la universidad y sus actores, era una experiencia de ser y hacer sociedad desde un ejercicio deliberativo y propositivo y desplegó para ello un dinamismo democrático que puso de presente valores y principios sociales a alcanzar, como el bienestar colectivo, la ética social, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la equidad de género, la paz y la conciencia sobre el bien común. Es de anotar que en los ensayos presentados no se hace referencia a formas electrónicas de comunicación, muy propias de lo juvenil, ni a estructuras reticulares. Los textos muestran estructuras horizontales y verticales muy establecidas con una fuerza grande en lo asambleario.
El libro se abre con un riguroso trabajo de los profesores Archila Neira y Díaz Jaramillo que muestra una historia muy detallada de las protestas estudiantiles desde 1908 hasta 2011, cuando se consolida la MANE. En su trabajo, resaltan la importancia de la acción colectiva estudiantil, que ha generado hitos políticos